22 - noviembre - 2024

La importancia del voto ciudadano y su capacidad de ser

 

El gran desafío que tiene el mundo ciudadano en la actualidad, es tener la capacidad de conformar una visión que sea verdaderamente transformadora y no dejarse avasallar por el mundo político.



Por Andrés Gillmore
23 de agosto de 2016


Cuando Patricio Aylwin Azócar fue elegido presidente en 1989 contó con el voto de casi todos los chilenos, se sintió que los malos tiempos habían pasado y que no era desproporcionado pensar que como sociedad tendríamos una oportunidad, si cada uno cumplía con su cometido y nadie ponía en duda que el país tendría la capacidad de proyectarse al futuro y en base a ese discurso, los ciudadanos confiamos en la democracia, en el congreso y en los políticos; que con los designios del destino y de la buena ventura, creímos era suficiente para lograr un desarrollo sustentable y equitativo y nos dejamos llevar por la forma y nos despreocupamos del método; hasta llegar a los días de hoy, descubriendo que todos eran supuestos y que los políticos más que servidores públicos, se han servido de lo público.

Las décadas pasaron y las pasamos encandilados por la esperanza que la teoría del chorreo (crecimiento) en la cual creímos como si fuera una verdad absoluta, cuando no lo era y nos enteramos que chorreo (crecimiento) nunca ha sido sinónimo de desarrollo, que solo es una medida de los bienes y servicios de las empresas; diferente de lo que se entiende por desarrollo: que es como se mejora el nivel y la calidad de vida de la población en forma sustentable.

En la actualidad se podría decir, que estamos en los inicios del despertar ciudadano y si hacemos historia podríamos decir que ese inicio no fue otro que el Movimiento estudiantil, el de los llamados Pingüinos, que encendió las luces del túnel oscuro que debíamos recorrer, poniendo sobre la mesa que no todo era como se decía, que había que poner cuidado en las formas del modelo de desarrollo y desde ese punto se comenzó a trabajar por cambiar la realidad.

Años más tarde en el 2011, aprovechando el primer gobierno democrático de derecha desde Alessandri Rodríguez en la década del 50 del siglo pasado, la batalla en contra HidroAysén salió de su lógico territorio austral para posarse en las calles del gran Santiago, dejando al descubierto los intrincados negociados entre políticos, empresarios y los gobiernos de turno. Aysén dando fe de su legado guerrero de principios del siglo XX (1917) de no dejarse intimidar por las transnacionales, heredado desde los tiempos de la Guerra de Chile Chico, cuando un grupo de pobladores del lago General Carrera, con mucho arrojo y guiados por el prócer de Aysén, Antolín Silva Ormeño, derrotaron a la Sociedad Explotadora Río Baker, el equivalente en la actualidad de las transnacionales como HidroAysén, Barrik Gold, que en ese entonces querian sacar a los pobladores de la costa del lago General Carrera y apropiarse de sus predios. Tal como en esos comienzos del siglo pasado en los inicios de la colonización aysenina; la disputa sacó a relucir los intereses creados que habían estado en el anonimato desde 1983 como nunca antes, cuando se comenzó el proceso de privatización de las grandes industrias del Estado y de todo el aparataje productivo de Corfo.

Desde ese entonces el paradigma ciudadano se modificó sustancialmente, dejamos de ser una ciudadanía ingenua, entregada a los designios de las lideranzas en las cuales confiamos por tantos años y empezamos como nunca a preocuparnos por los temas públicos. Empezamos a analizar y proyectar reivindicaciones, que hasta antes del 2011, pensábamos estaban bien cuidadas por nuestros senadores y diputados; cuando en verdad nunca lo estuvieron. Entendimos que cuando un político habla de sustentabilidad, realmente esta hablando de seguridad para él, su familia, amigos (partido político) y de la empresa que lo ha financiado. Nunca de quienes lo han votado.

Con esta terrible traición sobre los hombros ciudadanos y con toda la negatividad que proyecta esta terrible perspectiva de vida y lo que ello presupone, no quedó otra alternativa que la organización. En regiones se dictó la pauta. En Aysén si no hubiese sido por los senadores ayseninos Walker y Horvath, que intervinieron el movimiento social por Aysén para apoyar la ley de Pesca, indudablemente se hubiese marcado un antes y un después a nivel nacional con las reivindicaciones ciudadanas. Pero muy a pesar de la derrota que sufrió el movimiento social de Aysén, se entendió a regañadientes, que si el ciudadano medio no hacía algo definitivo con las lideranzas, continuaría el inmovilismo y toda posibilidad de mejorar la realidad.

El surgimiento de las grandes marchas estimuladas en una primera instancia por HidroAysén, se ampliaron a Educación, Medio ambiente, Constitución, Salud y AFP, refundando el concepto de lo que entendíamos como participación ciudadana, entendiendo que sin la presión callejera, era imposible tener la capacidad de delinear la forma de actuar de los gobiernos, encauzando los esfuerzos por reformar y construir un Chile más justo y equitativo, de acuerdo con los nuevos tiempos y hacerlo para todos y no solo para algunos como ha sido la pauta desde 1983.

El gran desafío que tiene el mundo ciudadano en la actualidad, es tener la capacidad de conformar una visión que sea verdaderamente transformadora y no dejarse avasallar por el mundo político, que de una u otra manera intenta desesperadamente mantenerse incólume ante la debacle y que por sobre todas las cosas, la visión infunda de la determinación en la toma de conciencia de una perspectiva histórica, social y cultural, es la tarea fundamental que toda sociedad moderna debe tener, de un destino ante el cual no podemos hacernos a un lado o dejar de enfrentarlo.

El surgimiento de objetivos olvidados a sangre y fuego durante la dictadura, permitio que en un pasado no tan distante como creemos, sociedades más desarrolladas, crearán la realidad de su propia historia cultural, fundamentando los deberes y derechos que se deben tener, para crear desarrollo social con sentido de participación y que sea por sobre todas las cosas equitativo.

Si hacemos un análisis comparativo y exponemos nuestras diferencias como país miembro de la OCDE, entenderíamos que el camino que nos queda por recorrer, no puede ser otro, que encauzar la representación ciudadana al todo general y al nivel del congreso. Para ello es necesario que la ciudadanía entienda la importancia de ir a las urnas, votar en conciencia con esos objetivos, entendiendo que es la única manera de lograrlo; sino, lamentablemente el inmovilismo resurge y se benefician los mismos intereses de siempre, a los cuales el mundo ciudadano quiere erradicar.

El esquema desde un punto a otro de la ecuación, debe distinguir y diversificar las prácticas desde lo público a lo privado, por una participación activa en contra de la intención impuesta por un modelo que cuenta con la pasividad electoral del mundo ciudadano para salir airoso, sustentado por un Estado poco participativo y poco fiscalizador.

La existencia de movimientos sociales, no son más que una necesidad de sobrevivencia del mundo ciudadano, producto de miles de intenciones individuales en pos de las grupales, como norma de movilidad hacia formas autónomas que deben desencadenar en lo colectivo, ante las reivindicaciones naturales que toda sociedad que se respete debe proponer, con paralelismos que al ser fusionados se hacen interdependientes y deben ser desvinculados del clientelismo paternal del nivel gubernamental, sobre la base de un Estado que ante todo se lo ha hecho ineficaz por estrategia de consolidación de los grandes poderes económicos; con un estado extensamente subsidiario para favorecer los intereses de las grandes empresas, inadecuado y poco efectivo, con prácticas que sustentan el aislamiento social como estrategia de consolidación.

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