El buen Andrónico no se contenta con mangonear en razón de su ostentosa riqueza: ahora osa dar consejos políticos. Un tipo que no tuvo el criterio de rehusar un negociado demasiado evidente con las faldas del poder, se permite decirnos lo que tenemos que hacer… ¿Qué te pasó Andrónico? pregunta Arturo A. Muñoz. Con razones… |
Lo tuyo es el negocio, la bolsa, la especulación financiera, y nada más (ya ni siquiera el montañismo, no a tu edad). No interfieras en la estructuración de las leyes ni trates de torcerlas al amaño tuyo y de tus pares…. sólo cúmplelas a cabalidad. Escribe Arturo Alejandro Muñoz Fue entonces que Merlín hizo un pase mágico con su varita pulida (la cual, según la leyenda, obtuvo de la rama de un árbol situado cerca del castillo que esconden las nieblas de Avalon), para que de pronto –así no más, de un minuto a otro– Andrónico Luksic se transformase en un individuo “buenito”, equilibrado, respetuoso admirador de la democracia ateniense y muy solidario con quienes carecen de fortuna económica. ¿Ah? ¿Qué Merlín no existe –que nunca existió porque se trata de una fantasía histórica– y por lo tanto todo lo dicho es otro mito urbano? Entonces, ¿cómo explicar lo que le ha sucedido a Andrónico? Porque si el mago inglés no es de verdad, menos todavía podríamos aceptar que desde el monte Olimpo, o desde el oráculo de Delfos, alguna de las diosas enviadas a Chile por el gran Zeus realizó un trabajo de divina maestría con el poderoso mega empresario. Es que la ciudadanía ya no está dispuesta a tragar cuestiones fantasiosas como las relatadas, lo que también señala que en absoluto acepta que le embuchen más mentirijillas adobadas con declaraciones romanticonas que pretenden mostrar una faz tan inexistente como aquello de la espada en la piedra, o de Circe y sus sirenas. En buen castellano, el pueblo elector ya no soporta el doble estándar que durante décadas usó la clase dominante en favor de la expoliación de las mayorías y su sometimiento a antojos e intereses de clase. Por ello, ¿cómo pretendes Andrónico que la gente te crea? ¿Has revisado, palabra a palabra, lo que declaraste en esa entrevista otorgada al diario de derecha, La Tercera? Allí, muy suelto de cuerpo y lengua –confiando siempre en que la ‘gallá’ nada alegará si manifiestas estupideces– dijiste campanudamente que “el país se está cayendo, y entre todos debemos levantarlo”. No seas fresco. Si el país “se está cayendo”, se debe en gran medida al actuar predador de ustedes, los empresarios, entre quienes manejas una de las principales batutas. Nunca debes olvidar que son muchos los chilenos que llevan la cuenta de tus patinazos y deslices, tanto económicos como políticos. Tratas de mostrarte como un humilde, ecuánime y justo cumplidor de la legalidad vigente, pero eso se viene abajo –como ‘calzón de flaca’ decimos en el campo– cuando salen a la luz casos como el de Luchetti en Perú, empresa tuya que el gobierno limeño cerró definitivamente debido a graves delitos cometidos por tus gerentes, entre ellos, esos de los ‘vladivideos’ y tu apoyo en millones de dólares a la campaña del corrupto, asesino y mentiroso Alberto Fujimori. O el inaceptable asunto de ‘Caimanes’, o el aún peor de ‘Alto Maipo’… ambos rayanos en el absoluto desprecio no sólo hacia la gente que habita en esos lugares sino, además, marcados por los indesmentibles intentos de mandar a la punta del cerro los cuidados ambientales. Respecto del caso CAVAL, del que has dado mil explicaciones y te has disculpado reconociendo tu error, me atrevo a refutarte ya que me parece imposible que se haya tratado de eso, de un error. Sabías perfectamente a quién estabas privilegiando y por qué. Pero, ahora, con esa frescura que es típica de todo patroncito, vienes a declarar que te equivocaste sin haber tenido la intencionalidad de hacer lo que hiciste. Válgame Dios, Andrónico… ¿crees que la gente va a tragarse esa rueda de carreta? Hagamos el siguiente ejercicio: supongamos que yo, sí… yo, –no la Compagnon nuera de la Presidenta de la República–, hubiese sido quien –en las mismas condiciones bancarias, económicas y comerciales que tenía doña Natalia y en el mismísimo negociado que ella te presentó en el Banco Chile de tu propiedad– te hubiese solicitado el voluminoso préstamo ya conocido por todo el país. ¿Lo habrías aprobado? ¿Ah? Gracias por tu respuesta. Queda claro que no se trató de un error. Eras plenamente consciente de cuál y cómo era el paño con el que quisiste confeccionar un nuevo y redondo negociado. En la entrevista que concediste al mencionado diario emites opiniones certeras, valederas, compartidas por la mayoría de los chilenos, pero hábil y maliciosamente dejas caer juicios audaces como “(…) ha habido muchas cruzadas que buscan maximizar el descontento sin reparar en el daño que eso va produciendo en la sociedad. Es muy grave la postura de algunas minorías vociferantes” (alusión solapada a quienes desean una Asamblea Constituyente, nueva Constitución, gratuidad en la educación, etc.). Para rematar tu alevosía política, minutos después, con esta frase que borra de una plumada tu anterior opinión sobre reformas al sistema previsional: “no hay que olvidar que en Chile hay muchos más niños pobres que adultos mayores pobres”, con lo que intentas trasladar el problema de las AFP’s hacia el SENAME, tendiendo una manta que cobije a los predadores capitalistas (mayoritariamente extranjeros) dueños de las administradoras de fondos previsionales. Además, no lo dejes en el tintero, eres miembro de una serie de corporaciones empresariales como Sofofa, la Bolsa de Nueva York, el Comité de Asesoría para América Latina de la Escuela de Negocios de Harvard, entre otros cargos. ¿Te das cuenta? No niegues lo que eres: un empresario que trabaja también para megaempresarios transnacionales, y no para el país. Nunca lo has hecho, aunque hayas clavado la bandera de la estrella solitaria en la cumbre del Everest. Manejas el Grupo Luksic, encabezado por Quiñenco y Antofagasta Minerals, empresa matriz de los negocios familiares fundada en 1957 y de la cual tienes un 81% del holding. Bajo este paraguas están principalmente Banco de Chile, CCU (Compañía de Cervecerías Unidas) y CSAV (Compañía Sud Americana de Vapores). También has incursionado –como otros magnates del mundo– en las comunicaciones, siendo dueño del 67% de Canal 13 TV. Según la revista Forbes (2015), estás ranqueado entre las 100 mayores fortunas del mundo, estimando tu patrimonio en unos 13 mil millones (de dólares obviamente), lo que te ubica en el puesto 82 del listado planetario, y el número uno de Chile. Entonces, regresando a la mencionada entrevista en el diario capitalino, y aprovechando el ‘vuelito’ que permite una lengua ya desenredada, te lanzaste finalmente a lo que para ti, y para el 90% del empresariado, es vital. Tus palabras lo demuestran: “(La Constitución) la hemos modificado varias veces y el punto más álgido que siempre escuché era el binominal. Ya lo cambiamos. ¿Para qué perdemos tiempo en una nueva Constitución? ¿Sólo por esto de que viene de la época de Pinochet? Si se va a hacer una reforma constitucional, creo que lo más importante es restablecer el voto obligatorio, de todas maneras, y con multas grandes para el que no vote”. Una vez más, Andrónico, mezclas miel con ajenjo con la clara intención de sembrar entre líneas los verdaderos objetivos de los dueños del capital. Has apostado fuerte al obsecuente sometimiento de una prensa lacaya, donde tú mismo eres propietario de un medio importante de información (Canal 13 de TV), creyendo que ningún diario ‘oficial’, estación de radio o de televisión abierta va a contradecir, firme y en serio, tus opiniones. Confías en ese círculo (¿virtuoso o vicioso?) donde el poder reside en la fortuna económica (que tú posees sin ambages), con la cual –en Chile al menos– es posible amagar y manejar a cualquier político perteneciente al eje duopólico. Fíjate (y no es mi intención dar una clase de Historia), que hace más de dos mil años, otro ultra poderoso millonario llamado Yugurta, pretendió hacer lo mismo que tú intentas ahora. Lo siento: debo informarte que ese poderoso y enriquecido africano de nombre extraño fue derrotado por dos tribunos de la plebe enviados a África por el Senado romano: Cayo Mario y Lucius Cornelius Sila. ¿Te fijas? Mezclar dinero con política casi siempre termina, aunque demore, en el triunfo de esta última. Y si el ejemplo del magnate africano poco te dice, recuerda a Donald Trunp, y tendrás el símil perfecto de lo que gran parte de la sociedad planetaria piensa de ese “republicano” empapado de racismo y egolatría. No seas tú el Trump criollo. Debes barruntar que esa cuestionable habilidad tuya de mezclar ambas cualidades (política y dinero) no te sirve mucho en un escenario donde existen redes sociales libres y masivas. Lo tuyo, Andrónico, es el negocio, la bolsa, la especulación financiera, y nada más (ya ni siquiera el montañismo, no a tu edad). Pese a lo que escribió el columnista mercurial Carlos Peña, poseer dinero, mucho dinero, en absoluto te convierte en ‘hombre público’. Acá en mis tierras huasas, conozco personalmente a dos empresarios poseedores de mucho dinero, muchísima plata en verdad; son agro exportadores, y están ubicados al tope de los principales de Sudamérica. Pero nunca han intentado –usando sus dólares– ejercer influencias en algunos parlamentarios para adobar determinadas legislaciones. Por ello, en estos rumbos se les respeta y se les quiere. Las cuestiones políticas, Andrónico, déjalas en manos de quienes no tienen intereses económicos ni corren desesperadamente tras los dólares, euros o pesos. No interfieras en la estructuración de las leyes ni trates de torcerlas al amaño tuyo y de tus pares…. sólo cúmplelas a cabalidad y serás feliz (al igual que el resto de la nación). Eso es lo que se te exigirá siempre en Chile, y en cualquier país donde desees invertir. |