La magia de Chiloé embarga a quien llega al archipiélago, territorio donde diversas culturas han convergido y aprendido a convivir generando una identidad propia “la chilota”. Allí, oriundos del País Vasco, castellanos e incluso, hasta alemanes, han sido parte de los extranjeros que se han asentado en este espacio que ha sido habitado ancestralmente por comunidades williche y antiguamente por chonos, brutalmente perseguidos y colonizados en tiempos inquisidores de la corona española, convirtiéndose varios de estos episodios en el presente como parte de mitos y leyendas, pero que tienen realidades sincréticas.
El Chiloé profundo guarda secretos y a su vez, la identificación ancestral de ser unterritorio de enorme importancia para el equilibrio y la biodiversidad, de concentración de energías y fuentes de vida, sostenido en múltiples humedales y que en mapuzugun se le denomina: Menoko, las que progresivamente ha venido desapareciendo, principalmente a causa de la explotación de depredadores afuerinos e incluso, por algunos habitantes de la isla de origen extranjero principalmente.
Chiloé ha venido enfrentando un debacle a su ecosistema. La pérdida y explotación del pompón, la tala irracional del bosque nativo, la introducción de especies exóticas como el pino y eucaliptus, la industria salmonera y sus severos impactos, sumándose ahora las amenazas de diversos proyectos de energía y de prospecciones mineras, son parte de una realidad de saqueos, existiendo múltiples manifestaciones de resistencia.
Paralelamente, la isla posee una rica actividad turística, basada en sus paisajes, entorno natural de bosques nativos (en el interior) y de vida marítima en sus costas interiores. Asimismo, las ciudades y pueblos chilotes tienen un encanto de tradiciones y costumbres que son la principal riqueza de estas tierras, donde tradicionalmente se ha desarrollado el cultivos de mariscos, pesca tradicional, mariscadores/as y recolectores/as de algas, como algunas de las funciones en que se desempeñan sus habitantes, destacándose una gran cultura culinaria y artesanías varias, actividades que son parte de la economía local, con identidad y pertenencia, pero que se encuentran amenazadas por la invasión afuerina.
Recientemente se realizó en Valdivia, un seminario denominado “Extractivismo, crisis y soberanías locales- Diálogos desde el Wall Mapu” en la Universidad Austral, donde se presentó una mesa sobre “La mirada de las Mujeres en las Resistencias y propuestas frente al extractivismo”. Allí, una joven, de 22 años, que iba en reemplazo de una dirigente, se presentó y habló. Se trata de Mariel Huerta, quien lleva algunos años viviendo en la Isla y compartió un mensaje. “Vengo en representación de Marcela Ramos que fue invitada a este panel, ella no pudo asistir por motivos personales y porque está en su campaña como candidata a concejala (Castro), levantada desde el Movimiento Chiloé está Privao (enojao). Desde ahí también participé, y que me permite contar la historia y el motivo de porqué estar acá”, comenzaba así su intervención esta joven dedicada a terapias naturales.
“Vengo también en representación a los desplazados en identidad. No pertenezco desde los orígenes o no fui criada por una comunidad mapuche”, señala Huerta, pero aborda desde la perspectiva de lo que ha venido ocurriendo en los movimientos sociales, los conflictos, la pertenencia y la identidad, con un habla desde el corazón.
A continuación parte de la intervención de Mariel Huerta
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