31 - enero - 2025

La Patagonia debe protegerse de las empresas extractivistas y energéticas

Existen en la actualidad una importante cantidad de proyectos por parte de las transnacionales extranjeras esperando por entrar al territorio, en el área minera y salmonicultura especialmente y en turismo, que pretenden producir sin entregar las garantías suficientes, que no se esta alterando el valor ambiental, social, histórico y cultural de Patagonia y su denominación de origen, que en pocos años podrían desvirtuar las ventajas comparativas propias del territorio y lo que es peor, destruirlo para siempre.


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Por Andrés Gillmore
12 de septiembre de 2016


Recuerdo perfectamente cuando Daniel Fernández en el año 2012, en ese entonces vice Pdte Ejecutivo de HidroAysén, sin decir agua va, dijo que “Aysén no merecía ser el patio trasero de Chile” y que la “región se merecía el mismo desarrollo de Santiago”. Esas frases fueron el principio del fin de HidroAysén en Aysén, porque más que un halago, fueron un insulto. Recuerdo haber asistido ese mismo año a un seminario sobre HidroAysén en la Logia Masónica de Santiago, donde el principal y único orador era Daniel Fernández; quien sin ningún empacho no dudo en decir como si nada, ante lo que se supone es parte de la élite intelectual de Chile: que el proyecto HidroAysén era ecológico y que respetaba el medio ambiente y se comprometía a no invadir el Parque Nacional Torres del Paine. Nadie de esa audiencia tan calificada se atrevió a decir absolutamente nada y creo que por pura ignorancia; que la cuenca del Baker donde estaría emplazado el proyecto en la región de Aysén, esta a unos miles de kilómetros del Parque Nacional Torres del Paine y en otra región. Ejemplificando, que la ignorancia del seudo intelectual profesional chileno de lo que representa Patagonia, es abismante y es indudable que nos ha estado pasando la cuenta.

Patagonia evoca ensoñación, aventura, extensos territorios libres, ríos caudalosos, lagos que más parecen mares interiores, glaciares enormes y grandes extensiones de hielo que denominamos campos de hielo, bosques, pampas y sobre todo libertad, contacto con la naturaleza, calidad escénica, ambiental y cultural. Es lo que se reconoce como una marca registrada reconocida a nivel planetario y con denominación de origen .

Pero Patagonia es mucho más que todo lo arriba descrito y su esencia, es vida en comunidad, historia, cultura, forma de hacer, sociabilidad, medioambiente, emprendimientos ganaderos, agrícolas, frutícolas, minería y desde los años noventa salmonicultura. Pero de esto poco se sabe, incluso en nuestro querido Chile. Bajo estos términos, el territorio patagón tiene un significado y un reconocimiento más global que interno, especialmente de los países desarrollados con una terrible dualidad, porque por un lado entienden que es un concepto poderoso de desarrollo sustentable, que va mucho más allá que ser un lugar bonito para visitar en vacaciones de verano; pero sus empresas transnacionales no dudan en querer intervenir el territorio y hacer de las suyas para ganar dinero, desrespetando lo que representa. Patagonia es un concepto de vida que debemos proteger y hacerlo valer para nosotros en la actualidad y para las generaciones futuras. Más que el patio trasero de Chile, como malamente identificó Daniel Fernández; a decir verdad es el más preciado y magnífico ante jardín que un país pueda tener.

Pocos saben que la patagonia chilena comienza en el límite sur de la provincia de Llanquihue y termina en la región de Magallanes. Son 3 regiones involucradas, Los Lagos, Aysén y Magallanes, 24 comunas, 25,8 millones de hectáreas, 74 mil kilómetros de borde costero, representando un poco más de la tercera parte de todo el territorio continental Chileno. Este magnífico territorio tiene a su haber campos de hielo norte, la segunda mayor reserva de agua dulce del planeta en la región de Aysén.

Sus recursos naturales, flora y fauna, belleza de sus paisajes, lo especial de su cultura, sustentan el futuro de las comunidades. Lamentablemente desde comienzos del siglo XX en años en que las transnacionales se hacían llamar Sociedades Explotadoras, han estado intentando introducirse en el territorio para lucrar de mala manera de sus riquezas naturales, ante una jurisprudencia que siempre ha sido deficitaria, permitiéndoles realizar a estas empresas, lo que no pueden hacer en sus países de origen, en actividades como la salmonicultura, que ha destruido los fiordos de Aysén y gran parte del mar del archipiélago de Chiloé. La minería, con un pésimo manejo ambiental en Magallanes y Aysén ha contaminado vastas zonas y el mismo turismo, no ha tenido la capacidad de velar por un desarrollo sustentable en las tres regiones, poniendo en peligro Parques Nacionales y Reservas Nacionales, a pesar de los grandes esfuerzos de entidades privadas y comunidades, que no han dudado de entrar en batalla por sus derechos. En Isla Riesco, en tierra del Fuego en Magallanes, luchan enconadamente por no permitir la explotación del carbón en Mina Invierno. Las comunidades de Aysén, han entablado duras batallas desde el comienzo del siglo pasado, cuando los pobladores de Chile Chico en ese entonces fueron en contra de la Sociedad Explotadora del Río Baker, que resultó en lo que se denominó “La Guerra de Chile-Chico” y ganar sus derechos a punta de revólver.

Al finalizar el siglo XX, las comunidades de Aysén volvieron a entrar en batalla, para no permitir proyectos como Alumisa, HidroAysén y Central Río Cuervo. Las comunidades Chilotas han tenido que vivir el escarnio del mal manejo ambiental de la industria salmonera desde hace más de veinte años, que literalmente ha destruido su entorno marítimo, por gobiernos que no han reconocido el derecho natural del archipiélago y del norte de Aysén, ante el valor intrínseco de lo que significa la cultura marítima de la pesca artesanal patagónica para el Chile total.

Ante esta dura realidad desde la Patagonia total, se debe tener la capacidad de crear las condiciones para que los gobiernos entiendan la importancia de la sustentabilidad para proteger el territorio, ante la sobre explotación de actividades que comúnmente están mal dirigidas productivamente y por el mundo de los servicios turísticos, que muchas veces no tiene la capacidad de ver más allá y se dejan llevar por el inmediatismo de la rentabilidad temporal.

La única manera de realizar un trabajo serio y profesional con la debida proyección de futuro para hacer de Patagonia un territorio sustentable para todos y no solo para algunos pocos privilegiados como suele ocurrir comúnmente; es desarrollar un Plan de Desarrollo, que entre otras cosas tenga la capacidad de calcular la capacidad de carga de todas las actividades productivas y de servicios, desarrollando el Estatuto de la Patagonia, que dicte normas, reglamentos y protocolos de trabajo para privados, gobiernos centrales, regionales y empresas de todo tipo, interesados en invertir y proteger la proyección de futuro de las comunidades y la territorialidad de la Patagonia, bajo planteamientos y objetivos propios, que estén en armonía con el medio, resguardando las ventajas comparativas que son intrínsecas de la diversidad natural del territorio como un todo.

Existen en la actualidad una importante cantidad de proyectos por parte de las transnacionales extranjeras esperando por entrar al territorio, en el área minera y salmonicultura especialmente y en turismo, que pretenden producir sin entregar las garantías suficientes, que no se esta alterando el valor ambiental, social, histórico y cultural de Patagonia y su denominación de origen, que en pocos años podrían desvirtuar las ventajas comparativas propias del territorio y lo que es peor, destruirlo para siempre.

No existe en toda la Patagonia un protocolo de certificación efectivo de formatos de producción y servicios turísticos, que este a la altura del desafío de sustentabilidad que se requiere en estos tiempos, que este desarrollado bajo planteamientos propios. Que permita tomar decisiones de protección ambiental, de producción, sociales y culturales, que sean efectivas y certeras, creándose en la actualidad un vacío imperdonable en la legislación, dificultando la calificación ambiental, social y económica en gobernaciones y municipios por la falta de una adecuada planificación territorial.

Como ejemplo de esta triste y la dolorosa realidad y lo devastadora que puede ser la legislación vigente, nos encontramos con la aprobación de la ley de Pesca y Glaciares, que no es más que un atentado para la integridad territorialidad de Patagonia, apoyado por gran parte de los parlamentarios patagones, que seducidos por el financiamiento de las empresas transnacionales, hacen caso omiso de lo que significa lo que están aprobando y no dudan en ir en contra de lo que juan proteger.

Mina Invierno en Isla Riesco en un claro ejemplo de esta devastación, produciendo en la actualidad un carbón de pésima calidad con tecnología del pasado en el mundo del futuro, en una mina a tajo abierto, considerada la más grande del planeta, en una isla atrapada entre vientos huracanados de más de 80 KM/hora. Además este mismo gobierno, quiere represar los ríos Baker y Pascua en Aysén. En Chiloé nómina un consejo científico de evaluación de la marea roja, con el solo objetivo de preservar la imagen de las empresas salmoneras de capitales extranjeros, para que no tengan que hacerse cargo de las implicaciones civiles de lo que significaron sus malas decisiones. Y ya es información pública, que se quieren abrir más yacimientos de carbón en Magallanes.

A pesar de todo y de todos, el 60 % del territorio patagónico continúa siendo un sistema natural único y relativamente poco contaminado si lo comparamos con el resto del territorio nacional, que continúa siendo de importancia estratégica para el país y su sustentabilidad, ante lo que representan sus ventajas comparativas, engrandeciendo su valor, haciendo urgente su defensa y cambiar definitivamente la ignorancia histórica de los gobiernos de Chile, desde Germán Riesco a Michelle Bachelet NM; aunque ese olvido le ha permitido estar en medianas condiciones. Con la llegada de la globalización y el centralismo de siempre, a la hora de implantar políticas públicas, que comúnmente son poco acertadas en su base de sustentación, la necesidad de posibilitar su preservación y garantizar su proyección de futuro es urgente. Sobre todo si tomamos en cuenta, que cada día se hace más fácil llegar al territorio, aumentando considerablemente el riesgo de destrucción, sin contar con la barrera natural que significó la incomunicación vial, que en el pasado para bien o para mal, actuó como defensa natural ante muchos depredadores industriales.

El vació jurisdiccional, hace que en la actualidad este gran territorio este a merced de actividades económicas, industriales y de servicios, que no cuentan con una fiscalización profesional. Incluso el turismo de intereses especiales, actividad social por sobre todas las cosas, en que se fundamenta gran parte del desarrollo social y es la buena nueva para muchas comunidades de patagonia, carece de un fundamento propio en la forma de proyectarse. Corriéndose el riesgo inminente de destruir esta importante actividad, al no tener un reglamento adecuado.

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