La falta de una representación regional, ha quedado en evidencia ante la ineficacia en temas trascendentales,estremeciendo el territorio ciudadano con serias contradicciones, que confirman la potente inconformidad actual entre representados y representantes. Los problemas suscitados son tan redundantes y decidores, que el tema ha cobrado una relevancia vital, ante el desencanto en nuestro propio proceso eleccionario regional ante el voto voluntario.
Por Andrés Gillmore
26 de octubre de 2016
En la actualidad existen cuatro políticos que le han hecho mucho daño a Aysén. Patricio Walker,Iván Fuentes, Antonio Horvath y Pablo Galilea; considero fundamental que en lo posible dejen de tener cargos de representación regional, por el bien de la proyección y la sustentabilidad de la región. Por eso la sola idea de que Pablo Galilea llegase al Municipio de Coyhaique se hacía inconcebible, aunque muchos lo daban como un hecho.
No podemos olvidar que el ex candidato de RN por el sillón edilicio, como subsecretario de pesca en conjunto con los otros tres nominados traicionaron la región, interviniendo el Movimiento Social y concretar la ley de pesca; que fue una de las actitudes más aberrantes en contra de los intereses de Aysén desde los tiempos de la colonización y beneficiar intereses foráneos y financiar intenciones que nada tenían que ver con lo que decian representar, sobre todo en el caso de los dos senadores. Con ello destruyeron los sueños de toda una región y poco les importó manipular la vida de los pescadores artesanales de la región y en forma soterrada engañándonos a todos en Aysén, haciendo parecer como que estaban con el movimiento social, cuando en verdad era todo lo contrario y negociaban con el gobierno de la Alianza por Chile defendiendo los intereses de los industriales pesqueros y esa fue una actitud que no se puede olvidar; menos en una región donde todos nos conocemos.
Por eso era fundamental para la sustentabilidad del municipio de Coyhaique, que Pablo Galilea no llegase al sillón edilicio y representará los intereses de la capital regional. Por el riesgo que eso significaba para la sustentabilidad del proceso que debe enfrentar Coyhaique en los próximos años y trabajar transparente por mejorar los índices de calidad de vida.
Alejandro Huala ganó la reelección porque el curriculum de Galilea decía eso y debe ser un punto de inflexión importante que el flamante reelegido debe considerar y mejorar la gestión pasada en todo aspecto, ante los importantes desafíos que esta por enfrentar. De haber tenido un oponente más regionalista, seguro que no le hubiese sido tan fácil ser reelegido y quién sabe si lo hubiese logrado.
La abstención nuevamente hizo su punto de inflexión y la representación quedó en tela de juicio. El 71 % de abstención es por decir a lo menos un problema serio y de relevancia, dentro de lo que ello significa para la sustentabilidad de la representación, que presupone que todo es parte de un proceso de aprendizaje ciudadano y parte de la transición hacia nuevas formas de pensar que no son instantáneos y que en términos sociológicos se puede decir, que todo es parte de un nuevo concepto estratificación, cambio de códigos y protocolos de lo que entendemos como representación política.
Fundamentalmente la «representación» tiene como sustento estar presente en lugar de otras personas y decidir en beneficio de esos intereses. Lo que define la noción de una representación adecuada y realista, al someterse a la condición que el representante debe actuar en beneficio de los representados, entendiendo su significado existencial y la proyección de futuro de lo que proyectan los representados o lo que prometió el representante. Si ese precepto se vulnera, se encona una crisis de grandes proporciones, tal como la que estamos viviendo en la actualidad con nuestros seudos representantes en el congreso y la crisis puede ser terminal.
Cuando decimos que alguien es «representativo», debe transmitir semejanza de intereses y que las propuestas tengan interés mutuo y con características similares. La queja más común es que los políticos no trabajan con «representatividad» por los intereses de los representados y desvirtúan los intereses de los representados hacia sus propios intereses. La representatividad en democracia determina la viabilidad política, donde las formas le dan sustento al voto de clase y energiza el proceso democrático. Cuando la representación proyecta conceptos distintos y no cumple su función; terminan engañando a los representados y destruye la base de sustentación de la política y la representación pierde su función, instituyendo el cohecho institucional.
La crisis terminal que vive la representación en la región, ha producido consecuencias devastadoras para la sustentabilidad y con el tiempo nos hemos transformado en víctimas de una representación ineficaz y vulnerable, en un proceso que ha comenzado a manifestarse por la falta de objetivos comunes, perdiéndose la oportunidad de concretar políticas que posean miradas regionales y capaces de reflejar el conjunto de las voluntades.
La falta de una representación regional, ha quedado en evidencia ante la ineficacia en temas trascendentales,estremeciendo el territorio ciudadano con serias contradicciones, que confirman la potente inconformidad actual entre representados y representantes. Los problemas suscitados son tan redundantes y decidores, que el tema ha cobrado una relevancia vital, ante el desencanto en nuestro propio proceso eleccionario regional ante el voto voluntario.
La crisis de la representación si no le ponemos término y elegimos con autoridad y sin falsos idealismos, terminará destruyendo lo que somos como región, produciendo cambios fundamentales en los protocolos de participación de quienes elegimos, con inimaginables implicaciones al proceso social en una dimensión desconocida que nos hará cuestionar el fundamento regional, sus objetivos y el nivel de consolidación de la efectividad de la democracia como proceso de desarrollo y la proyección de futuro de la región.
