Parque colapsado sanitariamente y medio ambientalmente, parque usufructuado para el bien privado, que la industria del turismo mal aprovechada alimenta.
Por Loreto Vásquez Salvador
natalesonline.cl
18 de octubre de 2016
Muchos de nosotros lamentamos esta dura realidad, pero es la verdad, pronto diremos Bienvenidos a la octava inmundicia, desastre, decepción como quieran decirle, así de claro, de maravilla quedan las cumbres azuladas de granito que por su altura e inaccesibilidad no han podido ser colonizadas por este «progreso aberrante».
Parque colapsado sanitariamente y medio ambientalmente, parque usufructuado para el bien privado, que la industria del turismo mal aprovechada alimenta. Parque, que de área silvestre protegida solo tiene el nombre, porque de proteger, protege el interés privado, no la naturaleza. Un parque, en donde todos los proyectos han sido aprobados bajo declaración de impacto y no Estudios, a pesar de que la ley ambiental y su reglamento DS 40 dice claramente que cualquier proyecto que se presente dentro de áreas protegidas debe ser ingresado como Estudio de Impacto.
Parque que cuenta con todos los respaldos necesarios para afirmar que no tienen la capacidad para soportar la creciente carga turística y, aun así, no quiere detenerse, pensar, planificar. Parque que no tiene dotación suficiente de guarda parques para cuidar el entorno, parque que enfrentará una temporada con déficit de agua, seco como aquel año 2012 del último gran incendio, parque que sigue aún sin tener una brigada de incendios profesional y estable. Parque que dentro, tiene otro parque privado disfrazado de parque conservacionista. Parque sin recursos, que para operar de manera básica ya tiene un déficit de millones de dólares a pesar de la gran recaudación de fondos en entradas mal distribuidas. Parque sin identidad! Parque que improvisa, parque que matamos!
Que el turismo es la única actividad sustentable que puede significar un futuro de progreso sostenido para Puerto Natales no hay duda, pero ¿cómo lo llevamos a cabo?. La explotación de cualquier recurso incluso el humano sin planificación regulación y responsabilidad no genera más que inmundicias, como lo vemos en Torres del Paine. Una actividad sustentable, asegura a largo plazo por un lado el trabajo y por otro, el medio ambiente, de la interacción de ambos se producen resultados beneficiosos y a largo plazo.