09 - noviembre - 2024

Arrogancia Salmonera: Entrevista a empresario Victor Hugo Puchi, de AquaChile

El empresario Víctor Hugo Puchi admite que el sector ha pecado de arrogancia y soberbia hacia las comunidades y sus proveedores. Prevé un positivo 2017, aunque advierte que el nuevo reglamento sanitario afectará el crecimiento. La entrevista la concedió al diario La Tercera este domingo 08 de diciembre de 2017.



Un año de contrastes y de grandes eventos fue el 2016 para la industria salmonera, menciona de entrada Víctor Hugo Puchi, el presidente de AquaChile. “Enfrentamos un año mezclado, pero cuyo balance final fue positivo”, subraya. Lo más destacable del período anterior, dice el empresario, fue constatar cómo continúa creciendo en el mundo la demanda por proteínas marinas, lo que demuestra, a su juicio, que para satisfacer el consumo creciente de proteínas saludables, el futuro del cultivo en el mar juega un rol clave. “La pesca silvestre extractiva está agotada, en consecuencia, el abastecimiento de estos productos llegará por la vía de cultivar el mar. Este es un desafío permanente para Chile”, plantea Puchi.

En 2016, sin embargo, el bloom de algas levantó un factor de riesgo importante para el sector, recuerda, reduciendo fuertemente la producción y la actividad de las plantas de proceso de la industria, afectando el empleo y la estabilidad laboral de los trabajadores. Esa menor oferta, señala, a su vez permitió que las condiciones de precio mejoraran, tras un 2015 impactado por el alza del dólar en Japón, Rusia y Brasil.

¿Este 2017 cómo lo prevé?

Lo veo bueno, proyectamos un favorable 2017, vamos a seguir en un período de recuperación. Todos los análisis y proyecciones de expertos internacionales en materia de proteínas revelan que la demanda sigue y seguirá creciendo y, por lo tanto, habrá mercado para nuestros productos. Si Chile hace, además, el esfuerzo de diversificación y apertura de nuevos mercados, será un 2017 positivo. Por otra parte, el nivel de peces en cultivo, tanto en el hemisferio norte como en Chile, muestra una oferta plana, de muy bajo crecimiento, por tanto, el equilibrio se va a mantener bien y los precios continuarán siendo atractivos. En el caso de Chile, si sigue la tendencia de reducir costos y ganar productividad, eso también ayudará, dado que estamos con un nivel de carga más cercano a lo óptimo.

¿Qué mercados serán más dinámicos?

El crecimiento de Brasil ha estado muy por sobre lo previsto en los últimos 10 años y el 2017 debiera continuar con su tendencia; México y Colombia también son atractivos. Rusia, por ejemplo, es un mercado importante y creciente, Europa, sin embargo, es cautivo de los noruegos; nuestra labor ahí es buscar nichos de mercado de salmón congelado con formatos con valor agregado, con cortes específicos, porciones precisas, ahí hay un esfuerzo comercial que hacer. Japón sigue con una demanda sólida y China está en pleno desarrollo, ahí hay un potencial inmenso. Hoy nuestra presencia relativa al tamaño del mercado es muy baja.

¿El nuevo reglamento sanitario que debutará este año podría afectar el crecimiento?

Hace una contribución, pero, a mi juicio, de una forma que le resta competitividad a la industria. Tenemos que ir a un modelo distinto, en donde el Estado, cumpliendo su rol de bien común, defina las capacidades de carga y permita, una vez definidas esas capacidades, que los concesionarios puedan operar con más libertad. Enfrentamos una competencia internacional que no da tregua y si nos quedamos con un modelo de producción donde mucha de nuestra actividad diaria va a estar condicionada a los permisos, a las aprobaciones de distintos funcionarios públicos en diferentes estamentos y con distintos criterios, nos vamos a volver no competitivos. La nueva norma hará más difícil el crecimiento de la industria y no podemos terminar en un sistema donde el Estado nos defina todos los detalles de cómo y dónde producir.

¿Cree que esa norma será transitoria?

Esperamos que haya una nueva generación de normas que nos lleve hacia un modelo más competitivo internacionalmente. Son necesarios menos puntos de producción, más distanciados entre ellos y escalas de producción más grandes. Cualquier modelo de producción va a tener que ser dinámico, revisándose en función de la realidad observada. En Chile, somos muy legalistas y tendemos a fijar normas rígidas, cuando hay que tener más flexibilidad.

Si bien el 2016 fue favorable en precios, nuevamente estuvo en cuestión la sustentabilidad de la industria.

A raíz de la reducción de la biomasa en cultivo provocada por el bloom de algas, las condiciones sanitarias del resto de la biomasa siguió en crecimiento y sus condiciones de cultivo fueron mejores. Eso demuestra que acercándose a un volumen más sustentable de carga biológica en las áreas aptas donde operamos, somos capaces de construir una industria más predecible y estable.

¿Qué tan lejos está el sector de ese punto?

Vamos en camino. Cuando estuvimos en torno a las 800 mil o 900 mil toneladas producidas, claramente estábamos excediendo los límites naturales y estuvimos lejos de un nivel sustentable. Eso se observa con un mayor nivel de presencia de enfermedades, mayores dificultades para la contención de éstas cuando hay brotes y en un mayor uso de medicamentos. Lo que vivimos el 2016 va a reforzar la hipótesis que hemos sostenido: que el país tiene que ir a una regulación que sea más clara en torno a definir las capacidades de carga.

¿Cuál es el volumen sustentable?

Es un nivel a ser determinado por la autoridad técnica. Sin embargo, cuando Chile produce volúmenes que exceden las 650 mil toneladas de salmón, se evidencian mayores brotes de enfermedades y mayor uso de antibióticos.

¿Fue suficiente el ajuste en la producción tras el bloom de algas o aún falta?

Ha habido un avance grande en materia de condiciones biológicas, lo que demuestra que nos acercamos a un punto de equilibrio sustentable, pero falta todavía. Estimamos que el 2016 la industria cerrará con una producción en torno a las 700 mil toneladas.

¿Hacia dónde debe crecer la industria?

Con la permanente evolución tecnológica será posible explotar nuevas áreas, hoy no asignadas para cultivo marino. Hay que prospectarlas con mayor precisión, pero seguramente serán zonas más oceánicas, más expuestas y van a requerir inversiones y tecnologías distintas a las que hoy se usan. Noruega muestra avances en ese sentido. Hoy, en las zonas costeras y aguas interiores es donde tenemos claras señales de saturación de centros de cultivo y también problemas de convivencia con otros sectores que usan los mismos espacios marinos; la posibilidad de desarrollar la actividad en nuevas áreas permitiría liberar aquellas que hoy representan conflictos o contingencias sanitarias o ambientales.

¿Se debe ir más hacia el sur, a la XI Región?

La XI Región ha tenido un foco importante en turismo y en recursos naturales, y no podemos sacarle el cuerpo a la discusión territorial sobre cómo ordenamos la convivencia en armonía con otros sectores productivos. Aysén tiene un potencial importante y el nivel de uso de las concesiones ha sido más bajo que en la Décima. La principal limitación de Aysén es la escasa infraestructura y la falta de mano de obra.

¿Cómo debe actuar la autoridad?

Nuestro conocimiento científico es limitado y, por lo tanto, hay que encontrar niveles de equilibrio sustentables en un proceso de ensayo y error para definir las capacidades de carga biológica que podamos usar. Este proceso necesariamente va a ser dinámico y el Estado jugará un rol importante en hacer las correcciones de capacidades de producción en función de los resultados reales que se observen. Los diversos organismos técnicos del Estado debieran estar dotados de autoridad para hacer las correcciones en forma oportuna, velando por los intereses globales de la industria.

¿Esa pega el Estado no la ha hecho?

Ha faltado una visión de largo plazo. Hemos estado como país convaleciente después del virus ISA, enfrentando situaciones de corto plazo sin lograr encontrar un modelo sustentable. La autoridad piensa que hoy no es el momento político para hacer un cambio legal en el Congreso y, por tanto, tenemos que convivir con soluciones temporales e insuficientes. Además, de todos los países productores de salmón, Chile es lejos el que privilegió el libre acceso ilimitado a concesiones, no existiendo restricciones para crecer, lo cual ha generado una industria no sustentable, biológicamente riesgosa y cuestionada.

¿El sector privado cómo lo ha hecho?

Los esfuerzos de la industria no han sido suficientes para convencer a los parlamentarios y autoridades de cuál es el modelo que Chile necesita. Hemos enfocado nuestro esfuerzo en situaciones de corto plazo, buscando solucionar problemas de coyuntura, de emergencia, que no necesariamente se condicen con lo que el país necesita en una mirada de largo plazo.

A nivel local, la industria tiene mala imagen. ¿Se sienten poco queridos?

El prestigio que tenemos ganado en los mercados internacionales no lo tenemos en el país. También es parte de nuestra cultura, tenemos una marcada tendencia a ver el vaso más vacío que lleno, no hay una valoración de lo que generamos los chilenos. Tenemos que hacer una labor de evangelización para que nos sintamos orgullosos de nuestra industria.

¿Cómo lo ha hecho SalmonChile?

Se está trabajando, pero en mi opinión falta una comunicación más sólida y una política más proactiva en difundir los innegables atributos del salmón chileno.

¿Es una tarea sólo comunicacional o también de gestión de las propias empresas?

Es una mezcla de factores. Tenemos una imagen local de éxito económico y el éxito hoy es castigado, no siempre es premiado. Pero también muchas veces en nuestra relación con las comunidades, con los proveedores, con los vecinos, pecamos de arrogancia y de soberbia. Esta sensación de sentirse en un pedestal distinto al resto afecta la imagen. Hay que volver a ser ciudadanos más normales. Tenemos que predicar en nuestras empresas el buen trato, el saber escuchar y demostrar más humildad. La industria salmonera tiene que bajarse de su pedestal y empezar a ser más normal.

“La mayoría quiere todo gratis”

¿Cómo ve al Chile de hoy?

Tenemos que buscar un punto de inflexión donde tengamos una mirada positiva. Hoy, la sociedad no está conforme en cómo nos manejamos los líderes en todo ámbito y hay que hacer un ejercicio colectivo: ser más modestos, reconocer los errores, escuchar, pedir perdón y enmendar el rumbo. Me preocupan los signos de una sociedad con una lista interminable de demandas donde todos quieren que terceros les solucionen sus problemas, sin considerar que los recursos son limitados y que se requiere del esfuerzo de todos.

¿Hoy es más fácil pedir?

Los políticos han cultivado mucho el entregar cosas como una forma de conseguir votos y se ha abandonado el mensaje de la responsabilidad individual, de que todos tenemos que hacer un esfuerzo por conquistar progreso para uno y para su familia. Yo vengo de Coyhaique, y recuerdo que cada vez que una familia podía mandar a su hijo a la universidad era un orgullo y un esfuerzo familiar. Hoy, la mayoría quiere que todo sea gratis y los recursos no dan. El esfuerzo y la responsabilidad personal no se hacen exigibles.

El empresariado tampoco da ejemplo en buenas conductas y comportamiento.

Así es, los casos que se han conocido son una alerta para la sociedad, preocupémonos de que estas cosas no ocurran y que cuando ocurran, se sancionen como corresponde. Lo mismo tiene que pasar con el adecuado uso de los recursos públicos buscando transparencia para proteger los recursos destinados a los más necesitados. Nuestra sociedad tiene mala memoria, debiera haber una especie de Dicom que registre las malas conductas ciudadanas, incluyendo a todos los que ejercen liderazgo.

¿Qué liderazgos empresariales se necesitan?

Una mezcla de dos ingredientes que cuesta juntarlos. Primero, una adecuada diplomacia para conseguir confianza y diálogo constructivo. Junto con ello, una voz fuerte y franca para levantar los temas, con el lenguaje y la forma adecuados. Los empresarios pecamos por no opinar en temas de políticas públicas donde somos competentes. Echo de menos esa voz empresarial que opine sobre Chile y no se sienta descalificada por la tacha permanente de tener intereses creados.

¿Esos atributos los tiene Alfredo Moreno para liderar la CPC?

Alfredo tiene una tremenda trayectoria que lo respalda y en la descripción de perfil que hice él cuadra perfectamente. Ha estado en roles del área privada, como mediador, estuvo en Cancillería, en Teletón, es un hombre muy diverso y de mucha empatía, y nunca hace alarde de su capacidad e inteligencia. Muy dispuesto a escuchar. Es un buen liderazgo.

¿Cómo ve la carrera presidencial?

Muy enredada, más de lo que a uno le gustaría. Todo el mundo está consciente de que las reformas que se hicieron hay que revisarlas. Hay grandes temas que son parte de cualquier programa de gobierno de derecha o de izquierda y donde los candidatos deben pronunciarse con claridad definiendo hacia dónde quieren conducir el país. Cómo abordar la aspiración social de mayor igualdad en una economía con menos recursos que necesita conciliar el crecimiento económico con progreso en equidad social. El desorden creado respecto de los ahorros previsionales y las expectativas es un fuerte desafío político. En esta materia, se requieren propuestas claras de los candidatos.

¿Qué candidatos dan mayor tranquilidad?

Lagos y Piñera son dos distinguidos políticos con trayectoria y conocidos. Los nuevos candidatos pasarán por un test más exigente en término de sus contenidos y programas.

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