24 - noviembre - 2024

La DC, el PC y el Frente Amplio: El campo popular y las divergencias y convergencias en la puerta del horno

Se debe tener claro que hay que catalizar el centro político, pero ello no se puede confundir con hacerse centro político. Ello debe implicar, en primerísimo plano, la formación de un bloque político robusto, con evidente fuerza social de cambio, que sea capaz de ejercer la atracción necesaria y suficiente en torno al campo popular organizado, asunto imposible sin ganar un particular y complejo campo social en disputa: el mundo de la actual abstención y pasividad, que no puede ser tratado como un objeto, sino canalizado como sujeto histórico activo.


Por: Marcos Uribe Andrade
14 de marzo de 2017


Cuando una fuerza política da pasos para terminar una alianza táctica, es porque comprendió el fracaso de su funcionalidad o el fin de su aporte funcional. En cualquier caso, la iniciativa indica un claro gesto que no puede pasar inadvertido: la DC se mueve hacia los polos y sus dirigentes, eligen el intento de posicionar sus fuerzas hacia la derecha. Esta radicalización debe orientar a la disputa de su base social, más que a la guerra ideológica con su segmento cupular, en cuanto dicha intención de cúpula se funda en factores ideológicos y económicos de su elite rectora, que tensa su cuerpo orgánico y su base social de respaldo, pisando la celosa cuerda de la fragmentación.

Hoy, desde el interés popular, se configura una nueva gran coyuntura para grandes definiciones y esperemos que no sea un momento para equivocarse por treinta años más en materia de alianzas, pues se enfrenta la situación política más relevante para la toma de decisiones, después de 1986.

Que la lucidez de quienes tomen estas decisiones no se empañe por unos pocos logros, sin medir las derrotas y el desastre sin freno del neoliberalismo. Que la obsecuencia no empañe ni esté por encima de la claridad sobre las contradicciones fundamentales. Que los errores o diferencias de criterio en las decisiones pasadas no vayan por delante del interés común de las grandes mayorías (las despiertas y las dormidas). Que la unidad del pueblo se construya esencialmente en torno a sí mismo, antes que con los grupos y sectores vacilantes, sin perder de vista que también significan un terreno en disputa y la necesidad de sumarlos en el camino.

¿Cuál es la incertidumbre frente a las disyuntivas? Sin duda, la principal es aquella que imprime la falta de carácter en que convergen los partidos de la izquierda tradicional, luego de ser puestos a prueba y quebrados estratégicamente, en el marco del acuerdo Nacional por la Democracia, articulado por la DC, el Departamento de Estado (USA) y el pinochetismo, por allá por el 85 y 86.

Refrescando la historia, recordemos que un PS amplio pero ambiguo y un PC cansado y corroído, caen presa de una emboscada que les repliega y empuja a una táctica equivocada: incorporarse progresivamente al escenario de la ofensiva burguesa, que hacía suya las fuerzas vacilantes del centro histórico y que actuaba potenciada ante lanaciente crisis internacional del socialismo: la caída de los “socialismos reales”. Así, ya la acción propulsiva de las estructuras clandestinas, semi-clandestinas y públicas de la lucha político-militar, no podían ser el camino de partidos que quisieran sumarse a la salida electoral y al Acuerdo Nacional por la Democracia. Pero sumarse a este acuerdo implicaba un alto costo que se decidió pagar: dejar atrás el proyecto de desobediencia civil y de rebelión popular. Con ello, causar eldebilitamiento ideológico y práctico de las organizaciones sociales;generar la pérdida del peso específico de clase, conquistada a través de los sindicatos ydesarticular la fuerza de acción urbana de desestabilización; en términos de táctica, elegir un combate prolongado en territorio hostil y finalmente, quedar atrapados en una alianza concertacionista, que culmina hoy con la Nueva Mayoría, en crisis por su propia descomposición moral, la corrupción insostenible y el absurdo intento de conciliación de lo inconciliable.

La incertidumbre es -también y consecuentemente- la debida posición de las nuevas fuerzas sociales de cambio, ante la pérdida grave de confianza en las viejas orgánicasy del afecto de la ciudadanía, con los programas y opciones estratégicas de la izquierda del siglo XX, cuyo máximo punto significó el gobierno de Salvador Allende. Es el peso del descrédito moral y la confusión y crisis del pensamiento político de masas; esla orfandad y la desesperanza:“Vivimos revolcaos en un merengue/ y en un mismo lodo / todos manoseaos…”: las viejas letras de la épica popular, inclinadas ante la descarnada descripción social y cultural del famoso tango de Enrique Santos Discépolo.

Pero tiempo perdido o leche derramada….como se le llame, hay cosas claras que sobreviven a múltiples naufragios: existe una porfiada realidad que permanece, aunque no sea fácil reconstruir la confianza y el sentido colaborativo y convergente de los intereses del campo popular.

VUELVO AL COMIENZO Y CONCLUYO:
El Frente Amplio y su irrupción en el escenario político no es un detalle (punto a tomar muy seriamente en cuenta, al margen del verdor de los renovales). Esta nueva amenaza a las fuerzas dominantes del neoliberalismo y del conservadurismo, está causando sus primeros grandes movimientos telúricos y no es casual en las decisiones que comienzan a movilizarse en la arena política y por lo pronto, algunas someras consideraciones relevantes:

La dirigencia DC pretende disponer a sus bases, en respaldo de los intereses del gran capital y –por supuesto- hacia la derecha que tradicionalmente le ha representado.¿Por qué?, porque siempre la cúpula DC suma más que dos más dos cuando se trata del poder y su coherencia con sus intereses, que curiosamente nunca han sido realmente concordantes con los de su base social; porque sabe que esta marea no tiene vuelta; que tarde o temprano y más temprano que tarde, este tsunami llevará en su ola lo que tiene que llevar y su base social, que es sensible a los intereses del campo popular, debe ser oportunamente manipulada: estamos frente a un cierre de filas en torno a sus intereses estratégicos cupulares, porque mientras el espectro de la izquierda se debate entre dudas y vacilaciones, estos viejos guerreros, oportunistas profesionales de la política, no pierden el tiempo y afianzan su territorio esencial.

POR SU PARTE, El PCy el resto de los partidos de la izquierda tradicional -que en sus fueros internos,no pueden esperar con sensatez que las nuevas fuerzas que nacen desde el pie,confluyan hacia un centro sin proyecto propio de clase- paso a paso comprenden que se abre el horizonte, después de un largo invierno de densos nubarrones y que puede sacarles de ese repliegue que consideraron forzado (lo hecho, hecho está) tras las maniobras políticas de los tres recientes decenios.

LA DERECHA, mientras, vive la peor crisis moral y sólo se sostiene del delgado hilo de los sobornos y de una“alta delincuencia” organizada, sin líderes de largo aliento, tratando de conquistar a una DC que le ofrezca una balsa de salvataje,para alcanzar alguna porción de tierra firme, sin tener que buscar una nueva incursión de descarnado terrorismo de Estado.

POR ELLO, se debe tener claro que hay que catalizar el centro político, pero ello no se puede confundir con hacerse centro político (mensaje para toda la izquierda tradicional). Ello debe implicar, en primerísimo plano,la formación de un bloque político robusto, con evidente fuerza social de cambio, que sea capaz de ejercer la atracción necesaria y suficiente en torno al campo popular organizado, asunto imposible sin ganar un particular y complejo campo social en disputa: el mundo de la actual abstención y pasividad, que no puede ser tratado como un objeto, sino canalizado como sujeto histórico activo. (GRAN “TAREA PARA LA CASA”, GRAN ESCENARIO EN FORMACIÓN Y UN AMASIJO QUE EN LA PUERTA DEL HORNO, TAMBIÉN SE PUEDE QUEMAR)

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