Zaida Catalán, una abogada sueca-chilena, funcionaria de la ONU, fue encontrada decapitada y semienterrada, junto a su compañero de labores, el norteamericano Michael Sharp, el martes 28 de marzo cerca de Ngombe, en la región congoleña de Kasai Central. Ambos estaban en una misión de paz en la República Democrática del Congo para vigilar el respeto de los derechos humanos en el Congo y comprobar las sanciones de ONU hacia ese país africano, para conseguir la paz y la democracia en esa área.
El gobierno del Congo apunta como los asesinos a un grupo militar llamado Kamuina Nsapu, un grupo que ha desestabilizado la región central del Congo. En total, Naciones Unidas ha documentado diez enterramientos clandestinos en Kasai Central y está investigando otros siete agujeros donde yacen seres humanos en el centro de Congo.
La milicia habría nacido el año pasado y ciñen su frente con una banda de color rojo: los kamuina nsapu, que son seguidores de un líder, “Kamuina Nsapu”, que murió en agosto en un enfrentamiento con la policía congoleña. Armados con palos, machetes y fusiles robados a la policía ha desencadenado que desde entonces los combates entre este grupo armado y militares y policías congoleños ha matado a 400 personas y ha provocado a la huida de miles.
Zaida Catalán era hija de Mario Catalán, un chileno que llegó como refugiado político en 1975. Mario Catalán se estableció en Suecia, formó familia con la profesora María Morseby, con quien tuvieron dos hijas: Zaida y Elizabeth.
Zaida Catalán fue dirigente de la Juventud del Partido del Medio Ambiente de Suecia entre 2001-2005. Zaida era abogada y ejerció como jurista en el Partido y otras organizaciones suecas. Posteriormente, trabajó para la EUPOL Afganistán, una misión de la Unión Europea de apoyo a los esfuerzos de la reforma del gobierno afgano en crear un servicio civil de policía en ese país y en Palestina con las Naciones Unidas.