13 - septiembre - 2024

Carolina Goic: La candidata «Light» de la Democracia Cristiana

 

Por J.C Ripper.-
Por circunstancias, la Democracia Cristiana ha terminado atrapada con una candidata «Light» a la presidencia de la República, la senadora Carolina Goic de 44 años de edad.
Sin que nadie se diera cuenta, como una ironía de la historia, se fue imponiendo una candidata Light, atrapada en la disyuntiva política de una DC sin mayores ideas y de delgada densidad política y que, al final, se mueve por el pragmatismo para salvar lo que se pueda salvar.
Sin ningún candidato sólido, apanicada por  en su caída histórica, la DC se movió, casi sin darse cuenta, hacia el vulgar pragmatismo. De ese modo, a Carolina Goic le ha tocado el papel de reflejar el carácter de su época y de su partido.
Por eso, por sus particularidades para servir a las actuales  necesidades de su partido, Carolina Goic, se encuentra hoy en una encrucijada delicada.
Ella debe decidir ya si participa o no en una primaria con Alejandro Guillier, primarias que perderá inevitablemente.  ¡Qué duda cabe! Será una derrota humillante para ella.
Ya el DC Claudio Orrego fue humillado en las primarias del 2013 de la Nueva Mayoría. Orrego no fue capaz ni de ganarle a Andrés Velasco. Orrego salió tercero con un puñado de votos y el 8%.
O bien, en la otra alternativa, la senadora Goic deberá optar por la vía del camino propio propuesta con fanatismo y gazmoñería por la señora Mariana Aylwin, representante de los demócratas cristianos fuera del poder. Mariana Aylwin sueña con la «grandeza» perdida de su partido y cree en volver al espíritu de los pioneros, como un homenaje y por amor al padre, quizá. Pero, este camino freudiano es criminal para los actuales diputados y senadores de la DC, pues deberán correr el riesgo de competir solos en una lista parlamentaria. Según sus propios cálculos, perderían un tercio de sus parlamentarios. Un desastre.
¿Cuál es la peor alternativa en esta cadena de acontecimientos casi inevitables?
Mientras medita una respuesta, Carolina Goic, (sin mayores ideas que ciertas generalidades, ciertas banalidades sobre un centrismo ubicuo y en esencia sólo asuntos de procedimientos), como los futbolistas que no desean una goleada, hace tiempo en el limitado campo de juego. Su libertad de acción está muy determinada, en un corto tiempo. La senadora Goic le gustaría quizá ver un bello eclipse lunar,  pero, aunque su actividad humana fuese intensa, por su solo deseo, no se producirá ningún eclipse lunar.
De ese modo, Carolina Goic es una mujer en busca de un rol digno en la historia menor de la política. Está en busca de un papel en la narrativa de la chimuchina política, ese conjunto de maniobras políticas sin orden ni concierto. De eso se trata la política menor, de satisfacer a un grupo de paralelogramos de fuerzas.
Carolina Goic agenda reuniones de cierta visibilidad pública, aquí y allá; en verdad, donde se pueda. En el fondo, Carolina Goic está en busca de un destino algo honorable.
Debe apurarse. No tiene mucho tiempo. Corre un gran riesgo.
 Sin buscarlo mucho, ella corre el riesgo de quedar como la mujer que definitivamente quemó las naves de la DC. Es muy difícil a veces, llegado a un punto y a pesar del talento individual, cambiar el desarrollo de los eventos políticos.
La política es maldita a veces. Como la luna, tiene su lado oscuro, y ese lado oscuro de la política está lleno de monstruos. Y muchas veces, la percepción o las ilusiones ópticas de los declives o derrotas políticas quedan grabadas como errores personales.
A veces, los imponderables hechos políticos crean una necesaria víctima, un chivo expiatorio para que todos los demás políticos puedan dormir tranquilos. En ese momento, todos los políticos macucos se hacen un lado para que la sangre del cordero expiatorio no los manche.
El rol de víctima o chivo expiatorio sería algo injusto  para la senadora Carolina Goic. Pues el declive de la DC ha sido un largo calvario.
Veremos.

 

 

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