En un departamento DFL 2, construido en 1972 bajo la impronta de la arquitectura social rusa vive, en la ciudad de Quilpué, Andrés Martínez, más conocido como “Consomi”, un biólogo pesquero, quién hace ya décadas descubrió la fotografía y no la abandonó jamás.
Como un verdadero obrero de esta disciplina artística, Consomi (1967) trabaja a diario buscando y capturando imágenes, y entre otras investigaciones, ha encontrado en su propio entorno hogareño una fuente gravitante para la producción fotográfica. Durante alrededor de una década, Consomi ha realizado una prolífica serie de corte erótico, con una diversidad de mujeres ligeras de ropa en poses insinuantes e incluso, sexualmente explícitas.
Parte importante de ese archivo – unas 125 fotografías – fueron expuestas por alrededor de tres meses del año 2015 en el Parque Cultural (Ex Cárcel) de Valparaíso. La muestra fue calificada como una de las mejores de ese año, pese a la censura previa impuesta por el centro cultural porteño, que retiró algunas imágenes argumentando que se trataba de un espacio abierto a todo tipo de públicos, incluidos los niños. Con advertencia Para Mayores de 18, Consomi logró una gran recepción, que espera replicar a partir del próximo jueves 18 de mayo, cuando despliegue parte de su extensa serie erótica en la tienda galería FLACH del barrio Lastarria (Villavicencio 301 – A)
El espacio acogerá alrededor de 15 fotografías, conformando la muestra “Departamento 33”, en donde las mujeres y las alusiones al voyerismo, al exhibicionismo, al placer erótico o al deseo, funcionan en un complemento escénico con el departamento, su estructura, mobiliario, rincones y decoración, es decir, el habitar diario de Consomi como un significante esencial de la pulsión erótica y el cuerpo femenino.
Si bien se define como un “huevón caliente” y entre broma y broma admite: “No me siento artista ni me interesa ese discurso. Soy un tipo feo y pobre; la única forma de tener minas es a través de las fotos”, esta postura outsider trasunta a su vez una genuina preocupación por temas propiamente visuales y fotográficos, como la contemplación; la composición; el estudio de la luz natural en distintos periodos del año; la perspectiva; los tiros de cámara; la geometría, la decoración y la estética como plantilla escenográfica de sus fotografías.
En los últimos 10 años, ha reunido un archivo de 15 mil imágenes, protagonizadas por sus amigas, amantes, conocidas, conformando un enorme acervo visual que responde a situaciones espontáneas de su diario vivir. No existe aquí el montaje ni la pose propiamente tal, sino sólo el aprovechar instancias de romance y jugueteo, simplemente parte de la vida de Consomi, quién se auto define como un ermitaño.
Al respecto, advierte “Mucha gente piensa que se trata de puestas en escena, poses preconcebidas pero no es así, es algo que surge in situ, pura improvisación. Pero ello no significa hacer fotos sin saber lo que hago, hay una plena consciencia de lo que busco, pero me distancio totalmente de los montajes fotográficos o de las construcciones conceptuales”.
Convencido de que el arte debe tener algún grado de provocación, Consomi mantiene aún abierta su extensa exploración de lo erótico, esperando culminarla en el mediano plazo, con la publicación de un foto-libro.
Su búsqueda se inspirado en el cine y en la obra de fotógrafos como Man Ray, Nan Goldin y Helmut Newton. Ha trabajado en publicidad de las marcas Ellus y L’Oreal mientras estuvo en Brasil y expuesto su trabajo, aparte de Chile, en Bruselas, Marsella y Barcelona. En febrero pasado, estuvo como artista en residencia en el Instituto Superior Latinoamericano de Arte, ISLA, de Antofagasta, donde realizó un taller de fotografía erótica.