En una carta a El Mercurio Cristián Warken afirma que Sebastián Piñera es un sujeto vulnerable y que «no sería raro que en medio de su mandato (si gana las elecciones) tuviera que enfrentar nuevos cuestionamientos y juicios que llevarían al país a una crisis institucional y política sin precedentes.» Por otro lado considera que Ossandón ha tenido el valor y el coraje de enfrentar la crisis moral de la derecha chilena.
Descontento cada vez mayor
Señor Director:
Las performances televisivas de Ossandón no han sido buenas y es verdad que su impulsividad le juega a veces en contra en sus apariciones públicas. Pero no se puede negar que ha tenido el coraje y la convicción de enfrentar sin rodeos y eufemismos uno de los males que están en el origen de la actual decadencia política que vivimos: la de la promiscuidad entre la política y los negocios.
Hace años que en mis columnas publicadas en este mismo diario vengo diciendo que nuestra crisis es una crisis ética, que las varas de la impecabilidad disminuyeron dramáticamente en las últimas décadas en Chile y que esa crisis es transversal, desde la derecha a la izquierda, pero tiene la máxima gravedad cuando la élite empresarial y política que debiera dar la pauta, cae en prácticas tan nefastas como la colusión o el financiamiento ilegal de la política.
Me sorprende cómo muchos amigos de derecha -a quienes considero personas probas- me dicen que saben que Piñera no es un santo de altar, que su forma de operar no ha sido necesariamente ética a lo largo de los años, aunque sí «legal», pero que votarán por él porque es un mal menor y es el único capaz de salvar a Chile de la decadencia en curso.
¡Craso error! Lo que necesitamos hoy son políticos que no se conformen con lo legal, sino estadistas que entiendan que lo que necesita el país es una revolución moral (no moralista) que recupere los tejidos sanos que quedan y volvamos a sentirnos orgullosos de nuestro país en un contexto latinoamericano marcado por la corrupción a gran escala.
La vulnerabilidad de Piñera es muy grande y no sería raro que en medio de su mandato (si gana las elecciones) tuviera que enfrentar nuevos cuestionamientos y juicios que llevarían al país a una crisis institucional y política sin precedentes y convertirían al Frente Amplio (tan temido por la derecha) en una real alternativa de gobierno, pues él (y no la Nueva Mayoría, hoy sin autoridad moral en este tema) ha colocado la ética como una de sus banderas principales de lucha. Piñera podría perfectamente convertirse en nuestro Temer.
Ossandón, con toda su rusticidad, su torpeza y mala memoria para dar cifras, sí tiene intuición para entender lo central de nuestra crisis hoy. Y tiene intuición porque tiene algo que no tienen sus contendores: «tiene calle». Conversa con la gente común, con el pueblo y es ahí donde crece un descontento cada vez mayor contra una élite muchas veces ciega, sorda y soberbia. Ossandón ha sido demonizado por la derecha oficial, pero son su coraje y lucidez en este tema los que pueden salvar a esta derecha de un nuevo desastre político en el que siempre esta termina por caer.
Cristián Warnken