Hemos quedado estupefactos, atónitos, aturdidos. Nunca nos imaginamos que sería de este modo tan carnicero. Han degollado a Carolina Goic en público. En medio de la Junta Nacional DC la han dejado sangrando con el cuello abierto. Es para ella una noche aciaga, fatídica. Le han propinado una derrota política histórica nunca vista, como un tajo en cuello, difícil de recuperarse.
Los culpables son Mariana Alywin, Soledad Alvear, Jorge Burgos y Gutemberg Martínez, operadores del camino propio. Ellos la pusieron en una trampa mortal, sin cálculo real. La pusieron en un precipicio sin cuerdas de seguridad. Eligieron a Carolina Goic para dejarla caer.
A Julio César el senador romano, le pusieron 23 puñaladas en el senado. Cualquier parecido con Carolina Goic es pura coincidencia. Al menos el romano Julio César fue capaz de defenderse e hirió en el muslo con un punzón a uno de sus atacantes, el senador Bruto.
El culpable directo de la derrota de Carolina Goic fue Ricardo Rincón.
En la Junta Nacional de la DC, Brutus Rincón salió victorioso en brazos de una masa que gritaba: ¡Rincón senador!
Carolina Goic no alcanzó a reaccionar.
Un error de cálculo mayúsculo. Una falta de experiencia insoportable.
Al senador romano Julio César le advirtieron, Cuídate de los idus de marzo.
Que significa: ¡Cuídate de las cuchilladas por la espalda!
Carolina Goic también fue advertida previamente.
Le habíamos avisado en repetidas ocasiones. Cuídate de los que están dispuestos a sacrificarte. Le dijimos que corría el riesgo de ser una Juana de Arco quemada en la hoguera.
Pero la senadora no escuchó. Ella solo creía que los enemigos estaban en otra parte, no en su propio partido, el partido Demócrata Cristiano.
El PDC ha salido muchísimo peor de lo que estaban hace algún tiempo. Se destruyen entre ellos. Increíble. Demolieron todo su poder de negociación y se quedaron sin nada.
Es un papelón político nunca visto en nuestra historia política. Reviso y Reviso. Pero no recuerdo en la historia política tal bochorno. Que un partido se haya pegado varios balazos en los pies.
Le habíamos advertido en repetidas ocasiones. ¡Cuídate, Carolina, de los que están dispuestos a sacrificarte!
Pero la senadora no escuchó.
Iría a ganarlo todo: respeto, influencia, poder.
No ganó nada.
Fue arrastrada a una situación inconmensurablemente triste.
Aunque ella también es responsable.
Llegado el momento, el momento de la verdad, y Carolina Goic no tuvo liderazgo ni la capacidad de levantarse e imponerse.
No tuvo el pathos que se exige a los grandes líderes en momentos críticos; el pathos que mueve las pasiones y logra influir en las audiencias.
Carolina Goic fue avasallada.
La historia, a veces, necesita un Chivo Expiatorio para que los demás duerman tranquilos. Ya tienen a quien echarle la culpa. Lo dijimos hace unas semanas atrás:
«La política es maldita a veces. Como la luna, tiene su lado oscuro, y ese lado oscuro de la política está lleno de monstruos. Y muchas veces, la percepción o las ilusiones ópticas de los declives o derrotas políticas quedan grabadas como errores personales. A veces, los imponderables hechos políticos crean una necesaria víctima, un chivo expiatorio para que todos los demás políticos puedan dormir tranquilos. En ese momento, todos los políticos macucos se hacen un lado para que la sangre del cordero expiatorio no los manche.»
Carolina Goic había jurado por sus hijos que no bajaría su candidatura presidencial.
Ahora, en esta noche aciaga, Carolina Goic ha dicho: «Sobre mi candidatura presidencial mi decisión es tomarme unos días para evaluarla»
El partido Demócrata Cristiana ha profundizado su crisis y ha devenido en una institución gravemente dañada por dentro.