La presidenta Bachelet declara la guerra a bolsas plásticas en su último discurso en la ONU y prohibirá su venta en la costa. Paralelamente se ha entregado un informe científico acerca del nocivo impacto del plástico presente en el agua de grifo.
Un estudio realizado por investigadores de la organización periodística Orb Media informa que se han encontrado microplásticos residuales en más del 80% de las 159 muestras de agua potable recogidas en diferentes países de 5 continentes.
El agua potable del grifo contiene micropartículas de plástico que pueden resultar nocivas para nuestro organismo. Orb Media es una organización periodística sin ánimo de lucro. La investigación fue monitoreada por la Universidad Estatal de Nueva York y la Universidad de Minnesota.
El estudio se basa en 159 muestras realizadas alrededor del mundo, en 5 continentes, desde Washington, pasando por Nueva Delhi hasta Ecuador, entre otros. Más del 80% de esas muestras de agua portaban dichos microplásticos.
Se ha demostrado que estos fragmentos son capaces de absorber sustancias tóxicas que pueden estar relacionadas con múltiples enfermedades, incluyendo el cáncer. Una vez se consume este agua, las partículas desprenden su toxicidad acumulada. También pueden llegar a almacenarse en el tracto intestinal y llegar a los ganglios limfáticos.
Estos microplásticos se introducen también en todos los niveles de la cadena de producción alimentaria
Su origen tiene diferentes vías, como por ejemplo: De las prendas de ropa hechas con material sintético, como el poliéster o la lana sintética (que, cuando se lavan en la lavadora, las fibras de estas prendas se van con el agua residual); los residuos vertidos al mar; la pintura que se desprende de barcos e, incluso, coches; o de los gránulos sintéticos que se encuentran en muchos productos de cosmética, como los exfoliantes.
Al ser accesible, implica que dichos microplásticos se introduzcan también en todos los niveles de la cadena de producción alimentaria: esa misma agua se habrá utilizado para producir nuestra comida que compramos en los supermercados o que comemos en los restaurantes, en el agua que compramos embotellada. o en el pescado que consumimos (que, previamente, también ha ingerido este residuo).
Un estudio publicado en la revista Science Advances en julio en el que se concluía que, desde su descubrimiento y aplicación a la vida, hemos generado 8300 toneladas de plástico, de las cuales solo el 30% sigue en uso (de ese 30, el 9% es reciclado): el resto, acaba como residuo en los océanos.
El plástico no es un material biodegradable, por lo tanto, casi imposible de destruir. Si no se incinera o recicla, se puede descomponer en partes cada vez más pequeñas, hasta alcanzar un tamaño imperceptible al ojo humano.