09 - noviembre - 2024

La Decisión Política en Tabla de Discusión: políticos y partidos se alejaron de sus electores y la ciudadanía

Parlamentarios indiferentes de sus ideologías olvidaron la función básica de su representación a la hora de legislar, que era proteger al más débil y desestimaron los principios más elementales de la constitución, legislando por intereses diversos y por los propios, olvidándose de los ciudadanos y de los grupos sociales que decían representar.




Por Andrés Gillmore
Septiembre de 2017


El contrato político es el resultado del pacto entre los candidatos y los electores, el compromiso que obliga al elegido para que actué en consideración con lo que prometió, obligando al candidato moralmente y administrativamente a respetar el discurso que lo hizo llegar a ostentar el cargo público. Los elegidos sin omisión deben servir a las ideas que fueron expuestas y desarrollarlas por el bien común.

Las obligaciones políticas y el modelo en si mismo se fundamenta bajo la base que los gobernados legitiman al gobernante, con un contrato moral para desarrollar al estado cívico-social y en función de ello, legitimar el poder político, garantizar la obediencia social y que fundamentalmente los elegidos cumplan con las obligaciones contraídas. En definitiva, el contrato político es lo que justifica la obediencia social hacia el poder político; pero si este contrato no es cumplido, crea la falta de legitimidad y confianza en la representación y se da inicio al caos.

Si analizamos bien el estado de la política partidista actual en Chile, el pacto político con la sociedad ha sido vulnerado totalmente y en toda su expresión y es indudable que la población ha sido traicionada en sus fundamentos, posicionándonos en un denso proceso en busca de la confianza y la legitimidad perdida. El congreso en la actualidad está completamente tomado por los intereses de los grupos económicos y sin miedo a equivocarnos, podríamos decir que las bancadas políticas están a merced de los grandes empresarios y los grupos económicos.

Parlamentarios indiferentes de sus ideologías olvidaron la función básica de su representación a la hora de legislar, que era proteger al más débil y desestimaron los principios más elementales de la constitución, legislando por intereses diversos y por los propios, olvidándose de los ciudadanos y de los grupos sociales que decían representar.

La política actual carece de una democracia interna que permita entender el aspecto social de las decisiones tomadas en el hemiciclo, carecemos de una funcionalidad operativa que permita cambiar la conciencia del hacer de nuestros parlamentarios, que a simple vista carecen de colectividad y solidaridad, son extremadamente individualistas a la hora de decidir y lo que es peor aún, han transformado los medios de información en una forma de despolitizar la realidad en su punto de origen, quitándonos la proyección en la acción colectiva, por la codicia y la ganancia fácil, perturbando los objetivos de Chile y con una impunidad tal, que han permitido que el enriquecimiento ilícito se haya enconado como nunca antes había sucedido en la historia de Chile.

En pleno siglo 21 los economistas se han transformado en sesudos profetas del futuro, sustentando un modelo simplista y poco práctico con argucias para manejar la economía que van mucho más haya de los supuestos verdaderos que entregan las ciencias sociales, que son la razón de ser y de vida del objetivo básico de la economía, maximizando las ganancias y deteriorando la justicia social como nunca imaginamos.

En la actualidad estamos en pleno proceso de entender a cabalidad lo que sucedió con la política partidista y su irreverente realidad de desigualdad para proyectar el futuro. No será un proceso simple bajo ningún punto de vista, ante las implicaciones negativas del hacer, al tener que enfrentar conciencias traslapadas y formatos carentes de ética y que hasta hace poco pensábamos eran correctos, endosandonos a los ciudadanos el reto nacional, de lograr lo que se denomina en sociología, la democracia económica, social y verdaderamente representativa, equiparando el valor del trabajo con el del capital, para que el trabajo como tal y en todas sus formas no continúe depreciado en nuestra sociedad y que los trabajadores obtengan el reconocimiento que se merecen por los empleadores, realidad demostrada por los bajos sueldos y no poder contar con la libertad necesaria para luchar por sus derechos en igualdad de condiciones.

La única vía para lograr la paz social y enfrentar los grandes desafíos del futuro ante la magnificencia del exitoso subdesarrollo chileno, es tener la capacidad de proyectar desde el mundo ciudadano la renovación de las ideas, conceptos y formatos de desarrollo. No se puede negar que se ha avanzado en ciertos aspectos en la lucha contra la pobreza, pero necesitamos índices éticos y conceptuales más elevados que los actuales y por sobre todas las cosas trabajar con sentido común y proyectar una administración más certera de los recursos públicos. Por el momento solo vemos caos a nuestro alrededor y una falta de representación que por momentos entorpece enormemente los objetivos, pero es parte del proceso y debemos enfrentarlo y no callarlo como muchos pretenden.

Una de las mejores formas con la que podríamos aportar desde el mundo ciudadano a la tardía transición que vivimos en la actualidad, es comprometernos con el proceso político votando responsablemente en las próximas elecciones para Pdte y parlamentarios; no podemos dejarnos llevar por falsos discursos e imágenes corporativas que no corresponden y que nunca corresponderá, entendiendo la diferencia entre lo bueno y lo malo, lo ético y lo irresponsable. De no ser así, la igualdad seguirá siendo iniquidad; la fraternidad seguirá siendo individualismo; y la libertad seguirá siendo mercado.

Si nos volvemos a despreocupar y volvemos a alejarnos de las urnas como ocurrió en las pasadas elecciones, estaremos beneficiando a los de siempre y sería un retroceso y un duro golpe a la actual irreverencia de nuestra sociedad. Votar en la actualidad representa un desafío y una forma de patriotismo moderno y la gran oportunidad de sacar adelante el país para generar el cambio que necesitamos, sin dejar de lado la posibilidad de velar por lo nuestro, eligiendo bien y entendiendo que los árboles no pueden seguir tapando el bosque ante las magníficas oportunidades que tenemos como país de cara al futuro.

El voto responsable se ha transformado en una obligación ciudadana, de ejercer un derecho adquirido con conocimiento de causa. El poder de decisión está en los ciudadanos para enmendar el rumbo y debemos evaluar, comparar y tomar una decisión bien fundamentada y concreta de lo que queremos, cómo lo queremos y con quién lo queremos.

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