En nuestro país centrado en las apariencias y declaraciones rimbombantes, habrá que hacerle la prueba de la coherencia a cuando se utilicen definiciones, que al menos para nosotros no son como para ser abusadas. De hecho, ya desde Alumysa y luego HidroAysén, vemos con asombro como hasta los proyectos más terroríficos se las dan de sustentables.
Por: Peter Hartmann, Director CODEFF Aisén, Presidente Agrupación Aisén Reserva de Vida. El Divisadero – 20-09-2017
Parece ser ya toda una mala costumbre el abusar, pervertir y vaciar de contenido conceptos o términos centrales de nuestro lenguaje. Así ocurre que a estas alturas cuando alguien, por ejemplo, se refiere a “patria o patriotismo”, “desarrollo”, “calidad de vida”, “recurso renovable”, “pueblo” y hasta con “paz y amor”, depende de quien lo esté usando, como y para qué. Igualmente nos ha estado pasando con la sustentabilidad o sostenibilidad o desarrollo sustentable o sostenible, concepto en el cual hasta se está usando dos palabras diferentes para lo mismo como para enredar más aun las cosas.
Según la Comisión Mundial del Medio Ambiente y Desarrollo de la ONU, Desarrollo Sustentable “es aquel que satisface las necesidades de las generaciones futuras de suplir sus propias necesidades”. Y ahí ya comienzan los reparos, porque para la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza, además, “el desarrollo de una sociedad no debe limitar las oportunidades de otras sociedades y cada generación debe dejar a las siguientes un mundo tan diverso y productivo como el que heredó”. Para remate, en la ley de Bases del Medio Ambiente de nuestro país, la definición es, “el proceso de mejoramiento sostenido y equitativo de la calidad de vida de las personas, fundado en medidas apropiadas de conservación y protección del medio ambiente, de manera de no comprometer las expectativas de las generaciones futuras”.
Estas últimas semanas usar el término sustentabilidad ha estado prácticamente de moda, para bien y para mal. Para bien, porque la verdad es que nos alegramos que como mundo, país y región al menos estemos dándole importancia a este concepto; por algo se comienza. Así veíamos como la Presidenta de la República justificó el rechazo al proyecto de la minera Dominga por razones de sustentabilidad y luego ella misma en el cierre del Congreso Mundial de Áreas Marinas Protegidas insistió en que “para contribuir de verdad a un desarrollo sustentable, debemos equilibrar objetivos de conservación biológica, investigación científica y desarrollo económico, en especial para quienes están muchas veces en la primera líneade los efectos del cambio climático”.
También en esos días, Coyhaique y Cerro Castillo fueron lugares escogidos para realizar la Conferencia Mundial del Consejo Global de Turismo Sustentable, GSTC Aysén 2017, según sus organizadores, el encuentro de mayor categoría en torno a la sustentabilidad, lo cual de alguna forma es un reconocimiento y motivo de orgullo para la región. En forma paralela, dicen que para tranquilizar a los críticos del GSTC, vimos cómo se realizaba un encuentro regional sobre turismo sustentable, organizado por SERNATUR.
Por otra parte, además, en la plaza pentagonal de Coyhaique hubo una feria sobre “desarrollo sustentable” organizada por la seremi de Medio Ambiente y en la cual destacó la publicitada presencia de la industria del salmón y leíamos al Diputado Sandoval referirse a la necesidad de generar programas que aseguren la sustentabilidad de la pesca artesanal.
En el intertanto se usaba la sustentabilidad tan discrecionalmente, por nuestra parte publicábamos antecedentes de lo que ocurre con las áreas marinas protegidas de nuestra región, denunciando su escasa protección y la existencia en ellas de decenas de centros salmoneros, muchos de ellos anaeróbicos y ambientalmente colapsados, con SRS y usando antibióticos, con piojos marinos y usando pesticidas y ubicadas fuera de sus concesiones. O sea, toda una oda a la insustentabilidad. A su vez, vimos críticas fundamentadas al GSTC cuestionando su sustentabilidad, tanto por la escasa inclusión regional, por instalarse en el casino, así como por su demás forma insustentable de comportarse. Luego se sumó la crítica de autoridades y comunidad de Cerro Castillo al sentirse utilizados. Por nuestra parte, nos bastó leer que ese GSTC estaba orientado a la “industria del turismo” para entender que la región estaba siendo una buena escenografía para sus fines. Ese es del turismo que disfraza a los “indios” para sacarse la foto. Y en cuanto al evento paralelo al cual no fuimos invitados y tampoco la única agrupación de turismo sustentable de la región, aquella de Cochrane. Vale recordar que CODESA –CODEFF Aisén fuimos los iniciadores del turismo comunitario sustentable de la región, en lugares hoy tan turísticamente famosos como Cerro Castillo y Tortel, lo cual por cierto desde la institucionalidad y corporatividad respectiva difícil que se nos reconozca. Y en cuanto a la pesca ¿Qué tanto contribuye a su sustentabilidad la famosa “ley Longueira” y política contingente?
Entonces, parece que en lo sucesivo en nuestro país centrado en las apariencias y declaraciones rimbombantes, habrá que hacerle la prueba de la coherencia a cuando se utilicen definiciones, que al menos para nosotros no son como para ser abusadas. De hecho, ya desde Alumysa y luego HidroAysén, vemos con asombro como hasta los proyectos más terroríficos se las dan de sustentables. O más bien de sustentblabables.