Por JC Riper.-
Mariana Aylwin, Soledad Alvear y Gutemberg Martínez, el ala derecha de la democracia Cristiana, esperan que el plutócrata de Sebastián Piñera, actual candidato de la ultraderecha, gane por poco en la primera vuelta de las elecciones presidenciales.
¿Por qué?
De ese modo ellos, el ala Derecha Cristiana, preparan el juego de negociar puestos y embajadas, en la segunda vuelta. Ese parece que será su rol previo a la inevitable jubilación: convertirse en expertos administradores de pocos votos electorales por puestos de trabajo.
De ese modo,tal vez terminarán sus días, tal como lo hizo Adolfo Zaldívar. Un peculiar Camino Propio que, sin embargo, lo llevó a ser sólo un apéndice del gobierno de Piñera.
La Democracia Cristiana lo expulsó, y él, al final, murió sin pena ni gloria como embajador de Piñera en Buenos Aires, a los 69 años, producto de un cáncer.
Era el comienzo de la decadencia DC.
Adolfo Zaldívar criticó el Transantiago neoliberal de Andrés Velasco y calificó a la mesa directiva de la Democracia Cristiana como una «asociación ilícita» que «ampara la corrupción».
La directiva de Soledad Alvear intentó disciplinar al díscolo y lo expulsó de la DC en el 2007. Un grave y violento golpe para el colorín Zaldívar, del cual no se recuperó. La violencia intrafamiliar DC estaba sustentada en terroríficas pasiones ocultas por el poder.
Los intereses de poder de Alvear estaban en contradicción con los intereses de poder de Zaldívar.
Ese era el núcleo del asunto. Ambos eran muy ambiciosos y querían ser presidente de Chile.
Una guerra de pacotilla.
Y Alvear era la presidenta del partido y forzó la expulsión del colorín con pulcros argumentos de disciplina partidista. De hecho, al mismo tiempo que logró la expulsión del senador, Alvear pide el alejamiento de los «colorines» del gobierno. Cinco diputados colorines de la DC se unieron al senador desterrado y renunciaron al partido. Uno de los golpes más fuertes que tuvo Zaldívar en su vida política fue cuando lo echaron del partido. Nunca se imaginó enfrentarse a un situación así.
Adolfo Zaldívar negoció su operación hacia la derecha, desincentivando cualquier acercamiento de sus colaboradores hacia la Concertación.
Piñera lo nombró embajador en el año 2010.
Inútilmente, Adolfo Zaldívar hizo creer después que aceptar el puesto de embajador no fue por un asunto de pega.
Todos sabían que Zaldívar negoció con Hinzpeter, el Ministro del Interior de Piñera, la entrada de otros colorines al gobierno.
El año 2011 se le diagnosticó cáncer al páncreas.
Había perdido 15 o 20 kilos.
No había nada que hacer.
Antes de morir, dicen que Zaldívar habría estado dispuesto a solicitar su reincorporación a la DC, como un gesto simbólico. Hay políticos que se degradan en la vida partidaria como si estuvieran en un charco y limitan su visión de mundo. Pero, no era el caso del colorín Zaldívar, que le gustaba estar en un partido grande, donde podía ser escuchado. La DC era su imán.
Ignacio Walker era entonces presidente de la DC. Consultado sobre la reincorporación de Zaldívar a la DC, dijo que lo pensaría.
Lo que en lenguaje de Walker significa: yo me lavo las manos.
Záldivar murió en febrero de 2013.
La elite política tuvo palabras cordiales sobre el féretro de Zaldívar. Tan cordiales como cáusticas.
Ahora la Derecha Cristiana (Mariana Aylwin, Gutemberg Martínez, y Soledad Alvear) cruzan los dedos y esperan la primera vuelta ajustada de Piñera. Entonces, con toda probabilidad, esa misma noche electoral darán curso a su Plan B: la negociación y darle un barniz de legitimación a su camino por pedir un puesto en un gobierno, es decir, el viejo y conocido Camino Propio del colorín Zaldívar.
Paradoja. Los representantes de la Derecha Cristiana parece que van a seguir el mismo camino del colorín Zaldívar, al que expulsaron con una operación a sangre fría. Tanto esfuerzo y tanta controversia, para, al final, convertirse en apéndice de Piñera. Hicieron todo lo posible por tener al colorín Zaldívar fuera. Tuvieron la ferocidad de un Pit Bull para excomulgarlo y ahora, ya no les interesa ampliar sus base de votantes y parecen sólo unos viejos cascarrabias que caminan oscuramente hacia donde mismo. Sacrificaron al colorín Zaldívar y le arrancaron la nariz a mordiscos para escupírsela en la cara. El tiempo se ha arrastrado desde entonces y ahora están a punto de convertirse en lo mismo, apéndices.