El sistema legal con que las regiones deciden su futuro ha sido creado para perpetuar un modelo injusto y desigual, exacerbando las desigualdades para aprovecharse de las ventajas comparativas de los territorios, acelerando el proceso de destrucción y contaminación del medio ambiente y del formato social que sustenta las regiones, ante una representación que ha carecido del estándar ético apropiado que un país como Chile necesita para mejorar sus índices de equidad y calidad de vida.
Por Andrés Gillmore
18 de octubre de 2017
Estamos viviendo vientos de cambio en la forma en que queremos desarrollarnos desde el mundo regional y es indudable que el tema de la probidad, la ética, la representación y la identidad aun no se han debatido como corresponde en los debates de los diferentes candidatos a diputados, senadores y consejeros en las regiones, de un tema que cuesta entrar por las posibles repercusiones, aunque todos sabemos que es urgente mejorar el estándar ético de la representación en las comunidades en lo que refiere a la probidad y lograr un desarrollo regional que este en relación directa con las ventajas comparativas que poseen, entendiendo sus capacidades productivas y actúen en armonía con el medio social, ambiental y cultural.
La reforma al binominal que se veía como una solución al problema de la representación y un gran anhelo nacional, al final terminó transformándose en más de lo mismo pero de otra manera, cuando los intereses creados de los políticos de la vieja guardia sobredimensionaron a propósito los territorios electorales y de tal manera, que la anhelada renovación de la representación parlamentaria que necesitan con urgencia las regiones se hizo casi imposible con el nuevo formato, donde más que por candidatos se esta votando por listas y lógicamente el nuevo protocolo beneficia mucho más a los políticos incumbentes(senadores y diputados que ostentan los cargos y van a la reelección) para que continúen eternizándose que a la renovación del congreso.
Proteger, defender y gobernar las regiones con ética y probidad es una necesidad inherente de la sobrevivencia regional dado el escenario actual; nadie dice que no es un proceso complejo, de alto impacto al modificar la base de sustentación de la relación entre el gobierno de turno y las regiones, por ello se opta por dejarlo de lado por lo complicado que es enfrentar los intereses creados de los políticos, porque la descentralización abarca aspectos del funcionamiento de las regiones que querámoslo o no, cuestionan la legitimidad de la autoridad y del derecho que les es traspasado por el gobierno central a los gobiernos regionales, que como todos sabemos es poco transparente y excesivamente manipulado por intereses externos que poco y nada tienen que ver con las regiones.
El sistema legal con que las regiones deciden su futuro ha sido creado para perpetuar un modelo injusto y desigual, exacerbando las desigualdades para aprovecharse de las ventajas comparativas de los territorios, acelerando el proceso de destrucción y contaminación del medio ambiente y del formato social que sustenta las regiones, ante una representación que ha carecido del estándar ético apropiado que un país como Chile necesita para mejorar sus índices de equidad y calidad de vida.
Las regiones desde siempre han sufrido la falta de probidad y representación en muchas de las decisiones que han sustentado su futuro, que querámoslo o no, siempre terminan relacionados con los intereses de las grandes corporaciones, con leyes que han sido manipuladas en sus orígenes para preservar intereses poco claros, incapacitando los intereses propios y sobre todo desperfilando los Movimientos Ciudadanos que entran en acción para recuperar esos espacios.
El Neo-capitalismo como modelo económico necesita evolucionar, salir del inmovilismo actual del formato chileno que no ha tenido la capacidad de hacerse parte de los nuevos tiempos y ponerse al nivel de los países desarrollados que hace rato entendieron que el capitalismo debe ser formateado y transformarse en un modelo social de mercado pero de verdad, no ilusorio como el actual que de social tiene poco. Que se entienda la importancia del mundo social para las mismas aspiraciones empresariales y que todo proceso de producción debe ser sustentable, respetando las capacidades de carga y los derechos de las comunidades que los habitan a vivir en un entorno armónico y balanceado. Los países desarrollados lo entendieron y en eso Alemania, Inglaterra y los países escandinavos son un precedente de relevancia que debemos considerar y entender que cuando las corporaciones usan el lobby en el mundo político para garantizar sus intereses, otros inexorablemente empobrecen.
Las incertidumbres sociales del modelo centralista en el mundo regional, han favorecido la aparición de localismo, aislacionismo y fundamentalismo social y cultural, que ha producido movimientos extremos que demuestran la desesperación de las comunidades ante la arrolladora intervención, que cada día se hace más intolerable para un gran porcentaje de la población regional. Lo sucedido en Higuerilla con el proyecto Dominga es un gran ejemplo de esos manejos. La empresa al presentar su Estudio de Impacto Ambiental (EIA) solo presento el minero y no el portuario. Porque el portuario es el atentatorio; osea, omiten lo que no les conviene y resaltan lo que les conviene.
Las regiones en la actualidad luchan por mejorar la participación y la mayoría esta en redefinición de sus identidades sociales, culturales y productivas en busca de la sustentabilidad. Las autoridades lamentablemente no son parte de los territorios que dicen representar y se reúnen con las comunidades con decisiones tomadas de antemano con un formato que en la actualidad es inaceptable y parte de un pasado que debemos superar si queremos legitimidad.
La búsqueda de identidad regional es un proceso que involucra diferentes combinaciones desde la misma cultura de las comunidades, que en el pasado se traspapelaron por la falta de ética y probidad de los representantes en el Congreso y de los diferentes gobiernos regionales, que no supieron valorar la maravillosa riqueza cultural de las regiones y usarlo como proyección de desarrollo. Simplemente usaron los territorios regionales para explotar sus recursos naturales sin considerar la proyección de vida de sus habitantes.
La demanda por justicia social y ambiental es una exigencia perentoria por parte de las comunidades regionales y parte de la nueva consciencia mundial, ante las profundas desigualdades que ha producido el olvido de la sustentabilidad como fundamento de proyección social. Es impresentable que con un simple cambio en el sistema jurídico producto del lobby de las grandes empresas corporativas en el Congreso, se legitime la sobre explotación de los recursos naturales, la destrucción de los equilibrios territoriales y el contrato social establecido por la constitución.
La autonomía, la solidaridad, la autosuficiencia, la diversificación productiva y el manejo sustentable de los recursos naturales, deben ser desarrollados con protocolos decisorios con ética y probidad, legitimando y valorando las ventajas comparativas de cada territorio, con una visión propia, apropiada y consistente, asegurando el bienestar regional de todos y no solo para algunos como ha ocurrido históricamente en Chile.
Forjar regiones autónomas con probidad y autogestión debe establecerse para superar la discriminación, la marginación y los esfuerzos sistemáticos de los gobiernos de turno para apoderarse de las regiones, relegando a las comunidades a los rincones más oscuros de sus propios territorios. Existe la necesidad de crear un modelo de desarrollo que considere la armonía, el balance y la sustentabilidad como forma de integración cultural-social-productiva en un Chile que a todas luces requiere sustentabilidad y proyección de futuro.