25 - noviembre - 2024

«Una bomba de tiempo», eso es el barco salmonero hundido en Chiloé

12 días han pasado desde que el wellboat Seikongen se hundió en las aguas de la bahía de Pilpilehue (Chiloé). La atención está concentrada en evitar un potencial daño ambiental, debido al petróleo alojado en el barco y a la peligrosa carga de 200 toneladas de salmones en descomposición. 



Chiloé, 30 de octubre de 2017. (elciudadano.com)– Preocupación manifiestan las comunidades chilotas y organizaciones ambientalistas, puesto que la embarcación salmonera que se hundió en la bahía de Pilpilehue (comuna de Chonchi) el pasado 18 de octubre continúa en el lugar, amenazando seriamente los ecosistemas del sector y, por consiguiente, la actividad económica de pescadores artesanales y recolectores de moluscos.

“La empresa mandante, Salmones Camanchaca, no se hace responsable de los potenciales impactos que genera el hundimiento de este wellboat (de la empresa naviera CPT) y su contenido. Ella es la empresa mandante, por lo tanto, legalmente no puede desligarse de la responsabilidad. Así lo ha hecho saber el Servicio Nacional de Pesca (SERNAPESCA)”, señala Juan Carlos Cárdenas, director del Centro Ecocéanos, en diálogo con El Ciudadano.

Hace una semana, el SERNAPESCA presentó una denuncia en el Juzgado de Letras de Castro contra Salmones Camanchaca, por no cumplir con el retiro oportuno de la mortalidad de salmones que permanece al interior del wellboat Seikongen. La empresa tenía 48 horas para realizar la delicada faena, atendiendo al real estado de la carga transportada por la embarcación siniestrada.

“No estamos hablando de peces muertos, sino de peces en un avanzado estado de descomposición que tienen que ser manejados de forma adecuada. Por lo tanto, el único destino que puede tener el contenido de las bodegas es un vertedero industrial”, señaló en aquella oportunidad el director regional del organismo, Eduardo Aguilera.

Ante la inoperancia de Camanchaca, Juan Carlos Cárdenas advierte que “ésta es una situación que crece cada día en su potencial riesgo, porque es una zona en que también se desarrollan una serie de áreas de cultivo de choritos”.

De hecho, el 23 de octubre la autoridad sanitaria decretó el cierre de áreas para la extracción de moluscos bivalvos en la bahía de Pilpilehue. Esta medida mantiene en alerta a la Asociación de Mitilicultores de Chile, debido a las “severas consecuencias sanitarias y medioambientales”, que podría generar el hundimiento del wellboat.

“Bomba de tiempo”

La nave transportaba 37 mil 600 ejemplares de salmones con un peso promedio de 5.7 kilos, totalizando una carga de más de 200 toneladas de peces. Los animales murieron en las bodegas al fallar los sistemas de oxigenación y se han transformado en una seria amenaza sanitaria y ambiental, considerando que el hundimiento se registra a baja profundidad (10 a 20 metros) y muy próximo a la zona costera.

“Está a 200 metros del área costera, que es el área más rica desde el punto de vista de biodiversidad y de producción marina. Ahí están las praderas de algas, por ejemplo. En caso de ocurrir algún desastre, eso tendría consecuencias desastrosas para toda la actividad, el ecosistema y las comunidades cercanas a Chonchi”, comenta Juan Carlos Cárdenas.

El médico veterinario advierte además que “en estos momentos, la descomposición ha hecho que al interior de los lugares donde están los peces en descomposición, haya una alta cantidad de gases de toxicidad para el ser humano”. “Allí hay una situación no solo de la extracción, sino del riesgo hacia los operadores”, sostiene.

“Ese wellboat en su totalidad es una bomba de tiempo desde el punto de vista ambiental. Si sucede alguna situación temporal que afecte al wellboat, es una bomba de tiempo para la biodiversidad que ahí existe y la actividad económica, no solo de los cultivos de mitílidos, sino también de la pesca artesanal”, añade el director del Centro Ecocéanos.

Dudas en la emergencia

Con motivo del hundimiento del wellboat, Greenpeace denunció que la embarcación no contaba con los estándares de construcción aprobados y que presentaba una serie de deficiencias registradas por los inspectores de la autoridad marítima china antes de su zarpe hacia Chile (el barco fue construido en Hong Kong).

Según Greenpeace, las deficiencias encontradas correspondían a las “puertas contra el fuego, cuestiones eléctricas y aspectos de navegación. Como consta en la documentación oficial, el buque ya navegaba con bandera chilena, lo que significa que la autoridad marítima chilena había ‘aprobado’ el barco”.

“Sin embargo, y aunque estas deficiencias no impedían la navegación ni la operación del buque, sí lo obligaba a un nuevo chequeo a fin de solucionar las materias cuestionadas”, aclararon desde la ONG.

Además, la organización apuntó que el “Seikongen” llegó a Puerto Montt el 7 de septiembre. Una semana después concretó su primer viaje comercial, pero en la segunda semana de octubre la embarcación fue retirada de servicio en el astillero Oxxean de la capital de Los Lagos, donde -detalla Greenpeace- “permaneció varios días, durante los cuales personal del astillero chino de origen fue llamado a constatar aparentes fallas de diseño que impedían la normal y segura navegación y operación”.

Al respecto, la coordinadora de Océanos de la ONG, Estefanía González, planteó que “hay una serie de interrogantes que deben ser aclaradas. Por ejemplo, ¿sabían las autoridades marítimas chilenas de las falencias de origen que presentaba el barco y si es que efectivamente fueron solucionadas para que siguiera operando bajo adecuados estándares de seguridad? Es importante aclarar si es que estas falencias fueron o no determinantes en el siniestro. Es una respuesta que esperamos por parte de las autoridades”.

Por otro lado, Juan Carlos Cárdenas añade en su análisis algunos hallazgos relacionados con el rol de este tipo de embarcaciones en la propagación de enfermedades. “Se ha demostrado que los wellboat son transportadores de patógenos de un centro de cultivo a otro y, a su vez, a las plantas procesadoras. Sobre eso, salvo tomar muestras del agua que transportan los wellboat, no se ha hecho nada más”, detalla.

Como si fuera poco, el representante de Ecocéanos plantea sus dudas acerca del destino de la carga tóxica. “Por el estado de descomposición, por el tiempo que ha pasado, esos residuos industriales líquidos no son disponibles para su transformación en harina de pescado, que era una de las opciones primarias. Por lo tanto, por el volumen, lo único que va a suceder es que nuevamente el mar o vertederos en tierra serían el destino de estos Riles (Residuos industriales líquidos)”, explica Cárdenas.

La preocupación en Chiloé radica en evitar el vertimiento de salmones en descomposición, como sucedió en marzo de 2016, cuando 4.500 toneladas fueron depositadas a 75 millas náuticas al oeste de la costa chilota.

Felipe Menares Velásquez

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