Guillier debe huir por la ventana y dejar su pieza llena de aburridos
Por J. C. Ripper.-
Guillier es un buen hombre. Un tipo bonachón y un profesor de provincia bien informado. Es un vecino a quien uno le puede encargar la casa, cuando uno sale de vacaciones.
No se le conocen amantes. Es un hombre de una sola mujer y con orgullo.
Guillier nunca se arrancó por la ventana.
No se le puede infundir que Guillier tenga un ánimo patético ni penoso. Claro que no. Es un masón ponderado.
A Guillier le gusta más ser testigo que actor. Como periodista, es, sin duda y salvo detalles, un benemérito de sencillez republicana.
Guillier fue el más creyente ciudadano de que las cosas, tal como ocurrieron, eran dignas para Chile. Las AFP, el sistema de partidos apañados, una democracia protegida.
Fue el niño símbolo de esa prensa media aguada. En realidad, un lector de noticias de la tele.
Pero carece de vehemencia. No tiene formación intelectual cosmopolita, ni sentido de vanguardia. Eso le parece a Guillier una frivolidad o una extravagancia.
Guillier ha viajado poco, no conoce mucho el mundo o no se ha conectado con las corrientes mundiales.
Guillier no es vivaz, no es juvenil, no es rebelde, no es osado.
Si Guillier pasa a segunda vuelta y si no quiere freírse en un aceite negro de saturación y de carbón, debería luchar contra sí mismo.
Algo difícil de lograr.
Debería al menos dejar atrás a sus asesores, como por ejemplo, Velasco y Tombolini,que ya no tienen sueños y menos energías positivas. Ni siquiera ya energías negativas. Están descargados.
Si Guillier no puede cambiar su esencia y su carácter, entonces debería escoger la noche del domingo a gente que sí tenga sueños, que sí tenga ganas.
Guillier debería convocar a poetas, aguerridas jóvenes mujeres, a jóvenes artistas, a jóvenes chilenos, para que lo despeinen y le pongan sangre caliente y energía.
Guillier necesita que lo despeinen y lo revuelvan.
El domingo Guillier debería, por primera vez en su vida, arrancarse por la ventana y dejar a los aburridos de los Velascos y a los Tombolinis, y a ese lote de operadores mediocres y carentes de sueños que no ocupan ni representan ningún nicho esencial en la sociedad.
El domingo Guillier debería salir de su pieza de confort.
Aunque sea por una sola vez en su vida, Guillier debería hacer un esfuerzo heroico.
Arrancar hacia adelante.