Por Omar Pérez Santiago, escritor chileno. Publicado en la revista sueca Magasin Opulens 8 de noviembre de 2017
Michelle Bachelet es reconocida hoy como una de las mujeres políticas con mayor poder en el mundo, según la revista Forbes. Está entre las cuatro primeras, antecedida por la canciller alemana, Angela Merkel, por la primera ministra británica, Theresa May y la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-Wen. También las autoridades de la Unesco destacan hoy la reforma educacional de la presidenta Michelle Bachelet en Chile. Esperan además que las reformas a la educación se puedan replicar en otros países de América Latina.
Lo que más me sorprende de la presidenta Bachelet es su actual energía. Participe uno o no de sus ideas y proyectos, hay que reconocer en ella su voluntad y sus ganas de vivir, su sed de vida.
El 29 de septiembre la presidenta Bachelet cumplió 66 años. Sé, por razones propias, que a medida que pasa el tiempo, a medida que vemos pasar los años, no es fácil seguir creyendo en uno mismo. No es fácil levantarse temprano todos los días. A veces uno detesta levantarse de la cama y cada uno tiene sus razones.
Pero todos los días, llueva o haga calor, aparece la señora Bachelet en algún lugar de Chile. Ella no es adicta a los grandes discursos y a los eufemismos. Ella será juzgada por sus hechos más que por sus palabras. Fuera de toda retórica, Bachelet demuestra una pasión, como si se hubiese abstraído de los efectos de la edad.
No todos han vivido una juventud tan desgraciada como la que ha sufrido la presidenta Bachelet. La muerte de su padre, el general de brigada Aérea, Alberto Bachelet. Ella, torturada junto a su madre por personas que en algún momento fueron amigos y familiares. Y luego un largo exilio. Todo eso, pudo haber creado en Bachelet una sed de destrucción, algo que llevamos tan arraigado los humanos.
Seguramente Michelle Bachelet es producto de sus dolores de juventud, las duras pruebas de su juventud, los insomnios y las pesadillas de una época terrible. Pero ella no ha heredado los odios de sus torturadores, de aquellos suplicios a la que fue sometida.
Michelle Bachelet ha demostrado una alta capacidad de resilencia. No se ha mostrado como víctima.
Su último gobierno cometió errores y se instaló un cierto desánimo.
Sin duda.
Su popularidad había caído en los últimos años. Ella pudo perder la fe. Tenía razones. Su persistencia, sin embargo, la ha hecho salir del atolladero y recobrar poco a poco el aprecio de su gente.
A pesar de las dificultades, Bachelet no cayó en el populismo o en la demagogia. «No es tiempo de tomar la vía fácil, pero destructiva, del populismo» ha dicho Bachelet. No cayó en la desesperación. Un país dirigido por la desesperación o el arrebato casi nunca se recupera.
Sylvia Colombo del New York Times ha confirmado recientemente que Bachelet es una “estadista progresista que no cayó en los excesos del populismo”. Sostiene además que el proyecto de reformas de Bachelet “habrá sido el más exitoso entre los de las mujeres de izquierda” de América Latina.
Chile es considerado como uno de los países más estables de América Latina. Chile se coronó como el país más tranquilo de América Latina, según el Global Peace Index 2017, en un estudio que mide la tranquilidad en 163 países alrededor del globo. En el ránking, Chile ocupa el puesto 24, mientras que a nivel latinoamericano Chile encabeza el listado. La realidad chilena pareciera ser la mejor de América Latina en cuanto a niveles de estabilidad social.
Chile tiene elecciones presidenciales el día 19 de noviembre, por eso el ambiente interno está alterado por la campaña electoral. Además hoy los fastidiosos tienen muchas veces más éxito en tener influencia a través de las manipuladas redes sociales. Lo que podría ser una herramienta de consolidación democrática, se transforma a veces, en manos de pueriles, en aparatos de agresión, de prejuicios y de encolerizada violencia verbal que degrada la tolerancia y la reflexión.
Cuando Michelle Bachelet deje el cargo de presidenta de Chile, en marzo del próximo año, el tiempo deberá reconocerá también en Chile a la presidenta Bachelet por impulsar reformas de mejoras en un ambiente de estabilidad y sobre todo por haber dado la confianza a las mujeres sobre su poder social.