El marco mental que ha quedado establecido es que su programa de reforma, como la gratuidad de la educación, ha triunfado.
Ha ocurrido un cambio social que empezó con la rebelión de los estudiantes, durante el gobierno de Piñera.
El 20 % del Frente, sus 20 diputados consolidó políticamente el cambio mental.
Se situó Bachelet como representante del mal. Trabajaron para construir la imagen de la presidente como representante de las amenazas y peligros que acechaban a Chile.
La derecha intentó influir en la opinión pública. Han invertido billones de dólares en
think tanks, en financiar investigadores, columnistas y encuentros dedicados a destruir las posibilidades de Bachelet. Quiseron definir las grandes cuestiones políticas en sus términos y etiquetar a Bachelet desde su lenguaje y sus valores. Mediatizaron la política para castigarla.
No lo lograron
Sus marcos mentales retardatarios no penetraron en el consciente de los chilenos.
Los chilenos tienen otro marco de interpretación. La mayoría de los chilenos se afirman en sus propios valores y sentimientos. Creen que le deben dar a sus hijos mejor educación para progresar. Y creen que la sociedad debe hacer un esfuerzo de justicia en mejorar la meritocracia. Los padres saben que el futuro de sus hijos se juega en construir un modelo de educación gratuita para todos. Es un modo de pensar sustentado en el sentido común de la mayoría de los chilenos. Si quieres que tu hijo se realice en la vida, tiene que tener una oportunidad. Si realmente amas a tu hijo, quieres que sea honestamente tratado, que le den esa oportunidad. Quieren que su hijo reciba el aire suficiente para que él tenga la posibilidad de luchar.
Bachelet ganó la lucha cultural. Bachelet interpreta mejor ese marco mental de la mayoría de los chilenos.
El gran triunfo de Bachelet ha sido primero, resistir. Y luego lograr reestructurar los asuntos políticos en torno a estos valores básicos y asentados en la mentalidad de gran parte de los ciudadanos chilenos.
Bachelet ganó la lucha cultural.