18 - enero - 2025

Cuatro historias para enfrentar a la industria alimentaria. Comentarios acerca de la Pelicula Food Inc.

La TVN de Chile difundió los testimonios de los trabajadores de ese fundo que denunciaron que tenían que enterrar vivos a todos los terneros: “Yo veía cuando los terneritos salían pataleando, los enterraban vivos”, confiesa uno de los trabajadores que protagonizaron el hecho. “No somos asesinos, somos trabajadores”, explica.


Por Patricio Igor Melillanca

La espiritualidad de los Alimentos

Hace mucho tiempo, cuando yo era un adolescente ansioso por conocer el mundo, participé de unas jornadas de verano de la iglesia católica. Los curas me perseguían para bautizarme y yo les preguntaba razones. Por supuesto que todas las respuestas no me satisfacían. En fin… Participé de esas jornadas, más para estar en compañía de otras gentes que también buscaban algo. Yo no buscaba el camino del Dios Cristiano ni menos quería arrepentirme de mis jóvenes pecados, tampoco mi objetivo era la vida eterna. Por eso, lo que más me gustaba en esos encuentros era la hora de la comida. Eran los años ’80, los tiempos de hambre y horror de la dictadura pinochetista, y lograr un plato de comida, en las poblaciones “callampas” del sur, en los campamentos y tomas de terreno, no era fácil. Pero allí, en esos encuentros de la iglesia católica, de comunidades de base, se cocinaba y se comía en compañía. El alimento era compartir y conversar.

Lo que me cargaba, eso sí, durante esa semana de jornada eclesial, era la constante presión y propaganda que realizaban los curas y las monjas, que, a pesar de ser jóvenes y progresistas, no dejaban ningún minuto de adoctrinarnos con el evangelio católico y la palabra bíblica. Así, casi la mayoría de mis compañeros y compañeras de la población, por no decir todos, aceptaban o traían desde sus casas esas enseñanzas y comportamientos, lo cual se reflejaba cuando había que realizar una oración antes de comer. Yo las esquivaba todas, porque no quería dar gracias por esos alimentos a un Dios imaginario en el que no creía. Mi rebeldía juvenil además estaba sustentada en la nula educación en esas enseñanzas católicas en mi casa, donde nunca se habló de dios, ni del espíritu santo, ni menos del cielo o el infierno. Éramos más pragmáticos; pobres y casi sin nada material. Lo nuestro era sobrevivir.
Pero llegó el momento, luego de toda una semana de esquivar el protagonismo de realizar la oración de la comida, que no me quedó otra que aceptar. No me puse de pie como los otros y tomé de inmediato mi cuchara, por lo que varios se asombraron pues pensaron que no hablaría y comenzaría a engullir de inmediato el variado menú que servían en un gran plato hondo.

Como había participado en la cocina y había visto la recolección de legumbres y verduras que contenía nuestra comida, con la cuchara revolví mi caldo, tome una cucharada y la vacíe lentamente al plato. Les dije a mis compañeras, algo así como esto: “me gustaría que ustedes hicieran lo mismo, para ver qué es lo que hay en este plato. Hay papas y zanahorias, que durante esta mañana las sacaron recién de la tierra, ahí en la huerta del frente; hay también cilantro y arvejas verdes, arvejas que anoche nosotros las sacamos de sus capis, … ¿Se acuerdan? -les dije-. También en esta comida hay mariscos, frutos del mar, hay tierra, y lluvia y sol, que permitieron que la semilla crezca, pero también hay trabajo de las mujeres, de los hombres que siembran estos productos. Toda esta comunión de personas, semillas, la tierra, el agua, el aire, el mar, representa la vida, …”

No sé qué más dije, de seguro para no quedar mal con los dueños de casa, debo haber agradecido al “Dios cristiano”, … Pero más allá de la discusión filosófica de las religiones, este recuerdo me llegó luego de ver la película Food Inc.
¿La han visto?, relata como ciertos empresarios han industrializado la forma de producir alimento. Es decir, en un terreno (1 acre), donde antes se cosechaban 20 choclos, ahora cosechan 200. Donde se demoraban tres meses en que un pollo lograra tener un peso de 3 kilos, ahora lo logran en la mitad del tiempo. En que las vacas ya no comen pasto, sino que comen maíz y de esta forma además ocupan menos espacio y engordan más rápido. Donde, además estos empresarios lograron modificar genéticamente el poroto de soya, para que soporte un herbicida, el RoundUp, el que destruye toda la “mala hierba”, excepto el poroto de soya. Así, la Soya crece y crece y crece. Y donde se muestra que todos los alimentos de los supermercados, muchos de ellos manejados por estos empresarios, contienen soya y maíz.

Pero lo más grave de esto, es que esta legumbre de soya modificada, comenzó a ser masiva e industrialmente plantada en las granjas de Estados Unidos. Y se establecieron leyes para que no se plantara otra variedad de esta especie que no fuera la genéticamente modificada.

El documental agrega otras variantes como la corrupción política, la salud humana, el uso de antibióticos, y las respuestas de personas y organizaciones empoderadas.

Frente a este documental que me hizo recordar historias pasadas hace 30 años. Me quedo con las enseñanzas y espiritualidad del compartir los alimentos, ver como se plantan, como se cuidan, como se cosechan y se preparan. Ver a las personas que intervienen en todos estos procesos, ver el agua, la lluvia, la tierra y el sol, ver el mar y la comunión de alimentos, personas y ecosistemas… Me quedo con los pilares de mi infancia donde los alimentos eran espirituales.

Pero también esta Película realiza un resumen de lo que ocurre con el sistema alimentario industrial a nivel global, donde Chile es parte de esta cuestionable cadena.

 

Potencia Alimentaria y terneros bajo tierra

“¿Cómo es posible que compres un ternero en 3 mil pesos (5 dólares)?” …

Esa fue mi pregunta luego que un buen amigo me contó que desde la maravillosa cordillera de la costa del pueblo Mapuche-Williche viajó por los caminos interiores de la provincia de Osorno, en el sur de Chile, para llegar a los fundos, las estancias, que están en el valle precordillerano de Los Andes y las zonas lacustres de Puerto Octay y Rupanco, lugares de praderas con ricos pastos y hasta ahora sin conflictos legales por la propiedad de esas tierras.
Su objetivo era comprar terneros. “Quizás que me los regalen”, dijo. “Quiero llevar unos diez a mi tierra, ojalá que crezcan, pero les daré el mejor alimento” …

Al final, claro, llegó con 10 terneros a su comunidad. Los compró a 3 mil pesos. El capataz o alguien sin identificación en el fundo, seguramente algún inquilino, realizó la transacción.

– Oye, y entonces tendremos vacas para hacer queso. -le pregunté-
– “Noooo. Ja ja ja”. Rió mi amigo.
– ¿Cómo…entonces????
– Son terneros, ninguna vaquilla. Esas no las matan, ni las venden.

Los terrenos donde se compraron los terneros, luego de ser habitados por las comunidades Mapuche, pasaron a ser parte de territorio Fiscal o entregadas a Colonos Alemanes. Pero en las últimas dos décadas, sumando y restando, multinacionales se han adueñado de estas ricas tierras.

Manuka, es una firma de capitales neozelandeses, productora de leche. TVN afirma que esta Multinacional abarca en el sur de Chile “cerca de 22 mil hectáreas y produce 100 millones de litros de leche al año. Según los trabajadores, las vacas se ordeñan hasta cuatro veces al día y las crías se alimentan de sustitutos artificiales. Pero sólo las crías hembras. ¿Qué pasa con los machos? Ellos tienen otro destino”.

Manuka entrega leche a dos principales multinacionales que operan en Chile: SOPROLE, que es controlada por la multinacional neozelandesa Fonterra; y WATSS, controlada por la multinacional europea DANONE. Bajo estos paraguas transitan diferentes empresas chilenas asesoradas por firmas de abogados y apoyadas por una variada clase política y burocrática. Es el círculo vicioso de la producción industrial y masiva de leche y carne, que ha dejado fuera del mercado a los productores locales. Y que en el marco de la propaganda de “Chile Potencia Alimentaria” genera que todos los vacunos nacidos machos sean sacrificados, por no ser productivos. No dan leche y se tomarían la leche de las vacas, es decir no son rentables.

La TVN de Chile difundió los testimonios de los trabajadores de ese fundo que denunciaron que tenían que enterrar vivos a todos los terneros: “Yo veía cuando los terneritos salían pataleando, los enterraban vivos”, confiesa uno de los trabajadores que protagonizaron el hecho. “No somos asesinos, somos trabajadores”, explica.

Hace unos días fui a la comunidad de mi amigo que compró los terneritos. Lo terneros comprados ahora están grandes. “Ya están para toritos o para bueyes”, dice mi amigo, mientras chicotea otros bueyes para preparar la tierra y sembrar papas.

 

Salmon: Antibióticos, Bacterias y derroche

Me llama un dirigente sindical para comunicarme que una persona de Quellón, una ciudad al sur de Chiloé, no ha podido recuperarse de su enfermedad. “Algo infeccioso” me dice Gustavo Cortez, presidente de la Federación de Trabajadores del Salmón.

Cortez ha participado en varios seminarios de todo tipo, ley laboral, seguridad social y hace unos meses de las charlas que realizó el profesor del New York Medical College, Felipe Cabello, un infectólogo de nivel mundial que hace años investiga la resistencia bacteriana generada en los lugares donde se cultiva salmón. Chiloé es una de sus zonas de estudio.

Hace dos décadas que en el sur de Chile se produce y procesa industrialmente salmón de cultivo. Importan ovas de esta especie carnívora, propia del hemisferio norte, las hacen crecer en lagos y ríos de Osorno, Llanquihue, Los Ríos y La Araucanía y las engordan en el mar interior de Chiloé y Reloncaví. El alimento para estos peces, es obtenido de la harina de pescado proveniente de las ricas pesquerías pelágicas (jurel, sardina y anchoveta), de la costa central y sur de este largo país. Alimento que mezclan con poroto de soya, canola o Lupino, cuyas producciones principalmente las traen desde Argentina.

La ruta del salmón entonces comienza en el Pacífico donde extraen peces silvestres para hacer harina de pescado y desde Argentina desde donde traen soya. Esta mezcla es parte del sistema alimentario industrial global. Muchos la critican por el derroche que existe al transformar los peces nativos en salmón de cultivo, porque se estima que se usan hasta 10 kilos de jurel para generar 1 kilo de salmón. A eso hay que sumarle una serie de medicamentos especialmente los antibióticos que en su tiempo incluso se usaron para aumentar el crecimiento de estos peces.

Hoy son usados de manera masiva y con carácter preventivo. Una situación irresponsable por que los antibióticos deben usarse para curar, no para prevenir las enfermedades. Lo más grave es que los salmoneros usan los mismos antibióticos que están reservados para humanos, antimicrobianos de ultima generación como las derivados de las Quinolonas. Estos remedios son recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), solo para los humanos.

Según números entregados por el centro Ecocéanos, en Chile se utilizan 546 toneladas de antibióticos para producir 700 mil toneladas de salmones. Noruega solo usó 523 kilos para producir el doble de salmones en 2015.

El uso de antibióticos en estas industrias criadoras de animales es preocupación para la OMS. El Dr. Danilo Lo Fo Wong, director del Programa de Lucha contra la Resistencia Antimicrobiana de la Oficina Regional de la OMS para Europa, afirma que el uso excesivo de antibióticos –tanto en acuicultura como en medicina humana– acelera el desarrollo de resistencia antimicrobiana, proceso que se produce cuando las bacterias mutan y se vuelven resistentes a los antibióticos utilizados para el tratamiento de las infecciones que causan. “Esto compromete nuestra capacidad para tratar enfermedades infecciosas y pone en peligro muchos avances médicos”, advertía el Dr. Lo Fo Wong.

En algunas zonas de Chiloé y de Reloncaví, ya se ha detectado el aumento de la resistencia bacteriana. En esos lugares ya no se puede cultivar salmón, porque los antimicrobianos ya no tienen efecto. La resistencia bacteriana ya está aumentando en el medio ambiente y el mar de Chiloé. Por eso la preocupación del dirigente de los trabajadores,

Gustavo Cortéz, respecto a la enfermedad de esa persona en Chiloé. Hace unos días lo llamé para preguntar como estaba esa situación y me comenta que a esa persona ahora la están atendiendo en el hospital de Valdivia. Dice que allá hay especialistas en infectología…

 

Pollos y Cerdos

La Asociación de Productores Avícolas de Chile (APA), era una patronal como lo es SalmonChile. Pero la corte suprema ordenó su disolución, es decir, la disolvió, le quitó la personalidad jurídica, y le prohibió el funcionamiento. La razón: la APA, coordinaba un cartel de las empresas productoras con el fin de “limitar la producción de carne de pollo ofrecida al mercado nacional y asignándose cuotas en el mercado”.  La Corte Suprema además aplicó multas a Agrosuper, Ariztía y Don Pollo, las cuales en su conjunto sumaron más de US$60 millones.

¿Pero, que realizan patronales de este tipo? En definitiva, cuidar los intereses de las empresas asociadas, es decir cabildear para que las leyes sean favorables a los productores, propagandear el consumo de estos productos en Chile y el extranjero, realizar lavado de imagen a las empresas contaminantes y generar estos acuerdos secretos entre las empresas para obtener mejores ganancias, manejar el mercado y a sus abastecedores.

En estas empresas se repiten las mismas prácticas de la industria global de alimentos. Es decir, consumo masivo de proteína animal o vegetal, uso masivo de medicinas, en especial de antibióticos, ocupación de terrenos de las comunidades locales, producción de rápido crecimiento en recintos donde los animales crecen hacinados y orientación de sus producciones al mercado internacional.

La empresa poderosa en la desaparecida APA, era Agrosuper. Los dueños de esta productora de pollos, también producen salmón a través de la empresa Los Fiordos, y es una de las principales compañías de crianza de cerdos.

Supersalmón, supercerdo y soperpollo son sus marcas más conocidas. Pero también se le conoce por su fracasado intento de imponer una mega industria de crianza de cerdos en Freirina.

Más de 1 millón de chanchos era el objetivo de Agrosuper en esta pequeña comuna en medio del desierto de la Región de Atacama. Y luego de sortear todos los trámites ambientales en el verano de 2011 comenzó la crianza industrial de chanchos. Pero junto con esto, el pueblito de Freirina de tan solo 6 mil habitantes se llenó de un nauseabundo olor a mierda de cerdo. En noviembre las profesoras del Jardín Infantil de la comunidad realizaron la primera denuncia formal a la JUNJI porque los niños no podían salir al patio debido al mal olor. Vinieron entonces fiscalizadores del gobierno regional, pero no generaron ningún cambio. Y luego que a los reclamos de los profesores se sumaran los jóvenes, comenzaron una serie de masivas protestas contra Agrosuper.

Quizás esa fue la primera vez que por televisión aparecía Freirina. Y lo que se veía eran barricadas, enfrentamientos entre pobladores y guardias privados, bloqueo de la entrada y salida de camiones y por último la ocupación de la factoría y la paralización de las faenas por parte de la población. Desde Santiago enviaron ministros, y otros políticos para calmar la situación y lograr que la factoría siga funcionando. Pero las demandas del pueblo habían cambiado, del reclamo contra el mal olor, habían pasado a la exigencia de cierre total de la Planta y que se lleven los cerdos del pueblo. La información que circulaba en los pobladores era que Agrosuper estaba ocupando la escasa agua dulce de esa zona desértica. Calculaban que los cerdos estaban consumiendo agua tal como lo hace una ciudad de 500 mil habitantes, ya que tenían registros de que en los corrales ya habían más de 300 mil chanchos y seguían naciendo.

Pero además temían que todos los orines y la mierda de estos animales comience a contaminar el territorio.

Hubo información, organización y lucha social en la calle. Los políticos enviados de Santiago, no lograron detener la movilización social. Luego de varios meses de lucha, Agrosuper decidió desmantelar su factoría. Había ganado el pueblo, el medio ambiente y la vida. La industria global de alimentos obtuvo una contundente derrota….

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