(RdM) El Pezón de Sei Shonagon es la nueva novela de Omar Pérez Santiago sobre un tema de actualidad, en un estilo muy de vanguardia que publica la editorial Los Perros Románticos sobre Sei Shonagon, una joven mujer melancólica poseída por Facebook y las redes sociales.
El escritor crea en esta novela una original y perturbadora propuesta literaria con el estilo fresco y diferente de los creepypastas de leyendas urbanas de terror que circulan en los bajos fondos de internet, o la llamada Deep Web.
Omar Pérez Santiago ha propuesto anteriormente su estilo en el libro Nefilim en Alhué, sobre unos tétricos y violentos sujetos que perseguían chicas vírgenes en el pueblo chileno de Alhué, lugar donde nació el diablo según una vernácula leyenda mapuche. O la novela Allende, el retorno, donde aparece el fantasma del ex presidente Salvador Allende, 30 años después de su muerte violenta en el palacio La Moneda. O el ya mítico libro, Memorias eróticas de un chileno en Suecia. También la dramaturgia es uno de sus frentes de batallas, con el reciente montaje muy atrevido de su obra de teatro Te Rogamus, Papa Francisco escúchanos.
El pezón de Sei Shonagon, lleva una portada de una mujer atada rodeada de los signos de Me gusta de Facebook, un dibujo de Esteban Véliz.
El Kinbaku o amarre es una antigua práctica erótica japonesa. La persona atada recibe masajes eróticos. El autor del dibujo es un joven tatuador profesional, Esteban Véliz. El editor optó por un dibujo en ese estilo tattoo, popular en las nuevas generaciones millenials. Se asocia naturalmente al comic.
Yo creo que el comic o la historieta ha ayudado a construir historias más furiosas y a la vez más consciente del mundo. En varios aspectos ha ayudado a salir del estancamiento de la narrativa. Le ha incorporado un cierto sentido caricaturesco que escapa de la realidad.
Hubo otras alternativas como esta imagen montada por el escritor chileno David Hevia, con la modelo Nadia Abril y la pintora del kanji: Nina Penna. Está inspirada en imágenes de la brillante película de Peter Greeneway, The Pillow Book: «Dos cosas no nos han de faltar: las delicias de la carne y las delicias de la literatura.» La cita e inspiración es «El Libro de la Almohada» de la gran escritora japonesa Sei Shonagon, que da título a mi libro.
También hay una idea del dibujante de comic Emilio Gutiérrez sobre Sei Shonagon, que quedó en el archivo:
¿Puedes contar un poco sobre esta joven Sei Shonagon de la novela?
El Pezón de Sei Shonagon es una narración triste sobre una joven y sexy mujer inteligente que tiene la suerte de ser propietaria de unos senos que admiran sus jóvenes compañeros en los pasillos de la universidad. Pero ella tiene una obsesión o una pulsión. En cada respiro ella sueña que, mediante las redes sociales y la erotomanía de los consumidores, brillará como artista en el mundo del arte. Los Me Gusta en internet, como ejércitos de hormigas, le generan descargas de dopamina, y breves pings de felicidad. Ella desarrolla un narcisismo angelical y se auto explota en las falaces redes sociales. Ella quiere, como una rosa silvestre o salvaje, que la miren, que la adulen y, por supuesto, quiere ser famosa. Está poseída por Facebook.
Eso es un fenómeno mundial muy actual, hoy vivimos buscando la fama rápida. Hay algo perturbador en esta historia juvenil.
Sí, es una desventura, ella es un subproducto del engranaje de la Utopía Neoliberal Realmente Existente, la UNRE. El lamentable engaño a los ansiosos colonizados por las redes. Ella es una triste narcisa hedonista digital. Una creyente de la sobreexposición de performances con supuestos objetivos artísticos. Ella es una Fausto posmoderna, que se entrega gratis a un Techno Diávolo por un poco de fama fugaz.
¿En el fondo Sei Shonagon es poseída al estar sobre comunicada?
Sí, Sei Shonagon prefiere morir de soledad que de fracaso. Millones de años de evolución han permitido la aparición de estos sofisticados mecanismos techno de control mental en el que las víctimas entregan voluntariamente sus vidas para beneficio del organismo que les ha infectado. La víctima vive bajo la sombra despiadada que otorga la soledad y un falso placer. Ella mira la vida a través de una pantalla, y pierde contacto con su esencia humana, con los sentidos básicos. Esta tristeza auto infligida, una especie de martirologio o santoral construye éxitos falsos, vacíos. Medirse por la cantidad de los Me Gusta es una crueldad que genera angustia, a la víctima le devoran el cerebro por dentro para que el sistema pueda alcanzar su objetivo. Además existe todo un turbio negocio detrás de esto.
¿Cómo cuáles?
Como un sujeto en una charla TED que dice evangélicamente “yo cambié mi actitud y tuve éxito” o una lista de 5 o 10 pasos fáciles. Te ofrecen brillantes trayectorias profesionales, las bondades del emprendimiento y la innovación digital y la creencia de que trabajarán en centros glamorosos. Las historias de éxito, de rápidas salidas rentables, o escaladas veloces de victoria y de reconocimiento global. A diferencia de los estoicos como Séneca que creían que para lograr algo en la vida se requiere años de trabajo y varias derrotas. Y dinero y conexiones excelentes.
Algo inquietante.
¿Hablas de las amenazas de conglomerados tecnológicos?
Hay la ilusión de creer que la tecnología lo resolverá todo. Es el Techno Diávolo del ciberoptimismo. Pero, la sociedad electrónica es muy vulnerable. He leído un interesante artículo de Aaron Timms títulado The artificial intellingentsia sobre la empresa Predata. Predata ofrece el servicio de predecir el futuro basado en la Big Data, imagínate, dos mil quinientos años después del oráculo de Delfos. Pero, la realidad es que Predata nunca ha logrado adivinar algo plausible. Sus jóvenes técnicos son unas Yolandas Sultanas que venden una burbuja. El Techno Diávolo vende humo.
Luego está el escándalo más evidente y actual. Los datos de los usuarios de Facebook llegan a manos de una elite que manipula nuestros comportamientos sobre qué comprar y por quién votar. Sin regulación, lo más inquietante es que las redes se usan sin control para influenciar sobre asuntos más prácticos y siniestros.
La novela El pezón de Sei Shonagon ficciona una experiencia. Por eso, recomiendo leer la novela, pues no todo es la trama. Yo también creo que una novela contiene su intriga, estética y su entretención.
Y la historia es también sobre violencia de género en Tokio
Es bien sabido que desaparecen niñas en Tokio. La protagonista Sei Shonagon estudia en la Geidai, la exclusiva escuela de arte de Japón. La historia transcurre en Tokio, porque allí el fenómeno de la soledad de las jóvenes es extendido.
Su antagonista se llama igual que el creador de los Haikú, el poeta Matshuo Basho.
Sí. Matshuo Basho es un artista, pero es un hombre feo, un hombre resentido y finalmente dolido. Vive en una sociedad que se ha dado por vencida, que está derrotada como comunidad. Las mujeres son explotadas por oscuras sectas rituales. La sociedad no las defiende. La policía corrupta no puede defenderlas. El gobierno no puede protegerlas. Un hombre feo y resentido que desea proteger a su novia quiere ser superhéroe. Necesita ser superhéroe. La otra alternativa sería quedarse en el piso, ser un mediocre e ir a apoyar y votar por un líder populista de corte fascista que promete salvarnos del ocaso.
Pero, también debo reconocer algo: La historia es mi peculiar modo de huir del neocriollismo literario chileno.
¿Neocriollismo? ¿A qué te refieres?
Sí. Hay una corriente neocriollista de narrativas miméticas y de autoficción. Costumbrismo local o narrativa realista o naturalista de arquetipo insular con la que yo no me siento muy cómodo. Pienso que los grandes problemas hoy son problemas globales: como los temas de género, el mundo cibernético, los asuntos ecológicos, la inmigración o la corrupción corporativa (por ejemplo, Odebrecht).
