Escenarios nuevos, impensados hace unos años para los natalinos, camiones y embarcaciones circulando al servicio de los nuevos huéspedes; gaviotas sobrevolando en interminables canchas, improvisados lugares de almacenamiento de alimentos salmoneros.
Mucha mano de obra necesaria para ir a pontones y jaulas lejanas; operarios provenientes de la Décima Región que pasan raudos con sus “roles” de ida o regreso. Es cierto, es un negocio entre privados, pero las consecuencias del impacto repercutirán en una población que del negocio sólo verá abundancia, pero de gaviotas.
Por: Ramón Arriagada
Natalesonline.cl
A comienzos de la semana pasada en un avión ejecutivo llegaron a Puerto Natales José Miguel Gálmez, uno de los propietarios de Salmones Magallanes, Víctor Hugo Pucchi, socio mayoritario de Aqua Chile y José Guzmán Vial, gerente general de Agrosuper. Se comprenderá que los tres eran actores de un reparto estelar del suceso comercial y accionario del año en Chile. Todo comenzó con la compra de la empresa natalina, Salmones Magallanes por parte de Aqua Chile, para terminar con la compra final de Agrosuper de gran parte del paquete accionario de la última. La concentración significaba que en Puerto Natales se radicaría la segunda empresa productora de salmones más grande del mundo. Ya la están llamando Súper Salmón.
Más de algún vecino se le ocurrió pronosticar, en el futuro, al punto de venta de lo que fue Salmones Magallanes, se podrá ir a comprar, Súper Pollo, Súper Pavo, Súper Cerdo y Súper Salmón. Para aquellos interesados en movimientos de capitales, acciones y negocios, la prensa nacional trajo el fin de semana literatura muy abundante sobre la negociación. Ello es un índice evidente de las expectativas que generó el movimiento. Más que nada porque el tablero, en una semana, se movió completo. Con enroques incomprensibles a la vista del observador, más propios de prestigitadores, que de la chistera en vez de conejos sacaban salmones.
En una entrevista el domingo en La Tercera, Juan Antonio Gálmez, ahora ex propietario de Salmones Magallanes, expresaba con cierto contenido estupor “los más sorprendidos fuimos nosotros, porque habíamos vendido Salmones Magallanes a Aqua Chile el viernes y esta operación que usted me comenta (compra de Aqua Chile por Agrosuper) la conocimos el lunes”. Los Gálmez quedaron convencidos que sus compradores necesitaban mostrar proyectos en Magallanes, zona libre aún de contaminaciones en la masa salmonídea, a los inversionistas en Oslo (Noruega), donde Pucchi les había confidenciado que abrirían su empresa a la Bolsa.
Pero Juan A. Gálmez, sigue convencido “que nos compraron no con la idea de vender ni mucho menos, sino con la idea de echarle para adelante. Y en algún momento apareció Vial, se pusieron de acuerdo y listo”. Nunca pensaron que su empresa iba a quedar en manos de Agrosuper, “nunca, porque Agrosuper había estado en venta hace un año y medio. Además, habían cerrado recientemente la compra de Friosur. La sorpresa fue total”, concluye el empresario. Todos en el mundo de los salmoneros, especulan sin emitir una hipótesis sustentable, sobre el objetivo final de este negocio por parte de Agrosuper. Más aún cuando el 19 de enero del año 2015, Aqua Chile y Marine Harvest anunciaron tener un memorándum de entendimiento para concretar una fusión que finalmente no sucedió.
Los temores manifestados por la asociación que agrupa a los salmoneros a nivel nacional, Salmón Chile, en orden a no aumentar los volúmenes de producción por temor a repetir el ciclo del virus Isa y también el bloom de algas, al parecer ya dejaría de ser decisivo, pues Agrosuper aumentaría su producción en los canales y golfos de Ultima Esperanza, donde de seguir produciéndose ovas y small, no habría el peligro de infecciones masivas. Además los centros de cultivos están en lugares donde elucubrábamos que el hombre y la colonización llegarían en cien años más por su ubicación recóndita y lejana.
Escenarios nuevos, impensados hace unos años para los natalinos, camiones y embarcaciones circulando al servicio de los nuevos huéspedes; gaviotas sobrevolando en interminables canchas, improvisados lugares de almacenamiento de alimentos salmoneros. Mucha mano de obra necesaria para ir a pontones y jaulas lejanas; operarios provenientes de la Décima Región que pasan raudos con sus “roles” de ida o regreso. La pesca local ya sin buzos y el personal que ayer trabajaba en turismo, partiendo felices porque trabajarán año redondo. Pero el circulante proveniente de la actividad no incide en la proporción calculada. Una comunidad desorientada. ¿No habrá llegado la hora de las autoridades ausentes? Es cierto, es un negocio entre privados, pero las consecuencias del impacto repercutirán en una población que del negocio sólo ve abundancia, pero de gaviotas.