Muchos creen que hacer sustentabilidad es una forma complicada y inverosímil que sólo pueden hacer los países desarrollados. Pero la sustentabilidad no es más que aplicar el sentido común en la toma de decisiones, protegiendo los territorios, la equidad social de las comunidades para mejorar las condiciones de vida.
Por Andrés Gillmore
22 de noviembre de 2018
Uno de los mayores problemas que tenemos en la actualidad en nuestra querida y amada Aysén, es que unos pocos quieren transformar la región en un territorio de mineras, salmoneras y quien sabe forestal en un futuro próximo y eso en si mismo es una tremenda traición a los intereses regionales de las comunidades rurales y eso duele y complica; soy parte de una generación que llegó en los años 80 al territorio y tuve la suerte de convivir con la esencia del mundo rural del sur de Aysén y ser testigo de cómo a mediados de los años 90 ese mundo ganadero se vino abajo, sencillamente porque el gobierno de Patricio Aylwin decidió que Chile se asociaba al MERCOSUR. En dos años quebró la industria textil nacional y se permitio la entrada de carne de países limítrofes, que terminó determinando que Aysén entrara en la crisis existencial muy profunda y tuvo que soportarse un gran costo social en todo el mundo rural y muy especialmente en el centro sur, que históricamente se desarrollaba por medio de la crianza de ovejas y se exportaba lana y ganado vacuno de consumo que se mandaba al norte del país. La región con el tiempo y con un gran esfuerzo de los que que sobrevivieron a esa hecatombe de grandes proporciones, logró resarcirse en actividades sustentables, como el turismo y la fruticultura y comenzó un desarrollo hacia la sustentabilidad, cuando no se tenia nada y lo queríamos todo.
Por mucho que se debata y se tenga conciencia de lo que significa ser insustentable, pocos tienen claro que es realmente sustentabilidad y las repercusiones de no considerarlo para el presente futuro en el modelo de desarrollo regional. Sustentabilidad no es más que tener la capacidad de mantener un determinado modelo sin agotar los recursos que se posee y que las próximas generaciones puedan encontrarse con un territorio con proyección de futuro y en buenas condiciones. Pero en la actualidad nos encontramos con una generación que son autoridades políticas, que tienen poder de decisión, que no reconocen el mundo rural y eso en si mismo es muy peligroso para el destino de Aysén.
Si tuviéramos la capacidad de reconocer las capacidades de carga de la región en sus formatos de producción y servicios, tendríamos la posibilidad de proyectar, definir, planificar y proyectar Aysén con la sustentabilidad que necesita. Pero lamentablemente no contamos con un Gobierno Regional empoderado en estos temas y la región en la actualidad esta a merced de formas y fundamentos sin ninguna visión de futuro en lo que a sustentabilidad se refiere y eso es preocupante.
Muchos creen que hacer sustentabilidad es una forma complicada y inverosímil que sólo pueden hacer los países desarrollados. Pero la sustentabilidad no es más que aplicar el sentido común en la toma de decisiones, protegiendo los territorios, la equidad social de las comunidades para mejorar las condiciones de vida. Naturaleza por si mismo es relacionar la humanidad en armonía en todas sus formas y variables, entendiendo que ambas deben ser complementarias para ser plenas. Cuando cuidamos el medio ambiente, estamos respetando el fundamento social y cultural también en una región de las características de Aysén. Si cuidamos lo social y lo relacionamos con el medio ambiente obtenemos armonía y balance. Si por el contrario descuidamos el medio ambiente, destruimos el fundamento social y la proyección territorial de las comunidades.
La sustentabilidad debe estar enfocada principalmente en un formato de desarrollo, proyectado con el valor que le damos a las variables sociales a partir del cuidado del medio ambiente, para planificar objetivamente la relación de los medios productivos y de servicios con el medio ambiente, con nosotros mismos y con la sociedad en la que estamos insertos.
El desarrollo de Aysén debe estar suscrito en base a un modelo con atributos y características propias respetando la denominación de origen, para permanecer, reproducirse y satisfacer las necesidades de las comunidades en forma sustentable, sin poner en peligro las generaciones futuras por satisfacer la propia. El componente ético y moral debe ser la base de sustentación con que se toman las decisiones, decidiendo con solidaridad, prudencia y proyección de futuro.
El componente ambiental en Aysén, debe fundamentarse en la necesidad de mantener la capacidad de recuperación de los ecosistemas, con beneficios de protección y sustentabilidad para todos y no solo para algunos. Por eso la sustentabilidad requiere de políticas estratégicas capaces de satisfacer las necesidades en función de la disponibilidad de los recursos, entendiendo los límites, los derechos y las obligaciones, que tiende a ser un concepto confuso en Aysén en la actualidad y lo que se ve, es que se aplican modelos que no representan los intereses reales de la región. El enfoque ambientalista dadas las capacidades propias, la denominación de origen y el sello verde que ostenta la región, es reducido por los diversos intereses creados de las transnacionales, despreocupándose de las condiciones para mantener la variable social, desatendiendo el bienestar, la producción y la posterior distribución de los bienes y servicios.
Aysén se ha transformado en el talón de aquiles de la defensa ambiental de los gobiernos de turno, porque se ha entendido la trascendencia social de hacerlo viable y que este al alcance de todos. Los límites ambientales de uso plantean un crecimiento continuo en un planeta finito, donde no se resalta la solidaridad que debe considerarse en los aspectos distributivos y el respeto que debe tenerse al definir las capacidades de carga territorial para proyectar sustentabilidad.
Sustentabilidad para obtener proyección de futuro, necesita que el modelo económico se mantenga dentro de ciertos márgenes y límites, respetando las capacidades de carga. La falta de estudios y análisis comparativos de lo que se tiene en Aysén, lo que se usa, lo que se produce y cómo se produce, ha provocado que en las últimas décadas la sustentabilidad se transforme en una deformidad y sin capacidad alguna de generar aumentos cuantitativos en la calidad de vida de las comunidades.
Los riesgos del crecimiento desenfrenado que propone el modelo chileno, propuesto por las corporaciones extranjeras, permitido por los gobiernos subdesarrollados tanto de derecha como de izquierda, que al no poseer la tecnología, los profesionales y la financiación, han predeterminado que el desarrollo de Aysén en la actualidad tal como desean los gobiernos regionales sea insostenible. De continuar por la senda actual, terminaran destruyendo el magnífico futuro de la región. Existe en el mundo empresarial con un optimismo irreal y tremendamente acomodaticio para sus fines y preocupante para las comunidades de Aysén, sobre la disponibilidad de los recursos naturales, sin importarles las implicaciones negativas en el mundo social y ambiental que generan al intervenir sin consideraciones, apostando irresponsablemente que en un futuro no muy lejano se encontrarán soluciones tecnológicas para los problemas ambientales que están produciendo y en base a ello destruyen todo lo que tocan.
Los cambios ambientales, económicos, sociales y productivos deben estar fuertemente relacionados con las capacidades de carga de los territorios, para producir resultados que aseguren una gestión positiva del mundo natural en relación con el mundo social y productivo, desarrollando políticas ambientales que esten bajo un concepto que permita la construcción de un cambio de paradigma y le permita a Aysén, desarrollar la renovación técnica, económica, profesional y cultural, para proyectarse sustentablemente.
El desafío de una región como Aysén que se respeta a si misma, es crear innovación tecnológica y educacional para mejorar la estructura económica sin destruir su entorno y de acuerdo a sus necesidades. La contribución de la tecnología, no es otra que conseguir ampliar la integración con el medio ambiente, mejorando la calidad de vida de la población. Un país que no tiene la capacidad de invertir en investigación y en defensa ambiental territorial, no tiene la motivación que se necesita para industrializarse adecuadamente y esta claro que de seguir por la actual senda, nunca dejara la dependencia de la explotación de los recursos naturales por parte de las transnacionales y como tal, desarrollara la involución del modelo de desarrollo, que en la realidad actual es necesariamente imperdonable.