«Al punto en que vamos, la contaminación de Andacollo persiste y si la explotación aumenta, la contaminación también aumentará».
Por Luis Pouchucq Marinkovic (**)
La zona de sacrificio.
Un contingente de máquinas monstruosas trabajan con rapidez en la ampliación de la ruta 43 que une Ovalle con Coquimbo. Este símbolo del llamado “progreso” aparece nuevamente como un emisario de la muerte. Por ahí todos saben lo que viene después. Todos han salido a colgar banderas negras a la salida de sus casas, que ondulan ante la indiferencia generalizada de nuestra sociedad consumista.
La máquina del progreso trabaja con especial énfasis en localidades de la comuna de Andacollo. Es que el mismo progreso les tiene un lindo regalo a los habitantes de los poblados El Peñón y El Manzano: dos nuevas plantas termoeléctricas que entregarán cerca de 15 megawatts cada una al sistema interconectado central, para dar vitalidad a los numerosos proyectos de la gran minería que se multiplican en los oscuros escritorios de “Sanjatan” y se transportan a la velocidad del mercado hacia Andacollo. Ahí queda pasmado el poblador de la villa El Manzano, a su velocidad pueblerina, sin recursos para dar la pelea a semejantes monstruos, que quieren a la fuerza convertirse en el peor de los vecinos. En Santiago decidieron que su existencia era sacrificable y los catalogaron como zona de sacrificio.
Los poblados de El Peñón y El Manzano se ubican al comienzo de la Ruta del Peregrino, desde donde parten los miles de devotos que todos los años van a pagar mandas por los favores concedidos a la Virgencita del Rosario, que los espera arriba, en el templo grande de Andacollo. Es que la virgencita es cumplidora y así mismo ha hecho su fama durante siglos de tradición. Pero tras la devoción que suscita su imagen se oculta la oscura certeza del fin de la ilusión de un pueblo de oro, que existía ya desde épocas precolombinas. Hoy en día, la comuna de Andacollo es famosa por dos hitos principales: las fiestas de Nuestra Señora del Rosario todos los 26 de diciembre, y porque es el único lugar en el mundo donde dos empresas de la mega minería han apostado sus faenas en el perímetro urbano. “¡Pero si las tenemos en el patio trasero!”, dicen los andacollinos, y no es un chiste de mal gusto decirlo, las mega faenas están efectivamente a escasos quinientos metros del centro de la ciudad.
La historia reciente de Andacollo versa más o menos así: durante los años noventa llegaron a Andacollo dos empresas de la gran minería pertenecientes a tamañas corporaciones extranjeras, cambiando toda la estructura social y productiva de la ciudad y su ruralidad. Grandes protestas se iniciaron movilizadas principalmente por los pobladores del sector de Chepiquilla y El Toro, que quedaron a pocos metros de la faena. Sin embargo, las empresas se encargaron de ahogar el conflicto, limpiándose el camino para poder explotar veinte mil toneladas de metal por año, el que luego fue ampliado a 55 mil y se proyecta seguir ampliando hasta ochenta mil (o más) toneladas de mineral al año. Al andacollino le valió un significativo aumento en los ingresos y en los estándares de seguridad en las faenas, calles asfaltadas, un nuevo paseo semipeatonal en la calle Urmeneta, mejoras en algunas escuelas y la Municipalidad. A su vez, también les ha significado liderar las estadísticas de mortalidad por enfermedades respiratorias, la extinción de los oficios artesanales, vivir en medio de las detonaciones que causan temblores de cuatro, cinco o seis grados Richter, y que cuartean las paredes de sus casas. Asimismo, la tierra que se mete en todas partes, que hay que sacarla a palas de las casas, el olor a “reactivo” y ácido sulfúrico que llega desde las pilas de lixiviación descomunales apostadas en las faenas. Es que “en Andacollo hay calidad económica, pero no hay calidad de vida” dice alguna andacollina descontenta.
Desde el año 2009 la zona urbana de Andacollo es decretada por el gobierno como Zona Saturada de Contaminación por los altos índices de material particulado y las altas tasas de muerte por enfermedades respiratorias. Por ello, en marzo del 2015 se da inicio a un plan de descontaminación ad hoc que involucra al gobierno, las empresas y la municipalidad. El evento de lanzamiento contó con la visita de distinguidos señores y elegantes señoras del gobierno, el parlamento y la municipalidad. Y no faltaba más, CODECIAM también fue convidado a participar del show. Éste era el primero de varios planes de descontaminación que se irían poniendo en marcha a largo del país. Pero resulta profundamente contradictorio que el gobierno haga planes de descontaminación en una zona que ya fue sacrificada por él mismo y todo al mismo tiempo que en las madrigueras de las altas cúpulas corporativas y reparticiones del gobierno se tramitan proyectos para ampliar la explotación del mineral de Andacollo.
A un año del anuncio del plan de descontaminación, este suscita fundadas dudas respecto a lo exitoso de las medidas implementadas, de las cuales muchos pobladores aducen un mediano o total incumplimiento por parte de la empresa. Los indicadores de éxito son ambiguos. La empresa de análisis Ambimet, que fue contratada para realizar los análisis, informa una disminución en los índices diarios de PM10, pero un aumento en los índices anuales y trianuales, lo cual no concuerda con ninguna lógica desde el punto de vista de algunos pobladores. Es decir, al punto en que vamos, la contaminación de Andacollo persiste y si la explotación aumenta, la contaminación también aumentará.
El exilio
Me gustaría describir el exilio con algunas frases recogidas de entrevistas y conversaciones sostenidas por CODECIAM con algunos andacollinos. Por ejemplo, una mujer andacollina le pregunta al médico del pueblo su parecer por los índices de mortalidad por enfermedades respiratorias, y el médico le responde: “Señora, lo único que debe hacer es irse de este pueblo, no hay nada más que hacer”. El compañero de esta mujer padece una severa enfermedad, probablemente producto de la misma contaminación, y ambos siguen aquí, luchando, porque ellos creen que si se van lo habrán perdido todo. Pero ellos son los menos.
Así mismo se pueden escuchar en Andacollo relatos como este: “Yo en mi caso soy profesional joven Andacollino, pero tengo hijo. Entonces estoy tomando la determinación que de aquí a los próximos dos años me voy a tener que ir, pero no porque yo quiera, sino que porque la contaminación va a dañar la salud de mi hijo”. O este otro, “Andacollo tendría que desaparecer, porque no se ve otro futuro ya así como va, nos se ve otro futuro, porque mucha gente de acá de Andacollo se está yendo a otra parte, entonces hay un…un libro de cuento…”. O este otro, “yo creo que Andacollo será cada vez más pequeño, a este paso siento de un total descuido frente a esto, yo pienso que Andacollo será cada vez más chico. Pienso que el santuario se va a conservar como un elemento típico de la zona”. Les podría mostrar decenas de relatos semejantes, que reflejan la profunda desesperanza que siente el andacollino ante la muerte anunciada de su pueblo natal.
Los que tienen recursos ya pusieron sus hogares en otras partes. Muchos se compraron casa en Coquimbo o la Serena, otros en los caseríos aledaños para tratar de escapar de la contaminación. Los que no tienen, se quedan. Y es que todos tienen la certeza de eso: en Andacollo ya no se puede vivir. Pero no solo está el problema de la contaminación. Aunque resulte paradójico, Andacollo está en la provincia con índices de desempleo más altos de la región. ¿Cómo puede uno explicarse eso, si las mineras llegaron para mejorar la economía? Por eso el andacollino dejó su oficio ancestral de pirquinero o agricultor y se dedicó a buscar trabajo en la minera. La promesa de estabilidad laboral y buenos salarios duró unos años no más. Luego las mismas mineras empezaron a contratar gente de otros lados, de Coquimbo y La Serena principalmente, pero también de Tongoy y Guanaqueros. Llegan a diario en buses a trabajar en las faenas y luego se van. No se quedan ni a pasar la noche en Andacollo.
Andacollo tiene la tasa de embarazo adolescente más alta de la región y, claro, no hay liceos en Andacollo, las escuelas llegan hasta octavo básico no más. A los adolescentes los envían a estudiar en liceos de Coquimbo o la Serena, los que son enviados. Y ni hablar de educación superior, los jóvenes estudian en las ciudades, y la mayoría de ellos no regresa, porque en su tierra natal no hay oportunidades de empleo. El resultado es que Andacollo se está quedando sin sus jóvenes profesionales, simplemente porque no están las condiciones para desarrollarse y tener un buen vivir.
También exiliarán a la Virgen.
Es así como se ha ido gestando esta historia de exilio, como ha ocurrido también en muchas otras partes del mundo. Las grandes corporaciones mineras se anquilosan a los recursos que entrega la tierra, llegan donde está el mineral y sin importarles las consecuencias de su desmesurada ambición, son capaces de destruir todo el entramado social y económico de ciudades enteras, por mas tradición, religiosidad y antigüedad que éstas tengan. No cabe la menor duda de que a Andacollo la están matando, matando a su pueblo y condenándolo al exilio. Pero también están matando a la Virgencita del Rosario, que era su matrona, que era su amparo. En Andacollo se dice que la mejor ley del mineral se encuentra justo debajo del templo y que es cosa de tiempo para que la ambición de estas corporaciones transnacionales monstruosas le ponga su pezuña encima. Primero condenan al andacollino al exilio o la muerte… y luego exilian hasta a la Virgen.
Yo me imagino la plegaria del andacollino: Ay! Virgencita del Rosario, protégenos del futuro que nos ha deparado el mal gobierno, protégenos de las decisiones que toman las monstruosas corporaciones internacionales y protégenos de nosotros mismos, que hemos cambiado la paz de nuestro pueblo por el sueño consumista de tener un auto todo terreno estacionado frente a la casa. Por ahí se dice que “todos los que le han metido mano a Andacollo han muerto de cáncer” probablemente producto de la misma contaminación. Producto de una misteriosa justicia divina.
Necesidad de nuevas perspectivas de acción
El trabajo de CODECIAM en Andacollo, en conjunto con organizaciones locales como el Consejo de Medio Ambiente (CMA), se basa en la búsqueda de nuevos focos de desarrollo económico-social y la transferencia de tecnologías sustentables. Creemos que la única forma de frenar el exilio forzado que ocurre en lugares como Andacollo es generando nuevas y mejores perspectivas de desarrollo humano, que le den un “porqué quedarse” al andacollino, basándose en la pertinencia y una estrecha relación de paz con la naturaleza y la sociedad. Probablemente lo mejor sea rescatar y adaptar viejas tradiciones agropecuarias y mineras, traerlas a nuestro tiempo, tal vez con mejores tecnologías, más amigables con la naturaleza y la sociedad. Pero más allá de tratar de imponer nuestra visión de CODECIAM, hemos comenzado un proyecto de vinculación financiado por la Universidad Tecnológica Metropolitana (UTEM) para co-elaborar nuevas propuestas de desarrollo económico-social en un diálogo con actores sociales de Andacollo. Con ello queremos explorar nuevas iniciativas de negocios con base social-tecnológica, explotando la asociatividad y la gran capacidad de auto-organización que posee este lindo pueblo.
Finalmente, entiendo que aún quedan esperanzas, pues el andacollino tiene fuerza. Más aun cuando miro un lienzo colocado en la fachada del templo grande que dice “Con María, defendemos el medio ambiente”.
(**) Luis Pouchucq Marinkovic es Licenciado en biología de la Universidad de Concepción y Doctor en Ciencias Biológicas de la Facultad de Ciencias Universidad de Chile y Presidente de la ONG CODECIAM