31 - enero - 2025

Película ‘La noche de 12 años’: Como Pepe Mujica sobrevivió 12 años en un calabozo

Por Mañu Yañez, crítico de cine, director de Otros Cines Europa.

Existe una estirpe de cine histórico que, aferrado al potencial más esencial de la escritura fílmica, aspira a trascender el didactismo para abrazar una dimensión corpórea, táctil; un cine más físico que novelesco, donde cuenta más lo que “se siente” que lo que “se entiende”. A esta noble corriente fílmica pertenecen obras tan dispares como las películas bélicas de Sam Fuller, el Alan Clarke de ‘Elephant’, los docudramas de Paul Greengrass o películas como ‘Zama’ de Lucrecia Martel o ‘Essential Killing’ de Jerzy Skolimowski, que allá por 2010 supo iluminar las sombras de la espesa geopolítica mundial (de las tensiones de Oriente Medio al imperialismo yanqui) a través de un depuradísimo thriller de supervivencia. La paradoja de esta corriente de “cine esencial” es que, dando la espalda a una cierta claridad expositiva, puede ofrecer un retrato inusualmente incisivo de la realidad mostrada: su mirada extremadamente cercana a los hechos puede desdibujar los bordes del cuadro, pero eso no hace más que revelar el núcleo (humano, psicológico, ideológico) del conflicto explorado.

‘La noche de 12 años’, el nuevo film del cineasta uruguayo Álvaro Brechner (‘Mal día para pescar’, ‘Mr. Kaplan’), se sitúa en las coordenadas de este cine histórico-sensorial. Para dar cuenta de los 12 años de reclusión incomunicada que sufrieron, de 1973 a 1985, a manos del gobierno militar de Uruguay, los disidentes Mauricio Rosencof (Chino Darín), Eleuterio Fernández Huidobro (Alfonso Tort) y José Mujica (Antonio de la Torre) –este último, futuro presidente del país–, la película se concentra en las vivencias privadas de los personajes sin apenas salir de los diferentes centros de reclusión por los que pasaron los protagonistas –los escasos flashbacks no se hallan entre los mayores logros del film–.

Basada en el libro autobiográfico ‘Memorias del calabozo’, escrito por Rosencof y Fernández Huidobro, ‘La noche de 12 años’ ofrece una sugerente inmersión formalista en las vivencias del trío, un despliegue audiovisual que remite al trabajo de Steve McQueen en la poderosa ‘Hunger’. En el film de Brechner, los planos temblorosos capturan la incertidumbre de los rehenes, los planos detalle de los cuerpos huesudos y amoratados revelan la inclemencia del autoritarismo, los bamboleantes planos subjetivos perfilan unas condiciones al límite de la supervivencia, y un largo plano circular (el primero del film), que se va enfocando hasta mostrar un episodio de brutalidad policial, pone en imágenes la voluntad de la película de ajustar cuentas con un sangrante episodio histórico.

La interesante propuesta de Brechner favorece que la película, más centrada en el combate físico por la vida que en los discursos políticos, alcance una cierta dimensión universal: la fuerza de la voluntad y las convicciones de Rosencof, Fernández Huidobro y Mujica centellean como un resonante símbolo de la lucha contra la injusticia, la opresión, el militarismo y el fascismo. En contrapartida, cabe apuntar también que el film merodea la frontera de un cierto tremendismo, que se hace más patente en la figura de Mujica, cuyo terrible viacrucis carcelario es presentado a través de una cascada de imágenes pesadillescas y entrecortadas: un torbellino esteticista que seguramente complacerá a los defensores del cine de Darren Aronofsky.

Por último, hay que aclarar que ‘La noche de 12 años’ sabe transitar entre diferentes registros gracias, en gran medida, al talento de sus participantes: el inspirado trabajo de Chino Darín en la piel de Rosencof hace verosímil un inesperado episodio de aliento humano que parece prestado de ‘Cyrano de Bergerac’, mientras que la voz de Sílvia Pérez Cruz, dando nueva vida a ‘The Sound of Silence’, convierte el horror en esperanza, como si ‘El expreso de medianoche’ se convirtiera súbitamente en ‘Cadena perpetua’. Puede que, en su tramo final, ‘La noche de 12 años’ pierda algo de fuelle al escudarse en las formas del thriller y el drama psicológico más convencionales –de ahí emerge una idea demasiado elemental del heroísmo–, pero la audacia de su planteamiento y desarrollo la convierten en un logro inusual: un film histórico cuyas impactantes imágenes no están reñidas con una dimensión más meditativa.


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