Cuando las operaciones mineras ocupan territorios que son parte del hábitat natural de flora y fauna, tierras de cultivos, de desarrollo ganadero y turístico, pueden pasar siglos antes que vuelvan a alcanzar el nivel anterior y los desechos tóxicos que dejan a su paso, terminan afectando los ecosistemas cercanos, la salud de las comunidades, activan la erosión y provocan serios impactos económicos y productivos en los territorios al contaminarlos.
Por Andrés Gillmore
Past-Director Corporación Costa Carrera. Cuenca Chelenko.
Hace rato que la región de Aysén esta siendo vista como uno de los grandes objetivos de las grandes Corporaciones extractivistas internacionales y es visto desde siempre como un botín a tomar, pero siempre de una manera u otra la comunidad y sus organizaciones se han encargado de hacerle frente a estos nefastos intereses foráneos y los han truncado. Desde el proyecto Alumysa en la década de los noventa del siglo pasado, cuando la transnacional canadiense NORANDA recibió de “Proyectos Aysén” de propiedad de la familia Walker alrededor de 30 mil hectáreas, para construir una represa en la cuenca del río Cuervo para producir aluminio y construir un puerto en el sector de Bahía Acantilada y que al solicitarse una auditoría externa al EIA presentado por la transnacional, realizada por la Universidad Católica de Santiago, demostró lo contaminante que era la intención para el territorio y se desistió de la intención.
Luego llegaron los tiempos de HidroAysén, cuando la transnacional era de capitales españoles (ENDESA-ESPAÑA) que con el tiempo fue comprada por ENEL Italia, que pretendia intervenir ríos emblemáticos de Aysén, como el Baker y el Pascua al sur de la región y construir cinco represas para producir energía y venderla a Argentina. Intención que aunque fue aprobada en mala lid en todos sus estamentos por el primer gobierno de Piñera. Finalmente al demostrarse fehacientemente la manipulación de la información del EIA que presentó la transnacional, se terminó desechando la intención, para no tener que enfrentarse a una ciudadanía contraria a la intención, tanto dentro como fuera de Chile y en el segundo gobierno de Bachelet ni siquiera se tocó el tema de reactivar el proyecto.
Los gobiernos de turno siempre han estado a favor de los intereses de las transnacionales y han hecho todo lo posible para que los diferentes Mega-proyectos salgan adelante a pesar de las serias irregularidades con que se han desarrollado y que han comprometido la sustentabilidad regional y todo bajo el discurso arcaico del crecimiento a como de lugar, que es muy semejante a lo que ocurre en la actualidad con el segundo gobierno de Piñera, que esta alentando a las corporaciones extranjeras a invertir en Chile a cambio que la fiscalización ambiental será paupérrima y tanto es así, que este año 2019 impulsará un cambio en la ley de medio ambiente para hacer posible lo que han denominado como la “Negociación temprana” que allanara el camino para que las transnacionales y las comunidades se pongan de acuerdo previamente y dejar a los EIA como algo de segundo orden y asegurarles beneficios mucho mayores, si tuvieran que proteger el medio ambiente y la salud de las comunidades con sus emprendimientos mineros.
En el pasado estas transnacionales se dieron la maña de manipular información estratégica omitiendo lo negativo y no dudaron en presionar a funcionarios del gobierno regional, para que apoyaran a las transnacionales en sus EIA. Incluso tuvieron la osadía y la desfachatez de financiar senadores y diputados para conseguir los objetivos y manipular el diseños de las leyes y de esa manera acomodarlos a sus intereses. Pero a pesar de todo y de todos, estos intereses no han podido salir adelante y han perdido la batalla ante las comunidades organizadas, que ha venido a demostrar que la región de Aysén siempre ha estado atenta a defender sus intereses, cuando las transnacionales acechan con sus proyectos contaminantes, destructivos y invasivos y que todos sabemos terminaran afectan la territorialidad y la proyección de futuro de las comunidades regionales.
Otro gran ejemplo de la lucha de las comunidades, fue lo ocurrido en la cuenca del lago Chelenko (Carrera) cuando los salmoneros pretendieron intervenir el gran lago, el Bertrand y el río Baker y como la comunidad organizada se enfrento a esos intereses bajo el liderazgo de la Corporación Costa Carrera (agrupación de empresarios turísticos de la cuenca) que trabajo enconadamente para que los salmoneros no lograran el objetivo y que decididamente teniendo como perspectiva el paso del tiempo, salvo a cuenca Chelenko de la contaminación total, en años donde la salmonicultura era el rey de copas. Defensa que quedó avalada posteriormente con la irrupción del virus isa por los malos manejos ambientales y el uso indiscriminado de antibióticos y no respetar las capacidades de carga, que hubiese contaminado totalmente la potencialidad del territorio y la proyección de futuro de sus comunidades, que en ese entonces trabajaban afanosamente para sacar adelante lo que en la actualidad es una poderosa realidad y un sueño que se termino concretando; el desarrollo del turismo de intereses especiales en las comunas de Puerto Ibáñez y Chile-Chico.
En la actualidad se esta gestando una intervención minera de gran magnitud en cuenca Chelenko. En la comuna de Chile-Chico esta en vías de desarrollo el proyecto denominado “Los Domos” que pretende extraer oro en un territorio vecino al Parque Patagonia, que en la actualidad esta siendo priorizado por el ministerio de economía, como si fuera un proyecto sustentable, cuando no lo es y que definitivamente en caso de concretarse destruiría la denominación de origen y el sello verde de la cuenca Chelenko. En Puerto Ibáñez tenemos el proyecto minero Terrazas de la minera Red Hill, que con una desfachatez inaudita, omitió en el EIA que la mina estaba a solo 3 km de la localidad de Puerto Ibáñez, que demuestra las verdaderas intenciones de esta transnacional y sus pactos secretos con las autoridades.
Ambos proyectos en caso de concretarse será más nefasto que el mismo HidroAysén en su momento para la sustentabilidad de las comunidades de la cuenca, al contaminar las aguas del lago Chelenko con los detritos que se producirán y que por lo demás tenemos serios precedentes regionales como lo que ocurre hace décadas con la mina El Toqui, que tira arsénico al río Mañihuales y la contaminación producida en Fachinal en Laguna Verde en la mina Delia II, que utiliza la laguna como pozo de relave y dique de cola.
La cuenca Chelenko es de una importancia estratégica para la sustentabilidad hídrica de Aysén y de nuestro querido y amado Chile. El lago Chelenko es la segunda reserva de agua dulce del planeta y costea campos de hielo norte, donde encontramos importantes ríos como el Murta, el León y una serie de glaciares y ventisqueros que costean el Parque Nacional Laguna San Rafael en su frontera norte y una serie de localidades ribereñas a ríos y lagos consumen esa agua en sus domicilios y muchos emprendimientos ganaderos, agrícolas, fruticolas y turísticos dependen de esa agua. Por ello, defender este territorio de gran proyección de las intervenciones mineras, no es más que defender los intereses de Aysén y su proyección de futuro.
Las operaciones mineras han demostrado con el pasar del tiempo, que producen enormes cantidades de desechos tóxicos que quedan sobre el terreno y contaminan las aguas de la superficie y las reservas acuíferas del subsuelo. Cuando las operaciones mineras ocupan territorios que son parte del hábitat natural de flora y fauna, tierras de cultivos, de desarrollo ganadero y turístico, pueden pasar siglos antes que vuelvan a alcanzar el nivel anterior y los desechos tóxicos que dejan a su paso, terminan afectando los ecosistemas cercanos, la salud de las comunidades, activan la erosión y provocan serios impactos económicos y productivos en los territorios al contaminarlos.
Los territorios en Aysén no tienen una estabilidad química apropiada para el desarrollo minero y ante la intervención terminan transformados en una fuente de contaminantes de los sistemas naturales del agua, con consecuencias ambientales y socioeconómicas destructivas para las comunidades y terminan transformándose en problemas perpetuos difíciles de abordar a través de medidas de rehabilitación. Los territorios intervenidos por la minería y de eso tenemos grandes ejemplos en Aysén, con el tiempo se vuelven estériles y improductivos, dejándonos un poderoso mensaje de destrucción y contaminación que no queremos para el Aysén que todos amamos.
Los desechos mineros se producen el recubrimiento del suelo y por ende debe removerse suelo y roca para tener acceso al recurso mineral, con nefastas consecuencias ambientales. La Roca de desecho que no contiene el mineral suficiente para ser de interés económico, queda moldo en los Relaves y se transforma en un residuo acuoso de mineral molido que permanece decenas y decenas de años desde que se ha extraído.