Centro de Conservación Cetácea sospecha de los químicos que se emplean para limpiar las jaulas de los salmones y también los antibióticos que se utilizan para tratar sus enfermedades como posibles culpables.
La huella de la actividad humana está en todas partes, y usualmente de una manera profundamente negativa: una investigación liderada por químico español Juan Muñoz-Arnanz, del Instituto de Química de la U. de Barcelona encontró que químicos altamente contaminantes y de lenta degradación fueron detectados en la grasa de 37 ballenas azules en el sur de Chile. Los resultados han sido publicados en Science of the Total Environment.
De acuerdo a lo que informa el diario Cooperativa, Muñoz-Arnanz analizó muestras tomadas por investigadores del Centro de Conservación Cetácea (CCC-Chile) a las ballenas azules que llegan cada verano a alimentarse al golfo Corcovado, frente a Chiloé. El investigador español encontró DDT, bifenilos policlorados (PCB) y hexaclorobenceno (HCB), compuestos conocidos como Contaminantes Orgánicos Persistentes (COPs).
También en el hemisferio norte
El estudio sirve como una prueba más de que los océanos del mundo están «súper contaminados», dice Bárbara Galletti, presidenta de la CCC, organización sin fines de lucro que vela por el cuidado de las ballenas. Galletti, que también participa en la publicación, dijo que las biopsias fueron obtenidas en 2011 y 2013.
Evidencia anterior ya había alertado sobre la presencia de estos químicos en las ballenas del hemisferio norte, pero esta es la primera vez que se detectan en el hemisferio sur, aunque con cifras mucho más bajas.
Las ballenas azul macho en el hemisferio norte registraron en promedio 2220 nanógramos de PCB, 226 de HCB y 3420 de DDT por cada gramo de grasa, mientras que las de Chile presentaron 136, 20,4 y 49,6, respectivamente. De todas maneras, el solo hecho de que estén presentes ya es una señal de alerta, dice Galletti.
Bajas cantidades
De acuerdo a la especialista, estos compuestos tóxicos están relacionados con pesticidas, procesos industriales y productos de limpieza que son descargados a los ríos y terminan en el mar. Lo positivo es que estos contaminantes ya no se siguen usando, asegura Rodrigo Hucke-Gaete, biólogo y cetólogo del Centro Ballena Azul de la U. Austral (Uach), quien también realizó un estudio similar.
El cetólogo estima que por las concentraciones bajas de químicos que mostró el estudio, las ballenas azules en Chile no deberían tener problemas. «Los niveles son mucho más altos en otras regiones, en especial en los cetáceos más pequeños como las orcas del Pacífico Norte, donde se han visto concentraciones brutales de COPs», explicó al diario Mercurio.
Eso podría traerles fallas en la reproducción, problemas de crecimiento, hepáticos, renales, inmunodepresivos, neurotóxicos y carcinogénicos. «Son muchas las posibilidades de daño que genera este tipo de contaminantes», añade por lo que es necesario vigilar que las concentraciones se mantengan bajas.
Recientemente, biólogos descubrieron que las canciones de las ballenas jorobadas (Megaptera novaeangliae) de la población del este de Australia se simplifican enormemente cada cierto tiempo, según Proceedings of the Royal Society B. Una vez cada 2–3 años, las ballenas hacen una «revolución», cambiando completamente su repertorio de canciones, tomándolas de los machos de la población australiana occidental. Después de esta «revolución», las nuevas canciones se vuelven más simples que las antiguas, pero luego de unos años se vuelven más complicadas, nuevamente.
La toma de muestras realizada por el CCC en Corcovado, en parte, fue motivada por la detección de extrañas lesiones en la piel de las ballenas. «Queremos determinar la presencia de contaminantes o patógenos, por lo que estamos haciendo varios análisis», dice Barbara Galletti.
Ella no descarta que las lesiones sean producto de químicos tóxicos. «Algunas son evidentemente marcas de redes o de mordidas de tiburones, pero otras son parecidas a ampollas o a herpes».
Galletti sospecha de los químicos que se emplean para limpiar las jaulas de los salmones y también los antibióticos que se utilizan para tratar sus enfermedades como posibles culpables.
El estudio mostró que la concentración de toxinas era menor en las hembras que en los machos. Pero esto se debe a que los COPs también se transmiten de la madre a la cría a través de la leche.
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Fuentes: https://nmas1.org/news/2019/02/21/chile-ballenas-toxicos-ciencia
http://www.economiaynegocios.cl/noticias/noticias.asp?id=548181