El talentoso Govar, seudónimo de Adolfo González Vargas, es el creador de la caricatura de Cecilia Pérez sobre los patos asados que irritó a ministros de Piñera. Govar es admirador del uruguayo Ombú y de los chilenos Hervi y Palomo. El dibujante cree que hay un dominio del pensamiento único y que el soporte político de actual gobierno de Piñera es el mismo de Pinochet: el totalitarismo, con una capacidad limitada de tolerancia política. Aquí la entrevista del escritor Omar Pérez Santiago.

- Chile tiene momentos escandalosos en que el poder ha hecho el ridículo frente a una caricatura. ¿Cómo se siente un artista cuando se da cuenta que una caricatura suya provoca la reacción pública de ministros y parlamentarios? ¿Cuál fue tu primera sensación cuando se genera la trifulca por la caricatura de Cecilia Pérez y su obsesión con Bachelet?
La caricatura tiene que provocar, debe generar algún efecto en la realidad que retrata, sea en los ciudadanos que sufren con el ejercicio del poder o en el actor político. Desde ese punto de vista, el objetivo de la ilustración se cumplió. En otras palabras, el gobierno se sintió interpelado, y reaccionó a la defensiva, y eso ocurre porque se sintieron al descubierto. El chiste no es de la caricatura, es de un gobierno que culpa groseramente de todo lo malo al gobierno anterior, y se atribuye los logros ajenos… eso es patológicamente divertido.
- La democracia va para dictadura si no tolera el humor político agudo y trasgresor. ¿Crees que hay un ambiente hostil desde el gobierno y los políticos en general al humor ácido?
El soporte político del gobierno no es diferente al de la dictadura de Pinochet; tanto en términos de su base electoral como en términos de las orgánicas que lo componen. Renovación Nacional y la UDI eran los partidos de Pinochet; es diferente pensar que su sustrato ideológico sea distinto. No se trata de nivel mayor o menor de humor, se trata de una capacidad limitada de tolerancia política. Me imagino lo difícil que debe ser para los grupos conservadores entender y aceptar que haya obreros que protesten, que haya homosexuales que exijan igualdad de trato, que haya mujeres que cuestionen el poder patriarcal, que haya indígenas que reclamen sus tierras, que su iglesia sea cuestionada por abusos, etc. Debe ser difícil aceptar que el mundo cambia y que hay otras formas de mirar el mundo.
- Hoy hay un amplio espacio para el humor político en las redes sociales que reaccionan de inmediato a una viñeta de humor. Sin embargo, parece que, salvo las grandes excepciones de rigor, hoy hay más temor a reírse de las autoridades. ¿Cómo lo percibes tú?
No creo que haya temor de reírse de las autoridades. De hecho creo que hay una suerte de desacralización del poder. Entre otras cosas, cuando las instituciones entran en crisis (partidos comprados por los grupos económicos, obispos encubridores de abuso, militares y carabineros que roban, un presidente que rebaja la dignidad de su cargo, etc.) la gente les pierde el respeto y se expresa de modo cada vez más virulento.
Cosa distinta es a través de que vías se expresa el mensaje. Vivimos una concentración grosera de los medios de comunicación oficiales, donde un par de consorcios controla la prensa. Son los medios del pensamiento único, el que muestra el orden social como un sistema naturalmente dado, y donde cualquier proyecto de transformación aparece como populista, donde la crítica es bloqueada. Es, en definitiva, una forma encubierta de totalitarismo. Como contrapartida, es la era de las redes sociales, que permiten que el ciudadano “a pata” lance sus chuchadas, despotrique contra la autoridad y se desahogue. Facebock y Twiter han terminado por sustituir la marcha y la protesta in situ, quizás generando un espejismo de participación e incidencia.
Habría que preguntarse hasta qué punto las redes sociales hacen que la izquierda se sienta “combatiendo”, mientras el poderoso dice “déjenlos ladrar, mientras no se acerquen a la reja todo está bien”. Lo paradojal es que ni siquiera podríamos decir que el mundo virtual es el espacio para la libre expresión y el debilitamiento del orden social. También es un espacio en disputa, en el que los sectores reaccionarios intentan una acción sistemática de instalar “verdades”, promoviendo la intolerancia y el odio. Basta con ver las falsas noticias sobre “colombianos andan secuestrando niños para tráfico de órganos”, “homosexual abusó un niño”, “empresa quebró por huelga de trabajadores”, “extranjeros traen enfermedades”, “la cuna no determina el futuro de las personas”, “los piropos a las mujeres son legítimos” etc. Etc. Son las post verdades que se instalan progresiva y silenciosamente, como trinchera en esta silenciosa disputa por la hegemonía cultural de la sociedad chilena.
- La ola feminista obliga a repensar el humor político. Pero quizá también es más fácil acogerse a esa ola para victimizarse frente a un dibujante. O quizá la ministra Pérez está muy sensible e irritable con el tema del humor político. ¿Cómo lo ves tú? ¿Es más complicado hoy el humor con personajes mujeres?
El desarrollo de los enfoques de derechos – de género, de juventud, animalistas, ambientales, etc. – lleva lógicamente a la renovación y fortalecimiento del pensamiento crítico, y eso es una bendición. De lo contrario seguiríamos pegados en paradigmas que fueron válidos en el siglo XX pero que son insuficientes para explicar las contradicciones que enfrenta la humanidad en el mundo actual. Ahora bien, en cada corriente de pensamiento se podrán encontrar matices. Así como al interior de los movimientos revolucionarios siempre se dieron tensiones y distintas formas de entender las tareas del período, así también al interior del feminismo puede haber perspectivas distintas de las cosas. Es un tema que corresponde a cada movimiento discutir en su interior.
El humor gráfico no se desarrolla en el aire, queda sujeto a ese escenario de disputa ideológica, y la resolución de sus contradicciones no es uniforme. No obedece a acuerdos o intereses corporativos. El humor que se hace hoy no es el mismo que se hacía antes, porque la sociedad ha evolucionado, poniendo límites por un lado, pero abriendo espacios de más libertad por el otro. En lo personal creo que en el humor político no caben los límites relativos a sexo u orientación política. Es tan ridículo sostener que la sátira sólo corresponde hacerla respecto de los políticos de derecha, como sostener que sólo se puede caricaturizar a políticos hombres. La mujer en política no requiere una protección especial, ello sería reivindicar las antiguas concepciones de caballerosidad con las que antes se entendían las relaciones de respeto entre personas de distinto sexo.
La caricatura implica la deformación o exageración del personaje; cada ilustrador tiene su estilo, no es algo que se premedite. El mío quizás sea un tanto gótico, y los políticos aparezcan más feos de lo que son, pero no me interesa hacer distingos por el sexo del personaje, a ese nivel llega mi convicción sobre el enfoque de género.
5.¿Por qué tu seudónimo de Govar?
Simplemente porque me interesa honrar el origen, Go por González y Var por Vargas.
- ¿Cómo trabajas una caricatura? ¿Cómo es tu proceso desde que se te ocurre una idea hasta que la llevas al papel’
Hay un punto de partida: si se tratará de una ilustración sin texto o con texto. La primera puede ser neutral, especialmente cuando acompañará una crónica; otra cuando a raíz de la coyuntura un personaje está en la noticia y será caricaturizado. Yo no tengo estudios de dibujo, por lo que todo lo hago de modo prehistórico. Hago el bosquejo con lápiz grafito, mirando fotografías del personaje, luego repaso las líneas con tiralíneas. Cuando ya está completo escaneo el dibujo para dejarlo en formato digital. En general aprovecho de incorporarle algún color al dibujo con un programa básico de edición.
- ¿De todo el mundo, a qué colegas caricaturistas admiras? ¿Quiénes te gustan más?
El dibujante Ombú, de Uruguay, trabaja en la línea de lo que me gusta hacer, y él es un maestro en la materia. En Chile, sin duda aprendí mucho de Hervi y Palomo, dos eminencias de la ilustración, que además de su exquisita técnica y creatividad acompañaron al colectivo democrático en los años oscuros de la dictadura. Pasará mucho tiempo para que sean alcanzados.

8. Trabajaste largos años en la revista Punto Final, el cierre debe haber sido un duro golpe para ti. ¿Cómo te proyectas en el sentido laboral hacia el futuro.
Fui parte de PF casi desde su reaparición tras años de proscripción y persecución hasta su cierre. Punto Final y su Director, Manuel Cabieses, me abrieron las puertas para colaborar con lo que sabía hacer, caricaturas. La revista fue una escuela, donde aprendí lo que era un periodismo riguroso. Aportó un espacio para el debate en un contexto de crisis de los paradigmas de cambio social, y espero haber contribuido en expresar esa vocación por cuestionar el orden establecido y buscar caminos alternativos. Mi aporte era básicamente como voluntario (trabajo en el área de las ciencias sociales) y con el término de la revista seguiré canalizando mis trabajos directamente a través de las redes sociales.