Nota del escritor Omar Pérez Santiago
En este corto ensayo de antropología cultural el maestro de la historieta underground, Art Spiegelman, investiga sobre las llamadas Biblias de Tijuana, las primeras revistas de cómics norteamericanas. Nacieron en los años treinta como una parodia de la cultura popular norteamericana. Eran ocho páginas de historietas pornográficas e ilegales, una mezcla de libertinaje e inocencia, un producto preindustrial o protoindustrial, que expandieron la sátira y el humor picante. Las Biblias fueron producidas clandestinamente y distribuidas como contrabando en folletos pequeños que relataban las aventuras sexuales explícitas de personajes de la historieta, de las celebridades y de los héroes populares norteamericanos. Las Biblias se traficaban en patios de colegios, en los garajes y en las peluquerías. Según Spiegelman fueron de naturaleza anti autoritaria, un modo populista y subversivo para rebelarse o reírse de los manipulativos medios de comunicación y la publicidad diseñada para solo calentar el agua. Las censuraban los conocidos rígidos puritanos de la Izquierda y la Derecha. Según Art Spiegelman las Biblias de Tijuana eran, sin duda, un género picante dibujado principalmente por hombres para una audiencia de hombres, sobre obsesivos estereotipos. Aunque, según Spiegelman, eran más inocentes que la actual publicidad de los Calvin Klein.
Lean mi versión del estudio del gran maestro, Art Spiegelman (n. 1948, USA) publicada inicialmente en Salon.com de 1997.
1: Esas pequeñas historietas cochinas
Los cómics traen el pasado a nuestro radar crítico y nos dan directamente la identificación. Puede ser que las cualidades diagramáticas reduccionistas del cómic concuerdan con el modo en que el cerebro clasifica información. Esta facilidad subversiva para ingresar en las grietas más profundas de la psique nunca ha sido demostrada más claramente que en el género de los folletos de cómics, a veces conocidos como Las Biblias de Tijuana, que florecieron desde los años treinta. Eran alegremente pornográficos y categóricamente ilegales.
Desde la perspectiva actual, las primeras Biblias de Tijuana son una mixtura rara de libertinaje e inocencia. Quizás porque el ambiente sexual obrero en que fueron creadas era tan opresivo, que las Biblias de Tijuana, en general, no se aventuraron en los dominios del vicio sadomasoquista de mucha de la actual cultura popular, que admite pornografía extrema. La Biblias de Tijuana parecen maravillarse en la idea del sexo. ¡Un pasaje de » Portnoy’s Complaint » de Philip Roth captura perfectamente su tono adolescente: ¡Alucinante! ¡Asombroso! ¡Todavía no puede superar la idea fantástica que cuando uno mira a una chica, uno mira alguien que garantiza tener un coño! ¡Todas tienen un coño! ¡Bajo sus vestidos! ¡Coños – para tirar!
2: Padre del comix underground o historieta para adultos
Fue durante los maravillosos Años Psicodélicos de mi tardía adolescencia, cuando empecé a trabajar como dibujante de cómics underground, que, por primera vez, fui expuesto al genuino underground de los cómics sexuales del pasado –pero, gracias a las referidas drogas psicodélicas–, no puedo recordar las circunstancias exactas. Sé que algunos de mis cohortes un poco más viejos y más sabios de comix underground como Robert Crumb (1943, USA), S. Clay Wilson(1941, USA) y Justin Green (1945, USA) habían leído estos folletos en la niñez, pero para la mayoría de ellos no eran un momento clave en su desarrollo como artistas –era un momento más en su desarrollo de adolescentes. Las Biblias de Tijuana no eran una inspiración directa para la mayoría de nosotros; ellas eran una condición previa. El cómics que galvanizó mi generación –los primeros Mad, los cómics del horror y la ciencia ficción de los cincuenta- fueron hechos, en su mayor parte, por tipos que habían sido deformados por las pequeñas Biblias.
Las Biblias de Tijuana fueron las primeras revistas de cómics en América, más allá de la mera reimpresión de las viejas tiras periodísticas, y el formato era anterior, en cinco o diez años, al formato que nosotros ahora reconocemos como revistas de cómics.
Sin las Biblias de Tijuana nunca habría habido una revista Mad -que trajo una actitud irónica nueva en los medios que llegó a ser omnipresente- y sin Mad nunca habría habido un comix underground iconoclasta en los años sesenta. Mirando el pasado desde el hoy, un tiempo simultáneamente más liberado y más represivo que las décadas anteriores, es difícil de evocar la carga de profundidad anárquica de lo Prohibido que traían ésos pequeños dirty comics.
3: Arte preindustrial
A causa de su existencia genuinamente underground hay sorprendentemente pocos -perdonen la expresión- datos duros disponibles acerca de las Biblias de Tijuana. Mucha de mi información viene de hablar con personas que los recuerda de su disipada juventud, de una tesis de master para la Universidad de Washington escrito por Robert Gluckson en 1992, y de varias colecciones más o menos sórdidas de reimpresiones de editores marginales que encontré en tiendas de pornografía en los inicios de los años setenta. Estos venían llenas de introducciones especulativas de sociólogos, sexólogos, psicólogos, o posiblemente podólogos -cualquiera que tuviese estudios de filosofía y letras o un BA y cuyo nombre “redimía socialmente el valor» de lo que, de otro modo, quizás podría aparecer como simples revistas picantes. Yo nunca soñé que algún día maduraría para llegar a ser en un investigador de esta especie de prosa preindustrial.
Para escribir este ensayo leí cerca de 300 Biblias de Tijuana de los 700 a 1.000 que se estiman haber sido publicadas, y debo confesar que, como el aplauso, estos cómics son mejores en dosis pequeñas. Puede ser debido a su, digamos, devoción directa por un tema, aunque las Biblias no eran menos repetitivas que el gato que da golpes reiteradas con un ladrillo, como ocurre en la obra maestra de tira periodística, Krazy Kat de George Arriman (1880-1944)
4: cómic clandestino
Las Biblias de Tijuana probablemente no se produjeron en Tijuana (ni en La Habana, ni en París ni en Londres, como algunas de las portadas sugieren), y ellas obviamente no eran Biblias. Las Biblias fueron producidas clandestinamente y distribuidas en folletos pequeños que relataron las aventuras sexuales explícitas de admirados personajes de la historieta, de las celebridades y de los héroes populares norteamericanos. El formato standard era de ocho páginas mal impresas de 4 pulgadas de ancho por de 3 de alto, en negro (o azul). Ocasionalmente había libros de otros tamaños y formatos, los más notables fueron un número épico y raro de dieciséis páginas -e incluso de treinta y dos páginas.
Estas revistas podrían haber sido llamadas las Biblias de Tijuana como un pre-Nafta alegremente sacrílego en contra de los mexicanos, para lanzar a agentes del FBI tras el rastro, o porque los pueblos fronterizos de la Costa del Oeste eran un suministrador importante de todo tipo de pecado.
En otras regiones de norteamérica las Biblias fueron conocidas también como Eight-Pagers, Two-by-Fours, Gray-Backs, Bluesies, Jo-Jo Books, Tillie-and-Mac Books, Jiggs-and-Maggie Books, o simplemente Fuck Books.
Empezaron a aparecer a fines de los años veinte, prosperaron durante los años de la Depresión, y declinaron después de la segunda Guerra mundial.
5: Matute cultural en los barrios populares
En su apogeo las Biblias de Tijuana eran muy difundidas, un verdadero medio masivo, y pasaban de mano en mano. ¡Uno de los ayudantes de uno de los grandes dibujantes de cómics norteamericano, Al Capp (1909-1979), recuerda que cuándo Al Capp creó «Li´l Abner» estaba preocupado de saber si su cómic tendría éxito o no, pero él dio un enorme suspiro de alivio cuando su personaje apareció pirateado en una Biblia de Tijuana. ¡Él había triunfado!
La distribución de la Biblias eran estrictamente de contrabando, y fueron vendidos en patios de colegios, en los garajes, y en las peluquerías. Nadie, por supuesto, puede decir con certeza cuanto era el tiraje, pero se estima en un rango de un millón, teniendo en cuenta que estos artículos ilícitos podrían ser pirateados por cualquiera que tuviese acceso a una imprenta pequeña (o aún, para algunas ediciones, el mimeógrafo). No aparecen registros de editores ni artistas procesados, aunque compradores y vendedores fueron arrestados ocasionalmente. No es claro si estas publicaciones eran operaciones limpias o si realmente estaban controlados por el crimen organizado.
6: Dibujantes anónimos
Cuándo Will Eisner (1917-2005), el decano de los artistas de cómics norteamericanos y creador de Spirit, aún era un joven inocente y trabajaba en una imprenta de Nueva York, él recuerda que se le solicitó dibujar Biblias de Tijuana por $3,00 por una página, por «un tipo de Damon Runyon, con dedo meñique lleno de anillos, nariz rota, camisa negra, y corbata blanca, que dijo tener los derechos exclusivos de la distribución para todo Brooklyn.» Los dibujantes de las Biblias eran anónimos, y no incluyeron a Will Eisner (que rechazó la lucrativa oferta de empleo como «uno de las decisiones morales más difíciles de mi vida») ni a los verdaderos creadores de las tiras periodísticas originales.
El artista que solo y a mano colocó la vara para todos los demás, generando mucho más trabajo que docenas de otros expertos en el área, fue conocido recientemente como «Mr. Prolific» (así nombrado en los cuatro volúmenes de Sex in Comics de Donald H. Gilmore, Ph.D.) o, por algunos aficionados, como » Square Know”. Él ha sido identificado últimamente como «Doc» Rankin por el sexólogo Gershon Legman, que dice haberlo encontrado en una librería barata de Scranton a mitad de los años treinta. Rankin, un veterano de primera Guerra mundial, dibujó tiras cómicas de destape para revistas destinadas a alentar a ex-soldados retornados de las costas liberadas de Europa. Su editor, Larch Publications, producía libros a color de chistes para tiendas de novedad y magia y podría haberse extendido posiblemente a producir material hard core de contrabando.
El clásico de Doc Rankin , «The Love Guide«, con Mae West y una selección de todas las estrellas del cómic, aparece en las páginas de varios «Adventures of a Fuller Brush Man«. El estaba por sobre la mayoría de los dibujantes competentes, dibujando imágenes creíbles en complejas posturas con golpes elegantes de pluma. Este tipo era suficientemente bueno para ganarse la vida honestamente, si lo deseaba. Gozaba visiblemente de su trabajo, era un valor, a menudo agregando bromas y personajes extras en viñeta tras viñeta.
El otro creador de Eight-Pagers que yo puedo nombrar es el que produjo una serie de folletos que inmortalizan World’s Fair en 1939. Aunque dudosamente identificado como Donald H. Gilmore, Ph.D, yo reconozco claramente la mano de Wesley Morse (1897-1963, USA) un artista que encontré brevemente hace años cuando empecé a trabajar para la Topps Chewing Gum Company. Aunque sus Eight-Pagers a menudo se apuran y son superficiales, dibujado por alguien más interesado en el dinero que hacerlo estupendo, los dibujos tienen una caligrafía y un charmoso fluir en libertad. A los inicios de su carrera, Morse había dibujado tiras cómicas para el New York Graphic, y logrado algún éxito como un dibujante de cómics, pero aparentemente había pasado por dificultades económicas por los años treinta. En los años cincuenta alcanzó el apogeo de su carrera, dibujando Bazooka Joe, revista que venía envuelta alrededor de un chicle Bazuca.
7: Rústico Mr Dyslexic
Los nombres del resto de los artistas de la Biblias de Tijuana han resbalado en las grietas olvidadas de la historia y son conocidos ahora sólo por sus rarezas e idiosincrasias estilísticas. Este es el caso de «Mr Dyslexic», uno de los artistas de después de la segunda Guerra mundial (el período decadente del género). El no tiene sentido de la correcta progresión narrativa de izquierda a derecha y coloca constantemente sus figuras o sus globos (y a veces ambos) fuera de la secuencia. Mediante su ejemplo negativo muestra las dificultades escondidas del arte del cómics.Dibuja rudimentariamente, ciertamente no puede deletrear, y, como dibujante de cómic, meproduce la misma fascinación que un accidente de tráfico realmente desagradable quizás le produzca a un conductor de autobús. (Actualmente, la indiferencia de Mr Dyslexic por el oficio es una muestra típica de un descenso general en la artesanía que ha marcado el progreso del siglo, pero pospondré esa discusión para alguna otra ocasión.)
Mr. Prolific probablemente nunca ganó estrellitas en la escuela por su ortografía y ocasionalmente tropezó con palabras difíciles como feud y thei, pero sólo el inculto Mr. Dyslexic podría escribir con tantas faltas de ortografía.
Hay además un espíritu maligno en la misoginia, xenofobia, y racismo de Mr Dyslexic que no se compara con la misoginia, la xenofobia, y al racismo bastante dulce de muchas de las primeras Biblias de Tijuana. Uso la palabra «dulce» prudentemente, ya que la mayor parte de losEight-Pagers exudan inocencia.
8: El estereotipo de las damas cachondas
Las Biblias de Tijuana o los Eight-Pagers traficaron con estereotipos. Pero el estereotipo era un virus que infectó todos los estratos de la cultura popular norteamericana, incluyendo las películas, los shows de la radio, y las historietas que ellos parodiaron. De hecho, desde que las tiras cómicas son un lenguaje visual, el estereotipo es el componente básico del arte de tira cómica.
Los dibujantes de cómics pueden vencer esta limitación aparente y a menudo logran complejidad de pensamiento, pero es útil mirar las Biblias de Tijuana como modelos de laboratorio de la historieta en su formato básico. Hay una buena unidad de forma y contenido en estos libros: pornografía y tiras cómicas tratan ambos acerca de cómo desnudarse con dignidad; ambos dependen de la exageración; y ambos despliegan lo qué Susan Sontag, en «La Imaginación Pornográfica,» llama «un teatro de tipos, nunca de individuos.»
Debido a su foco monotemático, hay una paleta de arquetipos aún más limitada en las Biblias de Tijuana que en los actuales cómics de los periódicos. Las mujeres pueden ser brillantes o estúpidas, inocentes o experimentadas, pero todas son cachondas al punto de la insaciabilidad. El asunto principal es si juegan ese rol únicamente por placer y por diversión y por lucro. Los hombres, guapos o (más a menudo) feos, son limitados a viejos cachondos o jóvenes cachondos. Aun, cuando son más efectivos, los personajes de los Eight-Pagers permanecen creíbles debido a sus contrapartes legitimadas en los medios. Harpo Marx es tan alegre e ignorante en estos cómics, como él lo es en las películas. El mayor Hoople era siempre un fanfarrón en los papeles chistosos, y era más literal en estas revistas. El deseo colonialista implícito en Tarzán sólo se hizo más transparente cuando puso nocaut a un salvaje que deseaba violar a una diosa blanca, pero que luego él mismo usa.
9: El Anarko-Pop
Las Biblias de Tijuana o The Fuck Books no fueron abiertamente políticos pero fueron, por su naturaleza anti autoritaria, una protesta contra lo qué Freud llamó la Civilización y Sus Descontentos. Aquí había una manera populista para rebelarse contra los medios de comunicación y la publicidad diseñada para excitar y manipular, pero nunca satisfacer. Betty Boop, Greta Garbo, y Jean Harlot irradiaban todo el atractivo sexual en la pantalla, pero ellas eran calienta pollas que nunca cumplieron lo que prometían -especialmente después de 1934, cuando la oficina de censura de Hollywood Hays entró en la dura.
Un impulso parecido se expresa hoy en Internet, con nuevos grupos que postean imágenes digitalizadas en JPEG de “La Bella y la bestia” de Walt Disney haciendo lo qué Shakespeare llamó «la bestia con dos espaldas», las historias explícitas de sexo en cadena de la tripulación de Star Trek, y -gracias a la hechicería de Photoshop- cambiando los retratos desnudos del reparto de «la Isla de Gilligan.» El escalofrío de estas versiones high tech de Biblias de Tijuana tiene menos que ver con la emoción de violar el derecho de autor y la ley de las licencias, que por la necesidad sexual. En los años treinta era simplemente un alivio tremendo averiguar exactamente que hicieron Lorenzo y Pepita en el periódico que llevó al nacimiento de su Baby Dumpling.
10: Censura de las clases finas o pelotudas
El cómics es el desagüe del medio de comunicación; es decir, es lo que sucede en los intersticios del medio. Por supuesto, los cómics han sido vistos como el desagüe de los medios de comunicación en el sentido más obvio del término desde que Yellow Kid de Richard Felton Outcault (1863-1925) apareció en un suplemento de cómic del domingo del New York World en 1895. Las clases finas cuestionan la vulgaridad de los cómics y han tratado de tenerlos asfixiados pues los consideran una amenaza a la alfabetización y una influencia corrupta en los niños. Los chistes ciertamente fueron leídos por niños, pero un sondeo de Gallup de 1938 mostró que cerca del 70 por ciento de todos adultos norteamericanos los siguió fielmente también. Es difícil de sobreestimar cuán central eran los cómics en la cultura masiva, en aquellos días en que las imágenes emitidas por los rayos catódicos aún no llegaban a cada hogar.
Quizás es el encanto primitivo y directamente visual de los cómics que los acusa falsamente de ser un medio para niños y que los hizo tan vulnerables a la ira del censor. En 1994, Michael Diana, un dibujante de cómics de Florida cuya revista de cómics autopublicada, «Boiled Owl,» claramente dirigida a adultos, llegó a ser el primer dibujante de cómics en América de ser condenado por obscenidad. ¡Uno de los términos draconianos de su libertad condicional le impuso la prohibición de tener algún contacto con menores!
Es un negocio peligroso, los cómics.
11: Nuestros conocidos Rígidos de Izquierda y de Derecha
La magia esencial del cómic es que unas pocas palabras y unos signos sencillos pueden evocar un mundo entero y el lector entra y cree en él. Presumiblemente, esto vale para el cómic erótico también; si no ¿cómo se puede explicar que la gente haya gastado moneda dura en la Era de la Depresión para ver un cómic muy primitivamente dibujado del Pato Donald tirando con la Minnie?
Es precisamente esta habilidad milagrosa de suspender la duda entre Imagen y Realidad que despierta la ira de esos censores puritanos de la Izquierda y la Derecha que confunden las descripciones de una violación con la violación verdadera. Es una confusión profunda de categorías como una pelea entre los síntomas y las causas.
Hay los que afirman que las Biblias de Tijuana degradan a las mujeres, yo creo que es importante notar que las Biblias degradan a todos, más allá del género, del origen étnico, o de la especie. Es lo que las tiras cómicas hacen mejor, de hecho. Es también crucial indicar que realmente no hay mujeres en estas revistas. Este es un género dibujado principalmente, si no enteramente, por hombres para una audiencia de hombres.
En «When Mother Was a Girl,» una producción de Rannkin, las mujeres son descritas como «nueces recalentadas.» Sí, he oído la eyaculación femenina y yo sé que esas palabras del argot a menudo cambian de significado con el tiempo, pero estoy seguro que esto realmente es un indicio: son todas tipas con coños, listos y entusiastas.
El hombre de la era de la depresión tuvo problemas para ajustarse a la amenaza de la Moderna Mujer recientemente liberada y con derecho a voto, que acababa de entrar a la fuerza de trabajo, y estos cómic exponen este stress. Hay un gran ansiedad en estas revistas picantes. Está expuesto en el folleto atípicamente vicioso de Bonnie Parker, Amputated, donde nuestra heroína corta un enorme pene (aún generoso para los estándares de las Biblias de Tijuana) y lo preserva en alcohol como un recuerdo de un mete-y-saca realmente caliente. El malestar en los Eight-Pagers más a menudo es expresado en forma de desagüe masculino.
12 y final: Eran más sanos que un comercial de Calvin Klain
Las Biblias de Tijuana eran los manuales de la educación sexual de su tiempo. Entretención fácil de leer, la Biblias eran el Beavises and Buttheads de esa época, donde se podía aprender sin dolor donde ponerlo, y cómo moverlo una vez que se pone allí.
Apreciablemente, estos folletos esparcen la noticia hot de que las mujeres gozan el sexo y que personas gordas, como Oliver Hardy y Kate Smith, podrían ser sexys. Ellos enseñaron, a pesar de la vergüenza, que el cunnilingus (en estos folletos se llamó «la pesca de la perla,» «silbando en los pelos del bigote,» o «cantando en el cañón») era divertido.
Estos viejos Jo-Jo Books tienen una liberadora tormenta polimorfa de perversidad, mas la mayoría parecen mucho más sanos que un comercial típico de Calvin Klein. Las Biblias de Tijuana representan un próspero mundo en el que el deseo vence todo, inclusive con mal dibujo, mala gramática, malos chistes y mala impresión.
Para citar a un Sixteen-Pager:
«Ahora por algunos momentos excitantes – mantén las manos quietas.»