Mañana martes 23 de abril se reúne la Armada Sueca en la Casa del Escritor para presentar el libro del escritor residente en Lund, Rubén Aguilera.
¿Qué es la Armada Sueca?
El poeta Sergio Badilla Castillo, uno de los protagonistas, relata los orígenes de la Armada Sueca.
Según él La Armada Sueca tiene su base en grupos literarios chilenos que tuvieron notoriedad en la escena cultural sueca, fundamentalmente en el Grupo Taller, Pelican Group of Arts de Estocolmo, y Aura Latina de Malmö, los que generaron relaciones con la realidad intelectual y literaria de Suecia, ya a partir de fines de la década de los setenta.
Lee la entrevista.
1.Han pasado ya tres décadas de lo que podríamos calificar como el inicio del movimiento intelectual y literario denominado La Armada Sueca. ¿Dónde está su origen?
Yo considero, primero, que su génesis está unida a la propuesta de los grupos literarios chilenos que tuvieron notoriedad en la escena cultural sueca, fundamentalmente Grupo Taller de Estocolmo, Aura Latina de Malmö y Pelican Group of Arts, también de Estocolmo, los que van a ser los que generen relaciones con la realidad intelectual y literaria de Suecia, ya a partir de fines de la década de los setenta. Yo trabajaba como periodista en la corporación de Radio Televisión de Suecia, primordialmente, en su programación cultural, lo que me permitía tener estrechos contactos con escritores y artistas, de ese país, y del mundo.
A partir de esta base de actividades es que surgió la idea de poder atar los cabos desgarrados que existían con Latinoamérica; y de manera principal con Chile. Recordemos que eran años aciagos de dictaduras militares y por lo tanto, de persecución y muerte, se hacía necesario: Reconstruir el tiemp
2. El encuentro de escritores chilenos y latinoamericanos en Estocolmo de 1989, que denominaste: La Reconstrucción del tiempo, fue un acontecimiento literario trascendente. de gran éxito, de público y de prensa por la connotación de sus convocados. ¿Cómo comenzó todo?
Fue en una tarde fría de verano, a comienzos de julio del año 1989, mientras escribía unos textos para el programa Panorama de la Radio Nacional de Suecia, del que yo era editor, mientras dilucidaba frases para el texto del día, referido al escritor español Camilo José Cela, quien se perfilaba como posible ganador del Nobel de Literatura de ese año, cuando escuchaba una entrevista sobre el personaje, que le había hecho a la escritora, Sun Axelsson, surgió, de pronto, la idea de realizar una reunión de poetas chilenos y latinoamericanos, tanto de la diáspora, como y de Chile.
3.Parecía una simple idea impetuosa y destemplada. ¿Cómo se materializó?
No había nada que me permitiera pensar que podría materializarla si no contaba con la ayuda de alguna organización o de algún protagonista importante de la cultura sueca. Esa noche, antes de irme a la cama, caminé hacia mi casa por las arboladas avenidas de mi Estocolmo, silencioso y abstraído como un obseso, pensando en cómo llevar a cabo ese sueño. Riitta, mi mujer de entonces, esperaba, en tanto, ya, a nuestra hija Rebecca para finales de octubre de ese año. En mi ensimismamiento pensé que realizar un festival poético, en esa fecha, sería una buena bienvenida para mi nueva hija. Recuerdo que esa noche hubo más fantasías que rompientes en mis sueños. Al día siguiente, comencé temprano a erigir la quimera. Llamé a Sun, con quien, nosotros los poetas del Grupo Taller de Estocolmo, teníamos una relación de mucha intimidad, porque ella, desde un comienzo, fue nuestro primer enlace con el establishment cultural sueco. Ella trabajaba, en esos días, en la traducción y elaboración de la que sería la primera antología de poesía chilena. Traducida al sueco: Bevingade Lejon (León alado).
-Es una idea descabellada – me dijo Sun, al otro lado del teléfono – Traer poetas de Chile, cuesta mucho dinero y es un viaje insoportable con tantas horas de vuelo. Yo le dije con tono apaciguador: Escúchame Suncita, como solía decirle Nicanor Parra, – ayúdame y si este sueño se hace realidad, lo disfrutaremos hasta el final de nuestros días, porque estaremos, haciendo historia en la literatura chilena.y su relación con Suecia.
4. Era una época sin internet. No era fácil contactarse.
El asumir este desafío significaba que debíamos zarandear toneladas de relaciones y contactos, pasar el platillo del limosneo en diversos foros y estructuras y dedicarnos a una tarea que no nos iba a reportar ganancia alguna, más bien sinsabores, porque ninguno de los dos éramos burócratas que en sus proyectos pudieran hacer uso, a discreción, de fondos de la beneficencia estatal
Habían varios hechos significativos que ennoblecían el capricho de realizar un encuentro de esta naturaleza. Chile emergía, de pie culturalmente, de una oprobiosa dictadura; nunca se habían reunido, en conjunto, los poetas del exilio con los que estaban en Chile y además, en Suecia, Sun preparaba la antología Bevingade Lejon
5. ¿Hubo apoyo de las instituciones culturales?
En la primera reunión de ordenamiento que tuvimos en el departamento de Sun, en la Calle del Astillero 4, en el hermoso barrio de Högalid, en Estocolmo, ella, con su olfato internacional me dijo, utilizando un modismo tan chileno, tal vez, recordando sus días en Chile, en el año 1960, cuando mantuvo una tortuosa relación con Nicanor y con los Parra: Sergio, hay que poner la carreta primero y después los bueyes. Me quedó
claro, había que lograr el apoyo de instituciones solventes, por una parte y de otras artificiosas, que ayudaran a levantar el tinglado.
Hasta ahí, seguíamos siendo sólo dos personas que seguían embelesadas con una alucinación digna de ingenuos, sin embargo, a los pocos días ya contábamos, gracias a Sun, con el respaldo de Sonja Martinsson del Instituto sueco, quien fuera la secretaria del célebre embajador Harald Edelstam, en la embajada de Suecia en Chile, durante los infaustos días del Golpe Militar (en el film Svarta Nejlikan, ella es Susanne). Posteriormente se sumó, Daniel Moore, el entusiasta y recordado, coordinador oficial del Instituto Latinoamericano de la Universidad de Estocolmo, el curador del Museo de Arte Moderno (Moderna Museet) Olle Granath quien decidió montar en octubre, la exposición internacional: Tierra y Libertad : Arte latinoamericano 1830 – 1970 (Jord och Frihet Latinamerikansk konst 1830 – 1970 ) dedicada a Latinoamérica, para enmarcar nuestro encuentro poético, que ya a estas alturas se transformaba en un evento de proporciones.
También se agregaron a nuestro quehacer formidable e interminable, la Unión de Escritores de Suecia, la Asociación de chilenos en Suecia, Studiefrämmandet, ediciones Bikupa, la editorial Aura Latina, con Pancho Pérez Santiago (Omar Pérez Santiago), el Pelican Group of Arts, con el artista Juan Castillo y el poeta uruguayo, Roberto Mascaró, el Grupo Taller de Estocolmo, con los poetas Sergio Infante y Carlos Geywitz, los jóvenes artistas ácratas del centro Luna Negra (Svarta Manen) y la Radio Nacional de Suecia, donde yo trabajaba. Ahora, como me había señalado Sun, estaba la carreta y podíamos, sin prisa, poner los bueyes.
6 Las relaciones literarias sueco –chilenas son de hace mucho tiempo. La gente se olvida de eso.
Es cierto. Durante los largos meses que Sun Axelsson vivió en Chile a comienzo del año sesenta, con apenas veintitrés años, después de alejarse de las zarpas tórridas y del encierro a que la sometió Nicanor, ella se hizo gran amiga de Jorge Tellier.
-Fue un verdadero hermano para mí- me dijo cuando hablamos en medio de fajos de traducciones y legajos de cartas, acerca de quiénes podrían ser los posibles invitados a esta séance de nigromantes en Estocolmo…yo creo que Jorge merece estar entre los convocados – me expresó, al mismo tiempo que extraía una carta amarillenta de él, que seguramente había estado expuesta al escaso sol escandinavo, entre atados de otros recuerdos…Lo ha pasado mal en estos años de dictadura – agregó, alargándome la hepática hoja.
El primero, ya estaba escogido, los otros cinco invitados surgieron de propuestas que provinieron de diversos ámbitos. Yo propuse desde un comienzo a Diego Maquieira y a Teresa Calderón, por los méritos que habían logrado con sus primeros poemarios en Santiago de Chile; el crítico literario argentino, Christian Kupchik, que colaboraba con una de las revistas más prestigiosas de poesía de Suecia, Lyrik Vänner, me aconsejó que incluyera a Carmen Berenguer en esta selección, porque estaba en trámite de ser traducida al sueco, Raúl Zurita, a quien había invitado el año 1986 a Suecia y que permaneció durante catorce días en mi departamento: La pelícana de Estocolmo, en esa difícil época para ambos, recién separados de nuestras respectivas parejas.
Con Raúl me unían viejos lazos de amistad, desde la época de la bohemia literaria de Valparaíso y Viña, con Juan Luis Martínez y por eso su juicio ponderado de aquel entonces y su emergencia poética de importancia, acepté su propuesta de invitar a Elicura Chihuailaf, a quien había conocido a comienzos de 1986, en Temuco, con Juan Cameron, otro de los viejos compañeros de ruta, desde que teníamos 17 años, en un malogrado viaje a Chile para recomponer mi desgatado matrimonio con Carina, mi segunda esposa. El último fue, el entonces, joven, Andrés Morales que desde su regreso a España, se erguía como una destacada promesa literaria en las esferas poéticas del Santiago de los años oscuros.
7. ¿Y Raúl Zurita por qué no llegó a Estocolmo?
Raúl Zurita no estuvo, esta vez, entre los citados al cónclave, por el simple y llano hecho de que ya lo habíamos invitado a Estocolmo en 1986 y como dice el Quijote: nunca segundas partes fueron buenas.
Desde ahí en adelante, una vez decididos los poetas que vendrían de Chile, comenzó una etapa de frenéticas llamadas telefónicas. Primero había que lograr sus números y sus respectivas direcciones, para contactarlos, lo que no fue fácil teniendo en cuenta que, aunque ya se desgajaba a pedazos la dictadura, quedaban muchos resabios de sus barbaridades.
Como no existían los correos electrónicos, tuve que hacer más de cincuenta llamadas, utilizando todo tipo de triquiñuelas para que no quedáramos en bancarrota antes de iniciar el festival. La Reconstrucción del Tiempo se hacía difícil, sin tener una varita mágica.
En lo concreto los poetas de Chile, fueron contactados, uno a uno, aún cuando algunos pensaron, como señala Teresa Calderón, que se trataba de una burda pitanza. El único que se mostró renuente al viaje fue Jorge Tellier:
– Sólo viajaré a recibir el Nobel a Estocolmo – me dijo socarronamente- en una de las tantas conversaciones y luego se echó a reír, mientras comentaba con alguien a su alrededor que lo estaban postulando al premio de la Academia.
8. ¿Vinieron poetas chilenos que vivían en Europa?
Entre los poetas chilenos en Europa, casi la mayoría confirmó su asistencia para “reconstruir el tiempo” en Estocolmo. Aunque en los años 81 y 82 se realizaron dos jornadas de reencuentro entre los poetas chilenos de la diáspora, en Rotterdam, Holanda, hasta ese momento nunca se logró juntar a los poetas que vivían en Chile con los del exterior. Por eso la jornada de Estocolmo es memorable porque logra unir las dos culminaciones de la misma matriz
Así fue como una vez hechas las conexiones con Chile, se hicieron las invitaciones a los que estaban dispersos por Europa: Gonzalo Millán vendría de Holanda, Tito Valenzuela de Inglaterra, Walter Hoefler de Alemania, Fernando Rodríguez de Noruega, Mariano Maturana de Bélgica, Waldo Rojas de Francia (después no pudo viajar).
9. Habían varios escritores que vivían en Suecia en diversos lugares. ¿Cuáles fueron los criterios para invitarles a participar y cuánto duró el encuentro?
Sí, claro Se invitó a Sergio Infante, Carlos Geywitz, Juan Cameron, Pancho Pérez Santiago (Omar Pérez Santiago), Galvarino Santibañez, Adrián Santini y yo. Eran escritores muy activos en Suecia.
Fueron tres días intensos de lecturas, conversaciones y agasajos, aunque con la frugalidad minimalista de Suecia, sin embargo de allí surgirían recuentos necesarios sobre la poesía chilena, inspiraciones de libros, e incluso relaciones sentimentales, que hoy, veinte años después, algunas aún subsisten, como la que uniría a Tito Valenzuela con Pelusa González y otras, cuyo relato se los dejo a los mismos protagonistas.
Entre algunos de los recuerdos que aún rebotan en mi mente, están las lamentaciones de Andrés Morales porque no estaba incluido el whiskey al final de las sobrias comidas en un restaurant griego de la calle Drottningatan, en las consultas de Carmen Berenguer por qué no quedó en la Casa del escritor como Morales, o los requiebros de Maquieira exasperado con las heladas y húmedas mañanas del Báltico que afectaban sus bronquios, en la nostalgias de Teresa, en sus llamadas telefónicas a Santiago, exteriorizando a su interlocutor, que ansiaba con volver inmediatamente a Chile. El único impasible y maravillado con las brumas mañaneras del cercano archipiélago de la vieja Agnefit era Elicura, plausible y silencioso como un delfín…Me gusta esta ciudad donde sus níveos habitantes son silenciosos y distantes como mi gente – me dijo, recuerdo ahora –mientras miraba la amplitud serena del lago Mälar, desde las alturas de Slussen, a los costados de la vieja Estocolmo.
10. Y ahora, treinta años después de ese gran cónclave, ¿qué puedes señalar sobre ese acontecimiento, en 2019?
Que sin lugar a dudas, es un hito relevante de la historia de la literatura chilena, porque fue el primer reencuentro cualitativo, entre la poesía de la diáspora y los poetas emergentes de Chile de entonces, hoy, en su mayoría, consagrados por la calidad de sus obras.
En cuanto a La Armada sueca, que nació en medio de esos sueños y esas aventuras literarias a finales de los años ochenta, puedo sostener que ella mantiene raíces vigorosas, tanto en Chile, como en Suecia, y además es un símbolo eminente de la presencia literaria nórdica en el espacio cultural hispanohablante, por su obra. por sus relaciones internacionales y por la presencia, de cada uno de sus miembros quienes la integran.