La seguridad hídrica de un país como Chile, depende básicamente del agua de los glaciares y en la actualidad eso no se esta cumpliendo.
Por Andrés Gillmore
05 de mayo de 2019
Nada puede ser más maravilloso y increíble para un ser humano, que convivir con glaciares y ventisqueros. En ellos podemos reflejar la historia del planeta y la proyección de la raza humana y la insignificancia de lo que somos y lo delicada que es la naturaleza como fuente de vida, si desoímos sus requerimientos y creemos que estamos por encima del bien y del mal. Los glaciares son más que nada ríos de hielo en constante movimiento y sustentan toda la vida en el planeta. Me refiero a la flora, fauna y los seres humanos que convivimos con ellos. Los glaciares tienen la capacidad de regular el clima y ofrecernos lo más importante y sustancial para que la vida sea posible, el agua. Elemento vital que nos permite desarrollarnos y proyectar el futuro de las nuevas generaciones. En la actualidad los glaciares están en serio peligro, más que nada por la codicia de las grandes corporaciones privadas y muy especialmente de las mineras.
Por 12 años me tocó compartir con glaciares en el Valle del León al sur de Aysén, en el delta del gran río Leones, con tres grandes masas de hielo. Al este con el ventisquero el Claro, al sur el ventisquero Meliquina y al oeste el gran glaciar Leones, una magnífica masa de hielo tres veces más grande que el glaciar San Rafael y parte de ese magnífico Parque Nacional. Conviviendo con estas masas de hielo, es fácil darse cuenta la importancia de ellos para la vida, la regulación del clima y el acceso a agua dulce. En esos 12 años en que los sentí como propios, entendí cabalmente que a pesar que su energía vital es enorme, estan desprotegidos de los intereses corporativos y su vida depende de decisiones que se toman a miles de kilómetros de distancia, por gente que nunca los ha visitado y no saben a ciencia cierta la importancia y la significancia de su defensa para la vida humana.
El calentamiento global ha sido reconocido como una realidad inequívoca por el IPCC (Panel Intergubernamental de Cambio Climático) que señala que “la mayor parte del aumento observado en las temperaturas medias mundiales desde mediados del siglo XX a la fecha», se debe al aumento de las concentraciones de gas de efecto invernadero (GEI) y por la alteración del equilibrio de los GEI, por la quema de combustibles fósiles, que como sabemos tiende a calentar la superficie de la Tierra y las capas bajas de la atmósfera, por la radiación infrarroja que es absorbida y reemitida por los GEI. Calentando la superficie terrestre y los océanos a escala global.
Uno de los efectos más negativos del cambio climático, es la desaparición de los hielos de la superficie de la Tierra en los casquetes polares y en diversos cuerpos de hielo continentales. Fenómeno que se ha estado presentando sostenidamente en las últimas décadas. A medida que la temperatura va en aumento, sube la línea de equilibrio de los glaciares, conocida como “isoterma 0 ºC”. La isoterma 0, es la línea que une la temperatura media anual por encima de la cual el hielo no debiera derretirse.
El 97,5% de la superficie total del planeta es agua salada y sólo el 2,5% es agua dulce. De ese total de agua dulce, el 79% se encuentra en estado sólido permanente, en los hielos polares y glaciares, haciendo que los glaciares y los casquetes polares sean las principales reservas de agua dulce del planeta. El 20% de esa agua dulce se encuentra concentrada en acuíferos a gran profundidad, que en algunos casos superan los 2.000 metros bajo el nivel del mar y sólo el 1% restante es agua dulce superficial de fácil acceso, que es el equivalente a apenas el 0,025% del agua del planeta.
Los glaciares proyectan balance entre el agua acumulada en su parte superior que generalmente cae en forma de nieve y el agua derretida por ablación de la parte baja evaporada por sublimación. Los glaciares dependen básicamente de las variaciones anuales de la precipitación de nieve y de las temperatura bajas para aumentar la masa de los hielos en los años de grandes nevadas, con temperaturas relativamente frescas en verano. En los años secos y cálidos como los actuales se ven reducidas considerablemente sus masas. Este balance entre años secos y húmedos, tienen un papel fundamental en la regulación de las cuencas hídricas. En las temporadas de fuerte déficit hídrico, cuando el agua se torna escasa, su derretimiento resguarda el equilibrio que permite proyectar vida. Las grandes nevadas son la principal fuente de alimentación de los glaciares y del hielo que se forma en el suelo congelado, que a su vez es la principal fuente de abastecimiento de agua para los ecosistemas y de la proyección de vida de las comunidades que dependen de ellos.
Las regiones de la tierra que contienen hielo y nieve permanente, tanto en territorio continental como en los mares, son denominados como criosfera, incluyendo suelos congelados a grandes alturas y el hielo intersticial discontinuo o continuo (permafrost). Comprendiendo las regiones de la Antártida, el Océano Ártico, Groenlandia, el Norte de Canadá, el Norte de Siberia y las cumbres de las cadenas montañosas donde las temperaturas bajo ºC persisten durante la mayor parte del año y lógicamente en los territorios australes de la patagonia. La criósfera (es una parte integral del sistema climático global, con vínculos y reacciones generadas a través de su influencia en los flujos de energía de superficie y de humedad en las nubes, que regulan la precipitación, la hidrología, la circulación atmosférica oceánica) juega un rol fundamental en la regulación del sistema climático global y cuando este se ve afectado como lo esta siendo ahora, complica todo el sistema interconectado de la naturaleza que le den vida a los glaciares. La nieve y el hielo tienen una alta reflectividad; es decir, reflejan hasta un 90% de la radiación solar incidente. Al reducirse la criósfera, el reflejo de la nieve disminuye considerablemente, de modo que absorbe mucha más energía de lo que debería en el nivel de la superficie terrestre y consecuentemente la temperatura del planeta se eleva considerablemente, reduciendo la masa de los glaciares a niveles insospechados.
La Cordillera de los Andes ha sido la mayor fuente de recursos hídricos de las comunidades y el desarrollo de las economías locales. En los territorios australes, los glaciares y su ambiente peri-glaciar y una importante cantidad de humedales, cumplen una función importantísima como reserva estratégica de los recursos hídricos y fuente de agua de recarga de las principales cuencas y ríos de los que dependen los ecosistemas. Por lo tanto la seguridad hídrica de un país como Chile, depende básicamente del agua de los glaciares y en la actualidad eso no se esta cumpliendo.
El aumento de la temperatura media del planeta, la reducción de las aguas lluvias y la significativa elevación de la isoterma 0, han acelerado el derretimiento de los glaciares, reduciendo considerablemente el volumen, agravando la vulnerabilidad hídrica que provoca el calentamiento global en la actualidad. La aceleración del derretimiento y el retroceso de los glaciares, ha sido provocado también por la excesiva explotación minera, como resultado de las facilidades que establece el Tratado Binacional de Cooperación Minera entre Chile y Argentina para la exploración y explotación minera. Tratado firmado por los presidentes Eduardo Frei Ruiz-Tagle y Carlos Menem en su momento, que puso a disposición de la inversión minera, los territorios de las altas cumbres de los Andes en la frontera entre ambos países, donde justamente se encuentran una gran cantidad de glaciares y que han generado agresivas leyes pro-mineras, empeorando aun más el impacto sobre los glaciares.
En Chile a pesar de todos y de todos; las organizaciones ecologistas en el año 2005 lograron un acuerdo con la candidata y luego presidenta Michelle Bachelet para proteger los glaciares y fue redactado un proyecto de Ley para concretar la protección de los glaciares. Pero por increíble que pueda parecer, el gobierno de Bachelet I no tuvo la capacidad de patrocinar la Ley, al dejarse influenciar por la fuerte presión de los gremios mineros nacionales e internacionales y se limitó a simplemente monitorear los glaciares y sólo redactó una política sin regulaciones y en la actualidad vivimos ese vació.
En las últimas décadas, la criosfera se ha estado reduciendo aceleradamente. Las causas de esta situación se explican por el cambio climático y en las intervenciones directas e indirectas de los grandes emprendimientos productivos de la gran minería. El cambio climático ha producido una disminución de las precipitaciones y un progresivo aumento de la temperatura media del planeta, que reduce la acumulación de hielo y acelera su derretimiento. Todos los estudios prevén cambios en el régimen de precipitaciones y que ello traerá la progresiva desaparición de los glaciares y como todos sabemos a esta altura del siglo 21, afectará significativamente la disponibilidad de agua para consumo humano y que la gran minería corporativa afectará la vida de los glaciares al remover los hielos. La exploración y la explotación minera con la construcción de caminos, la perforación y el uso de explosivos, genera el levantamiento de muchas partículas de polvo, que terminan depositados sobre los glaciares, acelerando su derretimiento y por ende llevando a la desaparición de los glaciares y la proyección de futuro de la raza humana.