El Estadio Nacional estaba repleto durante el Campeonato Sudamericano de Atletismo de 1946. En la cancha está Carlos Altamirano, un joven de 24 años, flaco, 1,81 metros de alto, estudiante de derecho de la Universidad de Chile. Con la bandera chilena estampada en la camiseta y el número 92 en el pantalón se presta a correr. Carlos Altamirano era corto de vista y sin anteojos ópticos tenía dificultad para ver el listón. Por eso le amarró un banderín.
Corre.
Salta con el estilo Osborne, un pequeño giro del cuerpo tras el salto que facilitó el franqueo del listón, entonces la técnica predominante en el Salto de Alto.
Hubo un triple empate con el argentino Antonio Barrionuevo y Alfredo Jadresic. Todos con 1,90 m. Carlos Altamirano obtuvo medalla de oro por sus mejores saltos anteriores.
Santiago estaba conmovido de emoción y de júbilo desbordante.
El campeonato se llevó a cabo con insuperable éxito para Chile. Ese torneo será recordado también como el sudamericano de Mario Recordón, el decatleta que alcanzó una victoria apoteósica en el Estadio Nacional: 80 mil personas iluminaron la noche con antorchas de diarios y revistas. Sí, esos 1.500 metros del decatlón de Recordón, en el Sudamericano de 1946 sacudieron los espíritus más apáticos. El estadio nacional hizo un coro impresionante: «¡Recordón! ¡Recordón! ¡Recordón!»
Carlos Altamirano ha muerto hoy a la edad de 96 años.
Marlene Ahrens es recordada por el lanzamiento de jabalina en los juegos olímpicos de Melbourne en 1956 y su medalla de plata. Los chilenos recuerdan a Alberto Larraguibel como el jinete que obtuvo dos medallas de oro en equitación en los Juegos Panamericanos de 1951. Los boxeadores representantes de Chile en la Olimpiada de Melbourne en 1956: Claudio Barrientos, Ramón Tapia y Carlos Lucas obtuvieron una medalla de plata y dos de bronce.
En una década gloriosa del deporte chileno, les bastó para estar en el panteón de las glorias del deporte chileno.
En ese Olimpo descansa hoy Carlos Altamirano.
El campeón de Salto Alto, Carlos Altamirano, también será recordado como diputado y senador de la República y secretario general de Partido socialista de Chile.
Así contó la hazaña del joven Carlos Altamirano la Revista Estadio, el día 4 de mayo de 1946:
ALTAMIRANO DIO CLASE
El salto alto también proporcionó una lucha de calidad como que habían comparecido a la cita brincadores de ley, con un metro 90 en la tarjeta de presentación. Listur, de Uruguay; Pinheiro, de Brasil, y Barrionuevo, de Argentina: Chile presentó a dos muchachos de menor físico pero que técnicamente estaban iguales o superiores a los adversarios: Carlos Altamirano y Alfredo Yadresic. Y en la lucha de emoción a boca cerrada, que no permite el aplauso y el vocerío, pues los hombres para su concentración y esfuerzo, requieren silencio y tranquilidad,
Altamirano dio clase. Todos sus saltos impecables, suaves y hasta elegantes para traspasar siempre hasta el metro 90, al primer intento. Nadie lo igualó en tanta perfección, pues, Barrionuevo, el argentino, que fue su adversario más temible, y que también pasó el metro 90 en la primera tentativa, no consiguió el mismo éxito en las alturas anteriores. Mientras Altamirano saltaba como un reloj. Yadresic le seguía los pasos con cierta dificultad, provocada por su menor adiestramiento causado por obligaciones en su servicio militar y en sus estudios universitarios. Derrocharon calidad también los chilenos, pues otros como ellos, nuevos en estas lides que tanto afectan lo físico y lo psíquico, podrían haberse disminuido cuando Barrionuevo al primer brinco pasó el metro 90, más no se amilanaron, y lo imitaron. Altamirano y Yadresic salvaron la varilla. En cada brinco de ellos, el corazón de cada chileno hizo una pirueta. En el metro 95 fracasaron los tres finalistas. Y en el metro 90 quedaron eliminados Listur y antes Pinheiro y el resto. Pero en esa altura máxima Yadresic y Altamirano estuvieron más cerca de conseguirlo, lo que prueba el momento óptimo en los muchachos que impresionaron por la suavidad y armonía de sus estilos.
