Aquí una defensa del Mapuzugun de una ñaña NEO HABLANTE, Javiera Quiroga Curín, ante la insolencia y la decadencia del “Premio Nacional”, Sergio VIllalobos, que ya no merece nombre por lo que ha dicho de los mapuche. Los Neohablantes son lamgen cuyos padres interrumpieron la transmisión del idioma a sus hijos por discriminación u otras razones; sin embargo, ellos por lealtad cultural y conciencia ética política mapuche han recuperado el idioma y lo enseñan, lo defienden, resisten y luchan para mantenerlo. Entre neo hablantes también hay kaxipace o katripache, gente de otro origen, no indígenas, quienes se han sentido tocado por el gen del mapuzugun y lo han aprendido. Mientras más hablantes tengamos mas fuerte será el mapuzugun. Pewmagele feleay zugu. Marici wew pu lamgen, amulepe mapuzugun weycan.
– TOMADO DEL MURO DE Javiera Quiroga Curín:
El mapudungun no es una “lengua moribunda”, sino una lengua en resistencia. Me voy a ir para largo, pero es necesario decir algunas cosas. En cuanto a los estudios lingüísticos, Villalobos se basa en un estudio del año 2006 para señalar que básicamente el mapudungun ya no existe. Sin embargo, es interesante señalar que esos estudios luego de algunos años se dejaron de hacer. Esto, principalmente, porque medir la vitalidad de una lengua implica una serie de desafíos metodológicos y epistemológicos difíciles de sobrellevar, ya que decir si alguien es hablante o no, no es tan sencillo. Hay mucha gente que no quiere decir que sabe o que está en un nivel más inicial de aprendizaje.
Si bien es innegable que la lengua mapuche vive un escenario de desplazamiento lingüístico. Esto siempre debe verse situado. Villalobos lo pone en términos de que la gente se aburrió de hablar mapudungun y decidió que el castellano era más bonito, pero no es así. El mapudungun ha perdido espacios y se ha dejado de transmitir, porque vivimos en un contexto que, por un lado, estigmatiza a los mapuche, quienes lo hablan (¿de cuántos mapuche no se burlaron por sus rasgos o su apellido?), convierte el mapudungun en un “obstáculo” (hay estudios que indican que incluso pudo haber afectado iniciar juicios) y te castiga por usarlo (hay mucho testimonio de personas que fueron maltratadas por hablar su lengua). Igualmente, te promociona y refuerza el castellano en sus distintas instituciones tanto por el uso como por ideas, especialmente en la escuela.
Por otro lado, creo que los estudios lingüísticos de la lengua mapuche no ha tomado suficientemente en cuenta los movimientos de revitalización y resistencia de la lengua, porque pese a ese contexto adverso, hubo gente que la siguió usando, principalmente en un ámbito más privado, y hoy hay muchxs wechekeche o jóvenes que han ido progresivamente retomando la lengua para su reconstrucción como mapuche, al igual, que gente mayor que la ha continuado usando .
Villalobos insiste en que la gente no quiere aprender mapudungun, lo que es cierto, por una parte, pero que tampoco es el panorama completo. Hay mucha gente que quiere aprender la lengua mapuche, hay muchos talleres e internados y que cada vez siguen aumentando y mejorando. Es cierto que hay padres y madres que no quieren que sus hijos no hablen lengua mapuche, porque básicamente han crecido durante toda su vida viendo que ser mapuche es un estigma, como una posibilidad de ser potencialmente discriminadx o pasar por malos tratos. Hay violencia simbólica, no es una decisión libre, hay un contexto que te moviliza y que te ha humilladx o te ha hecho crecer con la expectativa de que puedes ser mal miradx si develas tu origen y donde además el aprender otra lengua es muchísimo más rentable y te lo trata de recordar constantemente (hola open english). Ahora, pese a que mucha gente vivió eso, hoy sí quiere que sus hijxs aprendan mapudungun o ellxs mismxs están en plan de ello.
Además, Villalobos señala que el Programa de Educación Interculturalidad Bilingüe es un gasto de plata, sin embargo, la plata que se gasta en programas para el aprendizaje de inglés y, posiblemente, chino (con seguridad en unos años más) es mucho más y existen más políticas públicas a favor del inglés. Ni me voy a referir a que no hay lingüistas mapuche, porque hay un gran número de trabajos, por mencionar algunos están los de Elisa Loncon, Simona Mallo y Andrea Salazar y una enorme literatura en mapudungun y en otras artes.
Por último, y para cerrar, aprender mapudungun es un derecho y eso nadie nos lo puede quitar. Aprender la lengua no se trata de si es rentable o no, qué beneficios económicos puedo obtener, sino de justicia. Además, el Estado tiene la obligación de generar políticas públicas y condiciones que pueda reparar el desplazamiento lingüístico, más aún si este mismo lo ha impulsado.
Mapudungun ñamlayay, Petu müley mapuche rakizuam, mapuche nütramkan ka mapuche kewün, Weñangkülen petu newe mapuzungulan, welu kiñe antü zoy mapuzunguan ka zoy wirintukuan tañi kewün mew, tañi chezkiyem ñi kewün.