Lucio Cuenca, director del Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales, el OLCA, publicó un artículo en que recuerda cuando él fue su jefe de campaña para la candidatura presidencial de Max-Neef.
Por: Lucio Cuenca, 09 de agosto de 2019
Falleció Manfred Max-Neef, es un momento de mucha tristeza. Fui su jefe de campaña en la candidatura presidencial de 1993.
Yo venía saliendo de dos años de dirigente estudiantil universitario de la UTE/Usach y me invitaron a ser coordinador de una anticandidatura presidencial: la vocería de los “temas ausentes”, ecologista, alternativa, la de nube de mosquitos y de la “gente en movimiento”.
En ese contexto conocí a Manfred. En las búsquedas de nuevos paradigmas, luego de la caída de los muros, nos habíamos encontrado con sus textos antes de conocerlo físicamente, estudiarlo y de tratar de leer los nuevos tiempos desde sus miradas y propuestas.
El anticandidato, al correr de los meses, desde sus planteamientos de mundo y sociedad ecológica, desde un discurso en sintonía con quienes se sentían tempranamente engañados de la transición por la falta de compromiso con la justicia y los DDHH y la falta de voluntad política de terminar con las amarras de la dictadura, de parar la depredación. Al igual, desde la urgencia de recuperar los derechos de los y las trabajadores/as, desde los movimientos feministas no institucionalizados, desde los Pueblos Indígenas, se transformó en la posibilidad de representar esa temprana desesperanza de la transición, pero también de levantar y construir propuestas desde lo que no nos entregaba esa cooptada transición… Y entonces se transformó en una candidatura.
Recorrimos Chile para construir la candidatura y el movimiento que la sostendría y además buscar las firmas necesarias como candidato independiente (45.000 firmas, en ese año).
Manfred era un candidato que no quería ser candidato, pero tuvo la generosidad para ponerse a disposición de los movimientos que querían relevar esos otros temas “ninguneados”, visibilizarlos y ojalá que se construyera un nuevo sujeto político social, que encontrara en los temas ausentes, los articuladores de un movimiento nuevo, más horizontal, diverso, plurinacional, con participación real. Él lo denominaba “los mosquitos”.
La candidatura ecologista de Manfred Max-Neef, fue un punto de inflexión en el proceso de instalar la preocupación por la crisis ambiental, tanto en lo social y en la política, en el debate sobre el Modelo de Desarrollo y sus Alternativas, en la participación real de las personas y las comunidades.
Temas que luego pasaron a ser disputados entre políticas neoliberales y territorios afectados, o cooptados por quienes vieron una oportunidad política para alimentar algún proyecto de partido o personal. Lo cierto es que desde ese tiempo hasta ahora, son temas insoslayables y más vigentes para los distintos actores de nuestra sociedad, especialmente para los movimientos socioambientales.
En lo personal, acompañar y trabajar con Manfred en esa gran aventura de la candidatura presidencial, marcó el curso de mi vida en los siguientes años. Desde distintos espacios, los que trabajamos con él hemos seguido proyectando los aprendizajes en los trabajos y luchas que seguimos dando.
Hay muchos y muchas que se sintieron políticamente abandonados por Max-Neef, pues él terminada la candidatura, regresó a su trabajo de investigación y a la vida académica. Debo reconocer que las expectativas de los que construimos la candidatura ecologista de Max-Neef, era que siguiera en la vida política. Teníamos esa secreta esperanza.
Pero también debo reconocer que Manfred, lo planteó desde el inicio hasta que obtuvimos ese extraordinario resultado electoral de 5,6% de votación. Al día siguiente de las elecciones regresaba a sus actividades naturales, enfatizando que no le interesaba hacer carrera política.
En justicia con su historia y legado, también debo reconocer que fue coherente con su planteamiento: reivindicó la escala humana en medio de la hipnosis “fascinante” y vacía de la mega escala. Habrá que seguir trabajando como desde entonces hasta ahora, hasta que nuestro vuelo de mosquitos también llegue a su fin y lleguen otros y otras a aletear el cielo.
Gracias Manfred, por tus enormes aportes a la reflexión y a la construcción de sociedades mejores, más coherentes y sostenibles.
Lucio Cuenca Berger