09 - noviembre - 2024

Apollinaire, padre del surrealismo, muere a los 38 años por la pandemia. No sabemos nada del dolor

A los 38 años de edad murió el poeta Guillaume Apollinaire, impulsor de la vanguardia en una época irresistiblemente atrayente: los bulliciosos años de la Belle Époque. Luchó cinco días contra el germen de la llamada Gripe Española, pero al caer la tarde del día  9 de noviembre de 1918, falleció en París. El funeral se realizó en la catedral Saint Thomas d´Aquin y un largo cortejo siguió al ataúd por las calles del centro París.

 GRIPE ESPAÑOLA

La  pandemia de la gripe de 1918  mató al menos 50 millones de personas. En 1918 los científicos todavía no habían descubierto los virus, por lo tanto no había pruebas de laboratorio para diagnosticar, detectar o caracterizar los virus de la influenza. Tal como ocurre hoy con el coronavirus, no había vacunas para protegerse contra la infección por el virus de la influenza. Los esfuerzos para prevenir la propagación de la enfermedad, igual que hoy, eran promover la higiene personal, el aislamiento, la cuarentena y el cierre de lugares públicos como las escuelas y los teatros. En algunas ciudades se impusieron ordenanzas que exigían el uso de mascarillas en público.

APOLLINAIRE

Apollinaire había nacido en Roma el 26 de agosto de 1880, de madre polaca. Fue el primero en utilizar los términos Surrealismo y surrealista. Inventó el término en 1917 con motivo del estreno de su obra de teatro La Tetas de Tirsias, a la que calificó de drama surrealista. Lo definió de la siguiente manera: “Cuando el hombre quiso imitar el andar, creó la rueda, que no se parece en nada a una pierna. Así hizo surrealismo sin saberlo”. Breton en su Manifiesto de 1924, recuperó el vocablo.

LA MUERTE DE GUILLAUME APOLLINAIRE

Por Tristan Tzara

No sabemos nada

no sabemos nada del dolor
la temporada amarga del frío
nos abre largos surcos en los músculos
él hubiera preferido la alegría de la victoria
nosotros con prudencia en la calma tristeza presos
no poder hacer nada

Si la nieve cayera para arriba
si el sol saliera en casa en mitad de la noche
para darnos calor
y los árboles colgaran con su corona
–único llanto–
si los pájaros estuvieran entre nosotros para verse reflejados
en el plácido lago que tenemos arriba de la cabeza
podríamos entender
la muerte sería una larga y hermosa travesía
y una vacación ilimitada de la carne de las estructuras de los huesos

 

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