18 - septiembre - 2024

Talentosa escritora Lilian Elphick y su amor al jardín

Lilian Elphick es una reconocida escritora de cuentos. Aquí relata sobre  su pasión por los jardines y su buena mano verde con los cactus.

JARCIA DE AMARRE
Miércoles 15 de abril

No sé por qué ingresé en el vórtice de la ficción cuando amo jardinear, meter las manos a la tierra, encontrar algún gusano o insecto. Antes les tenía miedo a las arañas, y las mataba sin piedad. Ya no. No temo a nada, salvo a la obscenidad de la guerra, a las medidas del gobierno de turno, a las noticias falsas, las manipulaciones, a lxs que vociferan.
En el jardín soy totalmente feliz, me mimetizo con la naturaleza y no pienso; mi mente (que es una juguera) se aquieta y afloran solitas las enseñanzas del Tao: cuando jardineo, jardineo; cuando sueño, sueño.
Soy feliz, sí, polinizando, obteniendo semillas, teniendo fe en mi dedo verde.
Todo lo que planto crece demasiado; es un problema tener un eucalipto de 20 metros de altura muy cerca de la casa, el viento… las ramas crujen…
Y no es raro que ame las tunas, cuando llevo años coleccionando cactus; y es menos raro que tenga espinas encapsuladas en mis dedos y que ya no me duelan.
Las plantas me hablan. Dirán que estoy loca, no importa; soy más loca escribiendo. Mamá me lo dijo: te vas a morir de hambre y enloquecerás si estudias Pedagogía en Castellano. Estudié. Viví la dictadura; me expulsaron, así como me echaron de un colegio de monjas. No morí de hambre. Robé libros y esquejes de plantas.

En 1997 me traje un saguaro bebé de Tucson, Arizona, en el bolsillo de mi chaqueta… y pasé por todas las aduanas. Y Don Juan, el saguaro, sigue vivo, protegido por el San Pedro de 7 metros de altura, cactus mágico, mi diosa y dios, cuyas flores atraen a los abejorros y colibríes.
Me hablan. Las plantas. Yo les hablo. Y luego, las podo. Ayer no más podé salvajemente la flor de la pluma y la bignonia. Les pedí perdón y arrecié con el serrucho. Tengo varias tijeras podadoras y sierras. Mis alumnxs de taller pueden dar fe que yo se las pongo en la mesa de trabajo para que poden sus microrrelatos y cuentos. A veces, se asustan.

 

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