17 - septiembre - 2024

Omar Khayyam: “Bebamos, amor, bebamos: todo al olvido invita.”

El persa Omar Khayyam nació el 18 de mayo de 1048.  En sus largos años, más de 80, tuvo dos pasiones: la astronomía y la escritura hedonista donde alababa el vino como la maravilla del mundo. Algunos lo consideraban un poeta menor, de versos simples y en apariencia inocuos –unas cuartetas o una suerte de coplas llamadas rubaiyatas.  Sucedía que Omar Khayyam no escribía cosas pesadas ni alabanzas al poder. Para los religiosos, quizá Khayyam era un provocador.

Sabemos que muchos poetas –buenos y malos- gustan del vino. Pocos, sin embargo, han escrito poemas inolvidables al vino y a las hurís (mujeres bellísimas que habitan el paraíso), como Omar Khayyam.

En tabernas, jardines de rosas y huertos de frutos (damascos y granadas) Khayyam escribió versos exóticos y eróticos sobre el vino como un salvamento para la vida.

Fue traducido al inglés por Edward Fitzgerald en 1859 y desde allí traducido a más de 80 idiomas..

Lee algunos textos en la versión de Ramón Vives Pastor:

OMAR KHAYYAM

Bebamos, amor, bebamos: todo al olvido invita.
Yo que medito siempre, solamente en dos días
no he querido pensar ni jamás he pensado:
el que está por venir y aquel que ya ha pasado.

Si vino y bellezas hay, pide vino y bellezas,
siéntate junto al agua que el verde prado riega,
deja diablos y hurís al musulmán que crea,
mañana puedes morir si es que mañana llega.

Si en el cielo hay hurís y vino, como dice el mulá,
nuestro premio en lo alto será beber y amar.
Yo comienzo a gozar y vaciar copas en vida,
disponiendo mi alma al placer de allí arriba.

Al mundo me trajeron sin mi consentimiento
y los ojos abrí con sorpresa infinita,
partiré después de reposarme un tiempo
sin saber la razón de mi entrada y salida.

Escucha, musulmán, los días aptos
para beber sin herir tu conciencia:
martes, jueves, viernes, domingos, sábados,
miércoles y lunes, ¡los demás, abstinencia!

Yo bebo entre las flores, la conciencia tranquila,
y tú trabajas siempre, gran muftí de la villa;
tintas de rojo oscuro tenemos nuestras manos:
yo de sangre de cepa; tú, de la de tus hermanos.

Entrégate al placer, oh mortal, sin recelos:
nadería es el mundo y nadería la vida
y nadería esa bóveda hecha de nueve cielos.
Amar y beber es cierto, ¡y lo demás mentira!

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