Rabindranath Tagore fue poeta, filósofo y pintor bengalí nacido en Calcuta el 7 de mayo de 1861. Recibió el Premio Nobel de Literatura en 1913. Falleció el 7 de agosto de 1941.
POEMAS DE AMOR DE RABINDRANATH TAGORE
Traducciones de Zenobia Camprubí Aymar. Traductora, escritora, profesora universitaria, feminista e intelectual española. Nació en la localidad catalana de Malgrat de Mar en 1887 y falleció en 1956 en San Juan, Puerto Rico.
Regalo de amante
Anoche, en el jardín, te ofrecí el vino espumeante
de mi juventud. Tú te llevaste la copa a los labios,
cerraste los ojos y sonreíste;
y mientras, yo alcé tu velo, solté tus trenzas y traje sobre mi pecho tu cara dulcemente silenciosa; anoche,
cuando el sueño de la luna rebosó el mundo del dormir.
Hoy, en la calma, refrescada de rocío, del alba, tú vas camino del templo de Dios, bañada y vestida de blanco,
con un cesto de flores en la mano. Yo, a la sombra del árbol, me aparto inclinando la cabeza; en la calma del alba,
junto al camino solitario del templo.
Cuando nuestros ojos se encontraron a través del seto…
Cuando nuestros ojos se encontraron a través del seto,
pensé que iba a decirle alguna cosa; pero ella se fue.
Y la palabra que yo tenía que decirle se mece día y noche,
como una barca, sobre la ola de cada hora.
Parece que navega en las nubes de otoño, en un ansia sin fin;
que florece en flores de anochecer,
y busca en la puesta del sol su momento perdido.
Chispeaba la palabra, como las luciérnagas, por mi corazón,
buscando su sentido en el crepúsculo de la desesperanza;
la palabra que yo tenía que decirle.
Me dijo bajito: «Amor mío, mírame en los ojos…
Me dijo bajito: «Amor mío, mírame en los ojos.
«Le reñí, agria, y le dije: «Vete.» Pero no se fue.
Se vino a mí y me cogía las manos… Yo le dije: «Déjame.»
Pero no se fue.
Puso su mejilla en mi oído. Me aparté un poco,
me quedé mirándolo, y le dije: «¿No te da vergüenza?»
Y no se movió. Sus labios rozaron mi mejilla. Me estremecí,
y le dije: «¿Cómo te atreves, di?» Pero no le dio vergüenza.
Me prendió una flor en el pelo. Yo le dije: «¡Es en vano!»
Pero no cedía. Me quitó la guirnalda de mi cuello, y se fue.
Y lloro y lloro, y le pregunto a mi corazón:
«Por qué, por qué no vuelve?»
No puedo ofrecerte una sola flor…
No puedo ofrecerte una sola flor
de todo el tesoro de la primavera,
ni una sola luz de estas nubes de oro.
Pero abre tus puertas y mira; y coge,
entre la flor de tu jardín,
el recuerdo oloroso de las flores
que hace cien años murieron.
¡Y ojalá puedas sentir en la alegría de tu corazón
la alegría viva que esta mañana de abril te mando,
a través de cien años, cantando dichosa!
Para que yo no te conozca tan pronto, juegas conmigo…
Para que yo no te conozca tan pronto, juegas conmigo.
Me ciegas con tus repentinas risas para que no te vea tus lágrimas…
Conozco, conozco tu arte. ¡Nunca dices lo que quieres decir!
Por miedo a que yo no te tenga en lo que vales,
me evitas de mil modos. Te apartas de la multitud
para que yo no te confunda con ella… Conozco, conozco tu arte.
¡Nunca vas por donde quisieras ir!
Como puedes más que nadie sobre mí, te callas. Me dejas
mis regalos con descuido juguetón… Conozco, conozco tu arte.
¡Nunca aceptas lo que quisieras aceptar!
Perdóname hoy mi impaciencia, amor mío…
Perdóname hoy mi impaciencia, amor mío.
Es la lluvia primera del verano, y la arboleda del río
está jubilosa, y los árboles de kadam, en flor,
tientan a los vientos pasajeros con copas de vino de aroma.
Mira, por todos los rincones del cielo los relámpagos
dardean sus miradas, y los vientos se yerguen por tu pelo.
Perdóname hoy si me rindo a ti, amor mío. Lo de cada
día anda oculto en la vaguedad de la lluvia; todos los
trabajos se han parado en la aldea; las praderas están
abandonadas. Y la venida de la lluvia ha encontrado en tus
ojos oscuros su música, y julio, a tu puerta, espera, con
jazmines para tu pelo en su falda azul.
Puse en mi bandeja cuanto tenía, y te lo di…
Puse en mi bandeja cuanto tenía, y te lo di.
¿Qué traeré a tus pies mañana?
Soy como el árbol que, huyendo el verano floreciente,
mira al cielo, levantadas sus ramas desnudas de flores.
Pero ¿no hay, entre todas mis ofrendas pasadas, una sola flor
que haya hecho inmarcesible la eternidad de las lágrimas?
¿Te acordarás, me darás las gracias con los ojos
cuando llegue yo a ti con las manos vacías,
en la despedida de mis días estivales?
Soñé que estaba ella sentada a mi cabecera…
Soñé que estaba ella sentada a mi cabecera,
y alborotaba tiernamente mi cabello con sus dedos,
suscitando la melodía de su contacto.
La miré a la cara, luchando con mis lágrimas,
hasta que la angustia de las palabras no dichas
quebró mi sueño como una burbuja.
Me incorporé. La Vía Láctea se veía arder por mi ventana,
como un mundo de silencio inflamado.
Y me pregunté si en aquel momento estaría ella soñando
un sueño que viniera, bien con el mío.
Te amo, sí ¡Perdóname mi amor!…
Te amo, sí ¡Perdóname mi amor!
Pajarito que yerras tu camino, como tú, estoy cazada.
Cuando mi corazón se estremeció de dicha,
perdió su velo y se quedó desnudo.
Cúbrelo tú de piedad, ¡y perdóname mi amor!
Si no puedes amarme, ¡perdóname mi pena!
¡Pero no me mires así, desde tan lejos!
Me arrastraré callada a mi rincón
y m sentaré en la sombra, tapando con mis dos manos
la vergüenza desnuda. No me mires , no me mires,
¡y perdóname mi pena!
Si me amas, ¡perdóname mi alegría!
No te rías de mi descuido porque ves que mi corazón
se me va en este mar de ventura.
Cuando me siente yo en mi trono,
y reine sobre ti, tirana de mi amor;
cuando, como una diosa, yo te conceda mis favores,
sé tú indulgente con mi orgullo,
¡y perdóname mi alegría!
Te cojo las manos, y mi corazón, buscándote a ti…
Te cojo las manos, y mi corazón, buscándote a ti,
que siempre me eludes tras palabras y silencios,
se hunde en la oscuridad de tus ojos.
Sin embargo, sé que debo estar contento en este amor,
con lo que viene a rachas y huye, porque nos hemos encontrado
por un momento en la encrucijada de los caminos.
¿Soy yo tan poderoso que pueda llevarte a través de este
enjambre de mundos, por este laberinto de veredas?
¿Tengo yo alimento para sostenerte por el oscuro pasaje bostezante,
de arcos de muerte?