El documental de cuatro partes de Netflix, trata sobre las víctimas sexuales de un depredador sexual. El documental llama “sobrevivientes” a jóvenes adolescentes -13 a 15 años- que fueron atraídas a la casa de Jeffrey Epstein con la promesa de algunos dólares por un masaje.
Epstein nació en Brooklyn en 1953. Era multimillonario financiero con larga influencia política y social. Su dinero produjo una iconocidad que generaba adherentes o fanáticos. El documental no explica la riqueza de Epstein. En realidad, toda su imagen era turbia. Aunque la gente está de acuerdo en que Epstein, como otros millonarios, era un narcisista.
Michael Reiter, el ex jefe de policía del Departamento de Policía de Palm Beach, y el detective Joseph Recarey, en el 2005 comenzaron a investigar su red de víctimas. Al fin, Epstein fue condenado por tráfico de 36 menores en el 2008.
Pero el villano de Jeffrey Epstein logró un acuerdo negociado con el Fiscal Federal y el futuro Secretario de Trabajo de Trump, Alexander Acosta. Quedó inmune. Los informes periodísticos fueron silenciados o enterrados.
Las sobrevivientes cuentan cómo fueron afectadas por el trauma y el dolor, marcadas por un sistema de justicia que les dio vuelta la espalda. El documental deja que ellas cuenten sus historias. Así aparece una narrativa amplia sobre un daño colectivo.
Se deja ver que en el documental hay una historia más grande y más amplia, esto es, la red de secretos, la red de ricos y poderosos y las formas en que el dinero los corrompe.
El documental acusa a Epstein de traficar menores para tener relaciones sexuales, supuestamente, con algunos de los hombres más poderosos del mundo.
Por ejemplo, el ex empleado de Epstein, Steve Scully, dice que una vez vio a Bill Clinton en la isla de Epstein, “la isla de la pedofilia”. Clinton lo niega. Entre sus redes estaría el Príncipe Andrew, que también lo niega.
Epstein no se salió siempre con la suya. En 2019 fue arrestado en Nueva Jersey. Se suicidó en la cárcel mientras esperaba el juicio.
