Una nueva investigación, encabezada por científicos chilenos, sugiere que el acelerado retroceso de masas de hielo tendría efectos significativos y consecuencias importantes sobre la estructura de las comunidades de organismos acuáticos. El estudio fue publicado en la revista Marine Environmental Research.
Valdivia, 17 de junio de 2020. (IDEAL)– Los ecosistemas marinos antárticos esconden una exuberante riqueza. Las aguas del Océano Austral representan una de las áreas de mayor biodiversidad en el planeta y se consideran un patrimonio de gran importancia. Peces, anémonas, copépodos, bivalvos, caracoles, lapas, anfípodos, poliquetos, corales y esponjas son algunos de los organismos bentónicos que habitan allí.
Según el Censo de Vida Antártica Marina, existen alrededor de 8.654 especies marinas en los mares del sur. Paralelamente, la evidencia científica señala que el cambio climático está alterando regiones del continente blanco más rápido que otros lugares de la Tierra. Diversos glaciares han estado experimentando retrocesos.
Un estudio del Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL) de la Universidad Austral de Chile (UACh), publicado recientemente en la revista Marine Environmental Research, analizó cómo las descargas de agua dulce provenientes del retroceso de glaciares podrían afectar la biodiversidad marina antártica. El trabajo científico sugiere que el acelerado retroceso de masas de hielo tendría efectos significativos y consecuencias importantes sobre la estructura de las comunidades de organismos acuáticos.
El equipo de investigadores tomó como área de estudio el glaciar Collins (Bahía Fildes), ubicado en Isla Rey Jorge, dado que presenta evidencias de retroceso y su cercanía a la base Julio Escudero del Instituto Antártico Chileno (INACh). La investigación comenzó con la instalación de mini sensores CTD a 10 metros de profundidad. Estos dispositivos entregaron datos cada 30 minutos de la temperatura y salinidad del Océano Austral.
Los muestreos fueron realizados en dos dimensiones: horizontal (en cuatro puntos a lo largo de un gradiente de aproximadamente ocho kilómetros desde el glaciar) y vertical (a tres profundidades diferentes hasta cerca de 20 metros). Allí, un equipo de buzos científicos realizó succiones de fondo, extrayendo organismos como caracoles, bivalvos, poliquetos y esponjas, entre otros. A su vez, se llevaron a cabo mediciones de turbidez del agua. Luego se procedió con el conteo e identificación de individuos.
“Uno de los principales resultados indica que en promedio hay menos especies cerca del glaciar en comparación a lugares más alejados. Las características del agua dulce, como la cantidad de partículas de origen glaciar y sus condiciones químicas, contribuyeron a la reducción de este número. Esto ocurrió tanto en organismos invertebrados como en macroalgas”, explica el Dr. Nelson Valdivia, ecólogo del Centro IDEAL, académico del Instituto de Ciencias Marinas y Limnológicas (ICML) y líder del estudio.
“En los buceos realizados en las cercanías del glaciar Collins encontramos muchísimo material en suspensión. En cambio, cuando nos alejábamos del lugar hallamos más organismos”, asegura la bióloga marina, buzo científica y estudiante de doctorado de la Universidad de Laval (ULAVAL) y el Centro IDEAL, Paulina Bruning.
Sin embargo, los científicos no solamente encontraron un menor número de individuos a orillas del glaciar Collins. También detectaron especies diferentes a lo largo del gradiente y a diversas profundidades. Por ejemplo, en las aguas superficiales cercanas a la masa de hielo existe mayor abundancia de algas que tienen la capacidad de ocupar rápidamente el sustrato. Lo mismo ocurre con algunas especies de anfípodos.
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