La derecha banquera y comercial del Régimen de Piñera asume otra vez el gobierno de la República de Chile. Deben enfrentar la crisis sanitaria y social. La ultraderecha llega al Palacio Presidencial para enfrentar el tiempo de nueva Constitución.
Por Jorge del Carmen Ripper, 28 de julio 2020
El palacio de La Moneda está trizado. El presidente busca recobrar el aliento tras haber perdido unas batallas centrales en una durísima lucha. Es mayoritariamente rechazado por el pueblo, según las encuestas. Pero el presidente no quiere rendirse y ha reclutado a una guardia pretoriana. A contratado a nuevos ministros leales a un programa patronal y autoritario, dispuestos a defender calle a calle, casa a casa su proyecto infame y antipopular.El presidente seguirá dando órdenes inútiles a ministros que se creen infalibles.
Varios ministros llevan la medalla de haber servido al dictador Pinochet, y son especialistas en reventar adversarios.
Con la determinación de saber que no les queda nada que perder, serán los últimos en defender los mutilados despojos del gobierno. No darán cuartel. Son los más puros, ideológicamente hablando.
Dirigirán las purgas y jurarán fidelidad al presidente y no al Estado, la nación o el partido al que pertenecen. Crearán montajes, acuartelamientos y programarán noches de chuchillos largos.
La guardia pretoriana, como unidad de defensa de palacio, tiene un solo grave problema para el presidente: los miembros de la guardia pretoriana son capaces también de quitarle la silla al presidente.
La historia ha demostrado que cuando el emperador tenía una personalidad débil o era poco capaz, la guardia pretoriana estacionada en Roma podía controlar el régimen. De hecho, la guardia pretoriana romana mató, por ejemplo, a los emperadores Calígula y Pertinax, a Pupieno y Balbino. La guardia pretoriana podía ser fácilmente la maldición del César.
En política, como con los amantes, todo tiene su lado B, a veces siniestro.
