La comunidad sufre. Sufre mucho. Piñera amaneció zaherido. Piñera fracasó ayer en el parlamento porque naufragó en el control de la pandemia. Piñera creía hasta ayer que le quedaban cosas por hacer. El veterano no tenía compresión de la triste realidad que provocó su mal control de la pandemia. No entendía el desafecto popular ni el Estallido Social.La gente sufre en Chile
Por Jorge del Carmen Ripper, 9 de julio 2020
Piñera esperó que la pandemia le ayudara a que la posteridad haría un mejor juicio de él. Como el rescate de los 33 mineros en el gobierno pasado.
Pero Piñera creó un dramático desastre social y sanitario. No supo cerrar el paso de las Termopilas al coronavirus. Terrible. Su pésimo manejo de la pandemia provocó enfermedad, muerte y hambre. Más de 10 mil muertos. Más de 300 mil contaminados. La comunidad sufre. Sufre mucho. Piñera actuó mal y tarde. El resultado es que la actual vida de los chilenos es desolada. Allí reside la enorme derrota de Piñera.
Si algo escasea en Piñera es la modestia. La falta de vergüenza es común a muchos políticos. Cierto. Pero Piñera ya no tiene nada que alardear o presumir.
En política siempre es posible compartir las responsabilidades. Pero en este caso el fracaso es solo de Piñera. Piñera está confuso. Ya no tiene la facultad de adscribir responsabilidades a otros. Ayer sus compañeros de coalición no le tuvieron benevolencia. Piñera ya no puede patear en el suelo para que se ordenen sus huestes.
Hoy Piñera despertó zaherido. Le costó respirar y pensar. Piñera pierde poder frente a un viento cada vez más impetuoso que viene de la costa. La democracia se ha trasladado a Valparaíso. En el vacío de poder, los parlamentarios se han vuelto más inteligentes y más fuertes, algo que ya venía ocurriendo desde el Estallido Social. Los parlamentarios han esperado su oportunidad y la han aprovechado. Ya vivimos en un parlamentarismo de facto.
El éxito y el fracaso no son algo absoluto en política. Es verdad. El éxito y el fracaso en política son siempre relativos.
Piñera podría convertir su fracaso en un éxito moral e ingresar en el ámbito del heroísmo. Entregar todo. Sin ideas mejores, Piñera podría no hacer más resistencia inútil y apoyar al parlamento. Soltar.
Plutarco cuenta que Catón-el joven, en plena crisis de la república romana, leyó un libro sobre la inmortalidad, “Fedón” de Platón, y luego se abrió las entrañas. Se negó a vivir en un mundo gobernado por César, su rival y enemigo. Antiguamente, una de las formas de salvar la reputación era el suicidio.
Pero Piñera no es teatral, ni le importa ya su reputación. Tampoco tiene el prez del valor.
Aún así, hay que decir que el juicio político sobre Piñera no es definitivo. Aunque es evidente que Piñera no ganará el Nobel de la paz, la historia sigue abierta. La democracia es un sistema político que no niega a nadie esa posibilidad. Recuerden a esos malos boxeadores que fueron salvados por la campana. De hecho, el término «salvado por la campana» (saved by the bell) se acuñó por el boxeador Martin Flaherty. En 1893, en combate con Bobby Burns a 32 rounds, Flaherty fue salvado por la campana seis veces.
Pero.
Mientras Piñera no intuya el dramático estado del pueblo -asolado por la enfermedad y la hambruna-, no podrá responder a sus demandas.
