Por Jorge del Carmen Ripper
La pobreza unilateral del enfoque del documental The social dilemma no pone a las redes sociales como parte de un contexto social y material . ¿Quién es el propietario de los datos que utilizan y por qué existen? Es decir, las huellas económicas, sociales y ecológicas no tienen cabida. El documental solo quiere asustarnos.
Tampoco considera otros factores políticos y sociales. Quieren hacer creer que los disturbios y revoluciones son producto del manejo de las redes sociales y no de las estructuras económicas y políticas existentes.
The social dilemma, que se estrenó en el Festival de Cine de Sundance en enero y fue adquirido por Netflix poco después, no revela ninguna información nueva. Pero quiere asustarnos. Nadie está a salvo. El director Jeff Orlowski aburre con las entrevistas de ejecutivos, personas que antes pensaban que las redes sociales salvarían el mundo y ahora se han dado cuenta de que lo destruirán.
Los desertores de Silicon Valley entrevistados en el documental ahora se arrepienten y confiesan que estuvieron involucrados en la creación del monstruo. Según ellos las redes sociales han recopilado información sobre sus usuarios y con sus algoritmos ahora pueden controlar el equilibrio de dopamina en nuestros cerebros. Nuestra vida interior se puede programar como una computadora, y la tecnología determina nuestro desarrollo en la sociedad. Para ellos, las redes sociales son un algoritmo. Y no existe un contexto social y material. Entienden a las redes sociales como principalmente tecnológico, es decir, que los algoritmos maliciosos juegan con nuestro cerebro.
Tampoco es creíble la burda dramatización que presenta al actor Skyler Gisondo, como un adolescente adicto a Facebook, y a la estrella de Mad Men, Vincent Kartheiser, como la personificación del malvado algoritmo que lo mantiene adicto.
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