Nunca los sectores que manejan el poder y la riqueza, por su propia voluntad o altruismo, han compartido ese poder y esa riqueza. Es más, lo han tomado, mantenido y defendido por la fuerza y la muerte. No hay que ser ingenuos, pero tampoco pesimistas. Sin ingenuidad y sin pesimismo entonces, hay que continuar la lucha en las calles, en los lugares de trabajo, en las poblaciones, en las redes sociales, y marcar con continua y poderosa vigilancia a quienes participarán en la Constituyente.
Editorial Radiodelmar.cl
26 de octubre de 2020
Un plebiscito histórico para cambiar la Constitución de Pinochet y Lagos se desarrollo este 25 de octubre luego de las masivas y pacíficas protestas de la ciudadanía que que desde el 18 de octubre de 2019 se tomo las calles para rechazar el abuso, el robo, la corrupción, la desigualdad y los impresentables acuerdos entre partidos políticos, familias empresariales y poderes fácticos.
Las urnas arrojaron un contundente triunfo al «Apruebo» con más de 78% y a la opción Convención Constitucional con una cifra similar. Todos los que redactarán la nueva Constitución serán elegidos, pero con la trampa que impuso la clase política la noche del 25 noviembre del año pasado, que solo permite candidatos inscritos por partidos políticos.
Aún así, en la calle se apreció la alegría, la esperanza y los ánimos de mantener la participación que en esta elección fue la más alta registrada en situaciones de este tipo: más del 51 por ciento de las chilenas y chilenos acudieron a las urnas, a pesar de la pandemia.
El «Apruebo» y la Convención Constitucional ganaron por amplio margen en todo Chile. Excepto en Las Condes, Vitacura y Lo Barnechea, esas tres comunas donde vive la mayoría de los grandes empresarios, la mayoría de los dueños de los medios de comunicación y también la mayoría de la clase política que mal gobierna el país.
Los festejos fueron de la gente, no de los partidos. La lucha en la calle y en todo lugar debe continuar. Es la única forma de
Nunca los sectores que manejan el poder y la riqueza, por su propia voluntad o altruismo, han compartido ese poder y esa riqueza. Es más, lo han tomado, mantenido y defendido por la fuerza y la muerte. No hay que ser ingenuos, pero tampoco pesimistas.
Sin ingenuidad y sin pesimismo entonces, hay que continuar la lucha en las calles, en los lugares de trabajo, en las poblaciones, en las redes sociales, y marcar con continua y poderosa vigilancia a quienes participarán en la Constituyente. A esto se le debe sumar todos los esfuerzos para poner en discusión los temas de interés de las grandes mayorías para destruir todos los pilares de la Constitución Pinochetista en las áreas de Salud, Educación, Pensiones, Uso de Bienes Comunes (Agua, Bosques, Mar) y por supuesto mayor poder para las regiones.
Y ojo también. En forma paralela hay que seguir luchando pues en 2021, vienen elecciones de gobernadores y de alcaldes junto a la de los Constituyentes.
La lucha continúa, tal como lo ha hecho siempre los gloriosos jóvenes que saltaron el torniquete y llamaron a evadir las costosas tarifas de la locomoción colectiva, y por supuesto los valientes jóvenes de la primera línea en Plaza Dignidad y en cada población y barrio de Chile y sus pueblos. La sangre, la muerte, las desaparicciones, las violaciones y los ojos de estos jóvenes y sus alto amor con la gente, su solidaridad y sus aspiraciones de justicia deben guiar nuestra lucha.
