LA PLACA LOUISE GLÜCK ES UNA ELECCIÓN REALMENTE EXCELENTE
Victor Malm. Expressen
No, no habrá escándalo este año. Louise Glück es una gran poeta en el antiguo sentido ordinario de la palabra, y recuerda bastante al tipo de poesía existencialmente discreta que le gusta otorgar a la Academia Sueca: Tomas Tranströmer (2011) y Wisława Szymborska (1996) para nombrar a dos galardonados anteriores que son bastante cercano al tono tranquilo, precisamente bello, que caracteriza la poesía de Glück.
Aquí no hay posiciones políticas mundiales en llamas. Nada peligroso. Aquí hay libros y poemas. Sencillo, muchas veces unido a la esfera íntima, a las flores y otras plantas que de repente tienen acción poética.
A FAVOR DE LOUISE ELISABETH GLÜCK.
Jesús Ferrero, El Boomerang
Estoy harto, profundamente harto, inmensamente harto, de los que confunden la buena literatura con el barroquismo, que es una renuncia a la verdad. ¡Y esto se lo digo a todos mis lectores y a todos mis amigos! Admiro a los pocos escritores que desde el siglo XVII se atreven a decir no al barroquismo, no a la complejidad inútil y enmascaradora, no a la renuncia a toda forma de verdad, no a la transparencia fundamental, no a las verdades cristalinas. ¡ADMIRO A LOS QUE RENUNCIAN A ENTURBIAR LAS AGUAS PARA QUE PAREZCAN MÁS PROFUNDAS!
Laudes del paraíso entre los olivos
¿PARA NOS QUÉ SIRVE EL PREMIO NOBEL DE LITERATURA?
Thomas Harris
Yo no soy un lector tan «leído» como para decir sí, había leído y me fascinaba Olga Tokarczuk y, menos, Louise Glück. Pero leerla ahora me da una sensación de descubrimiento, de leer una poesía llana, llana, pero no por ese menos compleja y sobre todo profunda, abismante y superficial, pero de esa superficie de la palabra que todos, sobre todo, los poetas latinoamericamos -y no todos, algo aprendimos,-hemos querido alcanzar, de la poesía norteamericana, de la poesía griega, o de la poesía, toda: sí hemos heredado de España las palabras, ¿porqué tanto barroco y menos llaneza, ese día a día del alma que nos conturba ¿Por qué aferrarnos así a Góngora y no a Quevedo? ¿Porqué tanto al surrealista «Poeta en en Nueva York?» y no a ya al llano y preciso Miguel Hernández? A qué tanta vociferación y grito, tanto retorcer y hacer pedazos el bello lenguaje? si lo mismo lo podemos expresar sin tanta alaraca, con un murmullo? Son preguntas que me hago con este formidable Premio Nobel: Louis Glunck.
Ella lo dijo: «Estoy totalmente asombrada de que eligieran un poeta lírico estadounidense blanco. No tiene sentido». ¿Ironía; lucidez extrema? Lo mismo, creo. Poesía llana, insisto, de las primeras palabras y sentidos, aparentemente simple, la llaneza necesaria de una lírica que reclama los sentidos últimos, los mínimos, los totales, los que nos desarman y nos hacen mirar el mundo cotidiano de otra forma, el día a día, sin crujidos ni distorsiones aparentemente neovanguardiastas y rockeras.
LOUISE GLÜCK SIEMPRE ESTUVO AHÍ
Pedro Gandolfo, El Mercurio
Louise Glück siempre estuvo ahí en el escenario del primer mundo de la literatura -para nada en los márgenes- porque en cualquier relato aparece entre las poetas norteamericanas contemporáneas con mayor reconocimiento y prestigio en su país e internacionalmente. Su obra -entre las que se cuenta trece volúmenes de poesía y ensayos literarios sensibles, ilustrados e inteligentes – ha sido insistentemente traducida, publicada en las más exclusivas editoriales, recibida con muy buenas críticas especializadas y acogimiento del público lector; lo curioso es, sin embargo, que no haya figurado antes ni figuró ahora entre los candidatos al Nobel de Literatura que, sorpresivamente entonces, se le concedió esta semana. Lo que hace este premio es, entonces, hacerla más visible porque también se puede pasar desadvertida allí -como la carta de Poe- y, sobre todo, reclama una lectura en que se intente una ponderación del conjunto de su obra.
Los abedules se inclinan y suspiran. Louise Glück. Premio Nobel de literatura 2020