22 - enero - 2025

LO PEOR DEL AÑO: Sebastián Piñera. El presidente sin narrativa

No hay matices. La imagen de Piñera como personaje exitoso se quebró como un jarrón chino. Piñera es insustancial. Lo peor que le puede ocurrir a un político es ser insustancial. Estar fuera de escena y que ya nadie lo respete. Piñera pasó todo el año 2020 fuera de escena política, como un triste actor de tercera categoría, pasó encerrado en un camarín sin luces, esperando decir su guión insignificante.

Un sumiso inquietante, pero perseverante. Puesto que Piñera es un político perseverante su derrota estructural es aún más turbadora. Produce mucho ruido subterráneo, hay mucha vibración telúrica.

Por J. del C. Ripper.-

Después del 18 de octubre de 2019 Piñera estuvo a punto de dimitir. Habría sido el primer presidente chileno que salía con vida de La Moneda sin acabar un mandato.

Los políticos incómodos, sin precedentes ni protocolo, buscaron una salida pactada, un plesbicito sobre un nueva constitución, mientras Piñera se comía las uñas.

Piñera pasó todo el año 2020 en el suelo, sufrió derrota tras derrota. Su amargura se le nota en una sonrisa forzada y en su comportamiento  infantil (hasta le cobraron una multa por no usar mascarilla). Yo he visto guaguas con mascarillas. Pero Piñera es especial.

Piñera perdió poder como nadie y nadie ha perdido como él. Como político derrotado Piñera no tiene parangón.

Cada día que pasa se cementa la idea de que su derrota histórica quedará con letras innobles o ignominiosas  en  los libros de historia.

A medida que pasa el tiempo será denostado por todos, y con un apoyo insignificante.

De hecho, sus pocos partidarios solo esperan que  la figura de Piñera no haga más daño, o que el personaje político se comporte. Que se comporte, pues Piñera es como si fuera el curado de la familia. Piñera es incómodo para todos.

Pero Piñera se niega a aceptar el obstáculo más claro que lo amenaza como político perdedor: el castigo por ostracismo, el destierro político, el aislamiento. Lo peor para un político son esos días en que nadie te llame por teléfono para pedirte la opinión.

Se suponía que su hermano Miguel sería el de los condoros, el que se mandaba las cagadas en la familia. Hoy el Negro Piñera, comparado con Sebastián, es un pan de Dios.

Más aún, su hermano Miguel, el Negro Piñera, dice: “Sebastián es porfiado. Siempre quiere decir la última palabra.”

Piñera es porfiado y  tóxico y por ahora tiene muy poco espacio para reciclarse, tiene pocas salidas.

A veces la compasión surge como salida a un político derrotado, la compasión que inspira un político fracasado o que se sabe con seguridad que está perdido.

Es el llamado efecto underdog. ¿Qué es el efecto Underdog? Es la lástima que provoca el perdedor. El perro apaleado o underdog es una estrategia  política que consiste en hacerse la víctima .

Hay mucho cine de perdedores muy populares. Hay mucho público que ama a los perdedores. Las causas perdidas a veces generan simpatía. Pero para generar el efecto underdog en política, hay que generar un relato alternativo, un guión que indique que el objetivo superior del político no era ganar, sino perder.

Pero tampoco Piñera piensa en ningún relato o narrativa, y no tiene relato pues Piñera carece de formación literaria. Piñera no lee novelas. No saben que son los géneros narrativos. Sus asesores no saben nada de Narratología, la disciplina que se ocupa del discurso narrativo en sus aspectos formales, técnicos y estructurales.Y por eso Piñera termina siendo un vulgar juguete más de las circunstancias.

El gobierno de Piñera estuvo a punto de caer  gracias a los millones de chilenos que se manifestaron pacíficamente en el Estallido Social de octubre de 2019. Dicen que un día hubo 3 millones de chilenos en las calles. Mucha gente. Una enorme cantidad de chilenos. Según la Teoría del 3,5 % de la cientista política Erica Chenoweth, los gobiernos caen cuando las marchas pacíficas convocan a más del 3,5 %.

Sabemos que Piñera aún tiene pesadillas por las noches, se despierta a medianoche asustado, mira por la ventana, teme que eso suceda  de nuevo: millones de chilenos en la calle que lo rodean.

Pero, la enorme frivolidad de Piñera acrecienta lo humillante de la derrota. Piñera es pueril, como político no tiene ninguna habilidad.

Y así funciona la política, es una moledora de carne. Su propia coalición, llegado el fin de año negro de Piñera, 2020, le tira la cadena. Los políticos no tienen amigos, tienen aliados.

La sanguínea e impulsiva senadora UDI Jacqueline van Rysselberghe en entrevista de La Tercera tiró la cadena con desprecio y le echó en cara a Piñera lo que todo el mundo sabía:  el gobierno de Piñera estuvo muy cerca de caer  el 15 de noviembre del 2019. La misma gente de derecha le habría pedido a Piñera que se fuera, en un golpe de Estado blanco.

También, en Tolerancia Cero, el ex ministro Desbordes, el paco Desbordes amplificó el descuelgue y dijo que no sólo el gobierno estuvo en riesgo de caer, sino que “la República completa.” provocado por «cientos de personas aburridas, cansadas, choreadas, angustiadas».

Piñera se desvela por la noche y al morir el sol,  una luna muy triste lo acompaña. Es un arquetipo saturnino, un hombre taciturno, pesado como el plomo.

En este año Piñera demostró que es un oscuro y mediocre político.

También demostró que Piñera es un hombre MALO. Su imagen cambió de personaje existosa al rol de Villano. Tiene a cientos de muchachos presos desde el estallido social, sin juicio y sin pruebas, como rehenes, y que Piñera en algún momento piensa negociar, para salvarse él solo.

En la narrativa política, Piñera ingresó al gremio de los villanos, esa élite poderosa que abusa del poder en detrimento del bien común.

Piñera es el prototipo de la perversidad de la que hablaba Plutarco.

Así está Piñera cerrando el año 2020, como el principal político chileno derrotado, sin honor, sin dignidad, como ningún político en la historia de Chile.

Yo reviso en la historia chilena, y no encuentro a ningún político que deba soportar tanta humillación como Piñera.

Piñera pudo tomar su helicóptero, como Nixon en 1974. Pero Piñera aún cree en su grandeza, porque su madre se lo dijo cuando chico. Es decir, es un narciso, se mira siempre en el espejo del agua.

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