Con inusitado ímpetu, los nostálgicos voceros del conservadurismo bipartidista chileno se han propuesto relativizar el real debate político constitucional. Y buscaron famosillos que aletean rápido para cazar incautos. Introducen esas añagazas o señuelos para enmascarar el espeluznante papel retardatario en el proceso de nuestra nueva constitución.
Por Jorge del Carmen Ripper.-
De repente se ha puesto de moda la palabra Añagaza. Una añagaza es un señuelo para cazar aves, generalmente consiste en un ave de la misma especie de la que se quiere cazar.
Los complacientes colocan de candidatos a la constituyente como señuelos a famosillos que no están ni moral ni intelectualmente a la altura de los desafíos democráticos ni de sus responsabilidades éticas.
Los complacientes no tienen voluntad política para representar las energías críticas, emancipadoras y progresistas del pueblo.
En su lugar los sostenedores del ‘statu quo’ maquillan sus candidatos con su anacrónica medida de agregar añagazas, aves mentirosas.
Aves señuelos para engañar a otros pajaritos o pajarones como ellos.
Se disfrazan con el objetivo miserable de ocupar los espacios en la mente de los editores de los medios de comunicación derechistas (la radio, la televisión y los diarios) y desde allí influir o manipular a las amplias redes sociales.
Lo primero que buscan es convertir la política constitucional en una asunto de famosillos de la tele y transformar todo en un asunto de distracción mental.
Tratan de mantener la oscuridad.
Hay que reaccionar y mantener una enorme presión popular sobre las añagazas que quieren convertir un transcendental proceso político en una reality show.
No hay que darles espacios en las redes sociales a las aves señuelos.
Hay que luchar contra las criaturas con mentalidad de manada.
Hay que negarse a participar en ese juego adictivo.
No hay que ser un facilitador de los pájaros señuelos, las añagazas.
Al contrario, hay que hacerles espacio a las voces populares.
Debemos ser ciudadanos políticamente responsables y activos.
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